Considerado desde un punto de vista
espiritual, es axiomático que cada vez que nos sentimos
trastornados, sea cual sea la causa, hay algo que anda mal en
nosotros.
— Doce Pasos y Doce Tradiciones, p. 88
Yo
nunca entendí verdaderamente el axioma espiritual del Décimo Paso
hasta que tuve la siguiente experiencia. Estaba yo sentado leyendo en
mi cuarto, a altas horas de la noche, cuando de pronto oí ladrar a
mis perros en el patio de atrás. Mis vecinos se disgustan con esta
clase de perturbación, así es que, entre enojado y avergonzado,
temiendo la desaprobación de mis vecinos, inmediatamente hice entrar
a mis perros. Algunas semanas más tarde se repitió exactamente la
misma situación, pero esta vez, debido a que estaba más en paz
conmigo mismo, pude aceptar la situación —los perros tienen que
ladrar— y calmadamente los hice entrar. Ambos incidentes me
enseñaron que cuando una persona experimenta eventos casi idénticos
y reacciona de dos maneras diferentes, no es el evento el que tiene
la importancia principal, sino la condición espiritual de la
persona. Los sentimientos vienen de adentro y no de circunstancias
exteriores. Cuando mi condición espiritual es positiva, yo reacciono
positivamente.
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