Carlos Enrique Návez Luis
Es del
conocimiento general, de la ciencia y de las instituciones que, dada
la ubicación geográfica de México, éste se encuentra expuesto al
riesgo permanente de enfrentar contingencias derivadas de fenómenos
naturales como huracanes, sismos, actividad volcánica, inundaciones,
deslaves, incendios y sequias, que junto al crecimiento de la
población que reside en las zonas de alto riesgo requiere una
atención especial por parte del gobierno, tanto en materia de
personal como de recursos públicos. México es considerado por la
ONU como uno de los países con mayor riesgo por fenómenos
naturales.
En 1996 se comenzó a diseñar el Fondo Nacional de
Desastres Naturales (FONDEN), que, a decir de Fausto Hernández
Trillo, uno de los diseñadores del FONDEN, la motivación se tomó
de los desastres que azotaron la Península de Yucatán, Tabasco y
Veracruz en 1995, lo cual se aunaba a la crisis económica que tuvo
México en ese año. El gobierno tuvo que resignar presupuesto para
reconstruir gran parte de la infraestructura pública (carreteras,
edificios, sistema eléctrico, etc.), así como para apoyar a los
sectores más marginados. Y sería hasta 1999 cuando se
instrumentaría este fondo con sus reglas de operaciones.
Desde
su creación, el objetivo del FONDEN fue la autorización y
aplicación de recursos para mitigar los efectos que produzca un
fenómeno natural perturbador, que permita apoyar a los estados,
dependencias y entidades cuando los daños ocasionados superan su
capacidad financiera y operativa dentro del Sistema Nacional de
Protección Civil, así como también en mitigar los daños
ocasionados a las viviendas de la población de bajos ingresos
afectadas por los fenómenos naturales, es decir, se creaba un fondo
para atender los daños ocasionados a la infraestructura pública y a
los sectores de más bajos ingresos con el propósito de ayudar a su
recuperación, principalmente en vivienda.
Sin embargo, después
de operar durante veintiún años, el gobierno de López Obrador, a
través de la bancada del partido Morena en la Cámara de Diputados,
eliminó el fideicomiso del FONDEN con la excusa de que era un
instrumento plagado de corrupción, una “caja chica millonaria”
con la cual se compraba a precios elevados. A partir de 2021 el
recurso del fondo comenzó a vaciarse con alrededor de 35 mil 140
millones de pesos a finales de 2020, a disposición de la Secretaría
de Hacienda y Crédito Público (SHCP). En su lugar quedó un
programa con el mismo nombre, que se encuentra sujeto a la
transferencia directa de recursos de la SHCP a las dependencias como
la Secretaría de la Defensa Nacional o a los estados, según
declaraciones de la misma SHCP.
Nos encontramos ante la
imposición de los caprichos de López Obrador quien, como se sabe y
se ha visto, controla la asignación de presupuestos a través de la
SHCP. Su lema de combate a la corrupción solo es un membrete para
poder utilizar a su disposición los recursos que anteriormente se
podían destinar automáticamente para los casos de emergencia como
los desastres naturales. Cada año se observa como cada vez más los
recursos públicos se dirigen indiscriminadamente a los “proyectos
especiales” de López Obrador: AIFA, Tren Maya y la refinería de
Dos Bocas, los cuales han costado la mayor parte del presupuesto de
los últimos cinco años de las que no se ha visto ningún beneficio
directo para los sectores más humildes. En el caso de los recursos
del FONDEN, durante 2021 y 2022 el gobierno de Andrés Manuel López
Obrador presupuestó más de 17 mil 700 millones de pesos al FONDEN,
sin embargo, solo se usaron mil 727 millones para el propósito del
fondo, mientras los 16 mil restantes se destinaron a los proyectos
emblemáticos de este gobierno (El Universal, 2023).
Año tras
año se observa cómo los desastres naturales acaparan gran atención
por el impacto significativo en la población mexicana. Este año,
casos como la actividad volcánica del Popocatépetl, los sismos
registrados en la zona centro y costera sur del país, los huracanes
Lidia, Norma y, el más reciente, Otis, demuestran el riesgo
constante al que se enfrenta la población. Si de por si el pueblo
mexicano sufre atrocidades como la pobreza, la delincuencia y la
marginación, ahora el impacto de los desastres naturales suma una
nueva tragedia.
Es momento que el pueblo de México despierte,
abra los ojos, y se dé cuenta de que a 5 años del inicio del
gobierno de López Obrador se ha demostrado que nunca fue un gobierno
del pueblo, por lo que es necesario que se forme y se consolide uno
realmente emanado del pueblo y que gobierno para éste. De lo
contrario, seguiremos pagando los de siempre: los más pobres.
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