Homero Aguirre Enríquez
Hay
quienes creen que los asuntos internacionales no tienen que ver con
su vida cotidiana, con sus aspiraciones legítimas a una existencia
menos azarosa, más próspera y más segura; con mejorar las
condiciones materiales en que viven ellos, sus seres queridos, sus
amigos y sus compatriotas. Pero eso no es verdad. “Ningún hombre
es una isla”, como dijo John Donne. Muchos de los problemas que
enfrentan los individuos pertenecientes a una nación, son influidos
por lo que se planea y ejecuta en otras partes del mundo para someter
a otros pueblos al atraso, al saqueo e incluso al sometimiento
brutal. Una buena parte de la prosperidad y riqueza que ostentan y
gozan algunos países, se ha originado en las carencias y
sufrimientos de otros, que no podrán liberarse mientras no se
modifique suficientemente la correlación internacional de fuerzas,
lo cual se logrará solamente con la acción concertada y efectiva de
los sometidos.
A los mexicanos, habitantes de un país
dominado y empobrecido por el abuso de las potencias, nos haría bien
abordar con mente abierta las ideas que plantean la multipolaridad y
apoyar las acciones de todos aquellos que están pugnando por un
mundo que no se encuentre sometido por una potencia con poderes
económico y militar suficientes para imponer a toda costa sus ideas
e intereses a la mayoría de la humanidad. El asunto es de la mayor
importancia, pues el dominio unipolar ha traído graves consecuencias
a miles de millones de seres humanos que viven empobrecidos,
enfermos, en la ignorancia y sometidos a la violencia en sus diversas
formas. Son tan profundas las heridas del dominio unipolar que no se
podrán superar de manera individual y sin que se modifiquen las
relaciones internacionales de poder entre los países, lo cual no
será un proceso terso sino lleno de complicaciones y resistencias de
Estados Unidos y sus aliados, que no quieren abandonar el pedestal
privilegiado en que se encuentran desde hace muchos años.
“El
mundo es demasiado complejo y diverso para subordinarlo a un único
esquema, aunque detrás esté el poder, el enorme poder de Occidente,
acumulado durante siglos de política colonial (…) la prosperidad
de Occidente se consiguió en gran medida robando a las colonias a lo
largo de los siglos. Eso es un hecho. De hecho, este nivel de
desarrollo se alcanzó robando a todo el planeta (…) La historia de
Occidente es esencialmente una crónica de expansión sin fin. La
influencia occidental en el mundo es una enorme pirámide
militar-financiera, y siempre necesita nuevo combustible para
sostenerse: recursos naturales, tecnológicos, humanos, que
pertenecen a otros. Por eso Occidente no puede detenerse ni tiene
intención de hacerlo”, dijo ayer el presidente de Rusia, Vladimir
Putin, en el prestigiado Foro de Discusión de Valdai. Y cuando
hablamos de robo de territorio, de saqueo de recursos, de invasiones
armadas y de sometimiento económico, ideológico y militar padecidos
por nuestro país, los mexicanos somos un claro ejemplo de lo que un
pueblo puede llegar a sufrir y atrasarse en todos sentidos cuando una
potencia domina al mundo.
La Segunda Guerra Mundial
dirimió a favor de Estados Unidos el conflicto de quién debía
ostentar la supremacía mundial de los países capitalistas y de
inmediato este país se propuso evitar que surgiera otro país capaz
de disputarle la hegemonía mundial al mismo tiempo que hizo todo lo
necesario para debilitar y desaparecer el polo socialista que en ese
entonces representaba la Unión Soviética, lo cual ocurrió en 1991,
fecha desde la cual Estados Unidos se ha comportado como señor
indiscutible del planeta y no está dispuesto a compartir el poder y
las ganancias con nadie. Y no se trata simplemente de ver quién
tiene la razón y usa los mejores argumentos para que un mundo
unipolar se vuelva multipolar. “Los Estados Unidos no admiten
competidores de ninguna clase y en ningún terreno, o sea que no
están dispuestos permitir, y menos colaborar con el desarrollo de
los pueblos pobres de la tierra para evitar, según ellos, que puedan
llegar a convertirse en una amenaza a su dominio mundial”, escribió
el ingeniero Aquiles Córdova Morán, uno de los pensadores más
claros y contundentes sobre el tema. Y agregó: “Por eso les
provoca urticaria el discurso de Putin en favor de un mundo
multipolar, pues están convencidos de que, de ocurrir algo así,
tarde o temprano se volverá inevitable una nueva guerra, tal como
les enseñaron la primera y la segunda conflagraciones mundiales. En
consecuencia, antes que gastar sus recursos en el combate a la
pobreza, prefieren embarcarse en una nueva y costosísima carrera
armamentista cuya finalidad es obtener la superioridad militar
absoluta sobre Rusia, China y aliados, y así obligarlos al
sometimiento incondicional sin necesidad de llegar a una verdadera
guerra nuclear. El problema es que ni Rusia ni China están
dispuestas a rendirse a semejante chantaje atómico y se han puesto,
con toda razón y derecho, a afinar sus propias armas, al tiempo que
advierten, urbi et orbi, que su armamento es puramente defensivo pero
que no rehuirán ningún peligro si se les obliga a defenderse. La
paz mundial, pues, no depende de ellos, sino del desbocado
hegemonismo norteamericano”.
Sólo el crecimiento
económico, ideológico y militar de las fuerzas capaces de hacerle
contrapeso a los Estados Unidos podrá equilibrar las fuerzas y
generar un terreno mundial propicio para que las potencias no abusen
de los países debilitados por siglos de saqueo. Las luchas sociales
de los pueblos por su liberación, por construir economías fuertes
al mismo tiempo que lograr una distribución justa de la riqueza,
avanzarán más aprisa hacia sus objetivos si se consolida un sistema
internacional con varios polos de poder, por esa razón quienes
queremos un México próspero, justo, sin pobreza y sin violencia
debemos apoyar a los líderes y a los pueblos que defienden un mundo
multipolar.
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