Milton Iván Peralta
En
el mar de tus ojos amanece
y
se hace del azul un verde vivo
que
pone en tu mirada el dogma altivo
donde
mi fe desfallecida, crece.
Tus
ojos,
Elías Nandino
a
Lupe Rivera Marín.
María Guadalupe Marín Preciado (16 de octubre de 1895) fue una mujer que contribuyó a la gloria del muralismo mexicano; además de haberse convertido en parte de la historia del arte universal. “El libre albedrío es su ley, su don es la belleza”, la describe Juan Soriano. Influyó en ser de las primeras mujeres en romper estereotipos, entre la que destaca el de la mujer abnegada y permitirse muchas “libertades”; fue una de las musas de pintores y fotógrafos. Intentó brillar con luz propia a pesar de las sombras que le hacían sus maridos, Diego Rivera y Jorge Cuesta. Musa y escritora, belleza y furia, son algunos de los muchísimos adjetivos con los que podríamos describir a esta polémica mujer, en la cual siempre había dos tonalidades e hizo y obtuvo lo que siempre quiso. Gilberto Owen la describió:
La familia de Lupe Marín saldría a Guadalajara a principios del siglo XX, esto por problemas económicos que pasaba la familia. Vivieron en la céntrica calle de Morelos. Lupe desde pequeña fue una niña inquieta, no era de las que se quedaban sentadas, ella jugaba, brincaba, pero sobre todo se ensuciaba. Dicen que de joven gustaba de comprar las revistas de moda que venían de París Le Jardin des Modes y Vogue, desde estas páginas sabría de los cambios de la moda en Europa y trabajaría en la creación de sus propios vestidos, que la hacía ver bella, moderna y audaz. Su belleza resaltaba a todas luces gracias a su estilo de vestimenta a la moda italiana o francesa. Entre 1918 y 1920 se cortó el cabello y se dejó la falda tan corta como el pelo, este cambio de look se convirtió en un escándalo, Guadalupe Rivera Marín nos narra:
“Te encuentro en mi camino/cuando ya casi blanquea mi barba de peregrino…”
Esta anécdota la cuenta Juan José Arreola a Fernando del Paso en el libro Memoria y olvido de Juan José Arreola en las páginas 150 y 151. Aunque cabe destacar que Elena Poniatowska en su libro Dos veces única narra un poco diferente la anécdota y dice que David Alfaro Siqueiros se la contó a Diego Rivera:
“En la estación de Guadalajara, dos hermosas muchachas, María Labad y Lupe Marín, pidieron permiso de subir al tren. <<Queremos un autógrafo del célebre don Ramón María del Valle-Inclán y Montenegro, marqués de Bradomín y pariente del mexicano Roberto Montenegro>>.
Dos veces única, PP 30 y 31.
A cada paso Lupe rompía el corazón de los hombres, se fue a México decidida a casarse a un personaje que nada más conocía de “oídas” y en los diarios, fue tras Diego Rivera, quien en un primer momento se lo presentó el que era su amigo y novio de Lupe, Guadalupe Zuno, pero la amistad con el muralista surge con el apoyo del escritor Julio Torri. Diego Rivera inició el mito y plasmó para la posteridad a Lupe Marín. Lupe fue la segunda esposa de Diego, la primera fue Angelina Beloff, pero la primera en casarse a la iglesia, a pesar de su comunismo, las nupcias se realizaron en Guadalajara. La relación de ellos fue hasta el final turbia, pero llena de pasión. Ambos estuvieron involucrados en la política y en el renacimiento de la pintura mural de México. Dice Guadalupe Rivera Marín:
Es complicado saber de la relación de ellos dos, hay muchas historias, pero la mayoría se contradice, pero queda claro que para Lupe fue provechosa artísticamente, se colocó en el ojo del huracán de la cultura en México, se codeó con los políticos de las altas esferas. Es de aquí donde Lupe comienza a posar para fotógrafos de diferentes países como Edward Weston, o pintores como Juan Soriano y la misma Frida Kahlo. Siguió con amistad con algunos zapotlenses de su época, como lo era José Clemente Orozco, José Rolón y Guillermo Jiménez, la hija de este último en pláticas telefónicas me comentó que era común las tertulias entre estos personajes en Casa de Diego y Lupe, el tema principal casi siempre era Zapotlán, Lupe cocinaba y a veces era con comida tradicional de esta región del sur de Jalisco. Cabe destacar que era una gran cocinera y siempre era un placer probar sus platillos, Margarita Constanza Jiménez de Suárez comenta que “fue Lupe Marín quien enseñó a cocinar a Frida Kahlo”.
Su amistad con mujeres que marcaron época fue fundamental, entre ellas destaca Concha Michel, Carmen Mondragón, más conocida como “Nahui Olin”, Tina Modotti, a quien culpan del rompimiento con Rivera, fueron quienes ayudaron a crear ese movimiento feminista, fueron de las primeras mujeres “decentes” en posar para los pintores y quedar plasmadas en murales y cuadros, además en hablar abiertamente sobre temas de política, cosa que para la época estaba prohibido. Conocemos obra poética de Nahui Olin, como el de la recopilación de su obra Nahui Olin, sin principio ni fin. Vida, obra y varia invención, de Patricia Rosas Lopátegui. Lupe escribió dos novelas La única y Días Patrios. Pero para entender el contexto de ambas obras hay que conocer algo de la vida de ella.
LA ÚNICA Y DÍAS PATRIOS
Se habla de que Lupe Marín cansada de las aventuras románticas de Diego Rivera, pero sobre todo la que sería la última de su matrimonio, con Tina Modotti, y el pretexto para dar fin a la relación fue el viaje a Rusia de Diego para celebrar un aniversario de la revolución, esto en 1927.
“Ni Angelina en Europa ni Lupe Marín en México pudieron impedir que Diego se relacionara con otras mujeres durante su matrimonio. La relación amorosa de Rivera con Tina Modotti le fastidió la existencia a Lupe de tal manera que cuando Diego decidió emprender su primer viaje a la Unión Soviética ella lo amenazó con abandonarlo… y así fue. El carácter de la Marín llevó las cosas por otro lado; cuando el inquieto pintor regresó de su viaje encontró a la paloma negra en otro nido. Por ello Gilberto Owen, Salvador Novo, Xavier Villarutia y Jorge Cuesta, del grupo Contemporáneos, admiradores y seguidores de Paul Reverdy, agarraron a Rivera por su cuenta, produciendo críticas mordaces en su contra. No lo bajaban de cornudo y otras cosas.”
Un río, dos Riveras, pp 117.
Irónicamente Lupe nunca congenio con la parte comunista de Diego, lo apoyaba y le hacía compañía, pero queda claro que no compartía el mismo pensar. Cuando su marido se encontraba pintando; en casa de Mixcoalco, segunda planta, se reunían algunos literatos para compartir libros, hablar de literatura y del camino que debía tomar la cultura de México. Estas charlas con los Contemporáneos cambiarían la forma de pensar de Lupe, vería una cuestión cultural diferente a la de su marido, se reencontraría con la muchacha que en su juventud compraba revistas extranjeras para crear su vestimenta, ella que se decía “imposibilitada” para dibujar encontraría en las letras un desahogo y en cierta forma una vocación, dejaría de ser la musa, la modelo para poder ser la creadora de arte, de esto los responsables son: Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, José Gorostiza, Gilberto Owen, Elías Nandino, pero sobre todo Jorge Cuesta. Y es aquí donde se comienza a dar una relación con Cuesta, el carteo entre las veladas literarias, el cual viene a brotar con la casi huida de Diego a Rusia. Nandino nos narra estas visitas y algo sobre Lupe y Jorge:
“Lupe tenía una casa media pueblerina por el rumbo de Mixcoalco a la que nos invitaba a comer tamales, enchiladas y a jugar bridge, en la época en que ella estaba casada con Diego Rivera. Cuando Diego se fue a Rusia ella se quedó y siguió invitándonos. En esas reuniones ella y Jorge comenzaron a coquetear mutuamente y lo que tenía que pasar, pasó.
Después, Lupe le escribió a Diego que ella ya estaba con Jorge y que quería que le concediera el divorcio. Diego le contestó que sí se lo daba, siempre y cuando le reservara a él el segundo piso de esa casa a la que ella nos invitaba, para cuando él regresara de Rusia.”
Elías Nandino una vida no/velada, de Enrique Aguilar, página 128.
La relación con Jorge Cuesta fue calificada por Héctor Gamboa como:
“amor a primera incongruencia”
Redes, página 296.
Porque Lupe era todo lo contrario a Jorge tanto en capacidad intelectual como en belleza. Además, Cuesta le daba por reflexionar todo, cada detalle, muchos de sus conocidos dicen que no reflexionó lo que podría pasar en dicha relación. Y el tiempo dio la razón, el matrimonio no duró mucho, de 1930 a 1932, el carácter fuerte, difícil de ambos no pudo congeniar, su unión no acabó bien. La relación dio un hijo el 13 de marzo de 1930, Antonio Cuesta Marín.
“Culminó en chismes y conflictos familiares que Lupe contó en sus novelas La Única y Días Patrios.
Finalmente, Lupe y Cuesta se divorciaron, ella enfermó. Tuvo un shock nervioso y sufrió mucho.”
Elías Nandino una vida no/velada, de Enrique Aguilar, página 128.
“en un hogar que es abandonado por la propia Lupe y en donde el padre soltero realiza experimentos consigo mismo que alguna vez lo llevaron a sufrir pérdidas de conciencia frente a su hijo. En Itinerario de disidencia, Jorge Cuesta (1903-1942), Louis Panabière narra cómo Jorge Cuesta le pide a Gilberto Owen “que le quitara a su hijo, pues un impulso que lo atemorizaba, lo hacía sentirse atraído por él”.
“la única mujer de la tierra de las tapatías que salía valientemente al balcón de su casa gritando con voz de macha: “¡Viva Carranza!” cuando nuestras tropas victoriosas llegaban a la capital de Jalisco”.
“personaje que en la ciudad de México, todavía reducida y moralista, encarnó la rebeldía sin pretensiones ideológicas, la irreverencia que es un nuevo sistema valorativo, la maledicencia como la vía más corta al juicio casi siempre exacto. Soriano la recuerda muy atrevida, muy tremenda, muy intransigente, muy guapa, muy majestuosa, muy peleonera y sabe que así se conservó en el último momento.”
Mínima crónica. Juan Soriano en sus 70 años. Rostros de Lupe Marín.
Para algunos es una de las primeras mujeres en el movimiento feminista. Entre las costumbres que rompió fue en perder un poco el retoque de la mujer fina y como decían “muñequitas”, la mujer fuera del hogar y con una liberación sexual. De las primeras mujeres en usar faldas más cortas, no hasta los tobillos, hablar en público –aunque nos parezca ridículo- con palabras altisonantes, ser modelo de pintores y posar hasta desnuda para ellos, cosas que nada más lo hacían las prostitutas, no las damas de bien. Traer el pelo corto, como “hombre”, opinar en temas ajenos a las damas, y una larga lista de detalles que ahora son permitidos. Pero Lupe quiso sobresalir más allá de su belleza, sí, aunque fue modelo de grandes pintores como Diego Rivera, Frida Kahlo, Juan Soriano, de grandes fotógrafos como Edward Weston e intentó hacerse un nombre a la sombra de su marido, el gran muralista Diego Rivera. También tuvo el atrevimiento de publicar dos novelas, ese hecho la hace ser considerada entre las primeas en lograrlo con apoyo de una editorial y no de su bolsillo. “Un día patrio” en 1941 y “La única” en 1938. Ambas obras polémicas, “Un día patrio” Lupe tiene el descaro de realizar comentarios de la vida política nacional, no permitido a las mujeres, pero por ser intelectual pudo darse ese lujo. Es un libro muy personal, donde uno puede darse cuenta de los sentires y de los pensamientos de esta dama zapotlense. “La única” le costó mucho a Marín, fue un libro polémico que dejó entrever un gran problema entre Jorge Cuesta, Diego Rivera y ella, la intelectualidad mexicana “vetó” por muchos años la figura de Guadalupe Marín, siendo lo que la tiene velada hasta nuestros días. Se dice que Elena Poniatowska editará una biografía de ella, esperemos que así sea.
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