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jueves, 12 de octubre de 2023

Seguir aprendiendo siempre


 

Víctor Hugo Prado


De acuerdo con la ONU, la “educación es el fundamento básico para la construcción de cualquier sociedad. Es la inversión única que los países pueden realizar para construir sociedades equitativas, saludables y prósperas”. En el cuarto Objetivo del Desarrollo Sustentable (ODS), se señala que ésta, “permite la movilidad socioeconómica ascendente y es clave para salir de la pobreza. Coincido plenamente con ello.




La educación es sin duda, la fórmula para abatir problemas graves que vive nuestra sociedad como la desigualdad social, la violencia, la pobreza, la injusticia, la corrupción, la ineficacia gubernamental y una infinidad de asuntos más, en la medida que la escuela se apropie del compromiso de formar personas con alto espíritu social, con principios y valores determinantes para enfrentar los problemas complejos de la comunidad.


Al margen del tipo de formación y nivel educativo, la escuela nunca debe dejar de tocar aspectos que redimensionan al ser humano, con contenidos que de una u otra forma le den herramientas para dignificar la vida en todas sus expresiones, que promueva la sustentabilidad, que respete y aproveche de manera racional los recursos vitales como el agua, la naturaleza, las selvas, los bosques, los mares.





La escuela debe enseñar a amar. Amar a su prójimo, a su tierra, a su municipio, a su estado, a su país, en un ejercicio responsable de su ciudadanía. En ello va implícita la enseñanza de la cultura de paz que tanto necesita el país, acosado por la inseguridad y la violencia.


En la escuela, en el aula, en los laboratorios y talleres, debe enseñarse a todo estudiante a reconocer y respetar la diversidad política, social, religiosa, de género o, de cualquier forma. Enseñar a incluir a personas y grupos sociales, sobre todo a los más vulnerables. Debe enseñar a reconocer coincidencias y diferencias y a sacar provecho para ambas partes de ello. La escuela debe enseñar a que el conflicto siempre será parte de nuestras vidas, siempre estará en nuestros caminos y que el conflicto lejos de ser un obstáculo, será una oportunidad para encontrar soluciones creativas de alto valor.





La escuela debe enseñar que la educación, la formación o la capacitación no tiene fin. No termina cuando te han entregado el título universitario o cuando concluiste un nivel educativo. No, la escuela debe dejar abierta la posibilidad de seguir aprendiendo siempre. De ofrecer a sus egresados la oportunidad de reconocer nuevos temas y contenidos, sobre todo ahora, en tiempos de inteligencia artificial, robótica, metaversos y superaplicaciones. Antes de ello, la escuela debe seguir siendo el espacio para contribuir a formar mejores padres, mejores hijos, hermanos y ciudadanos; en conclusión, mejores seres humanos.


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