Fernando
G. Castolo*
Por nuestro también diplomático, corría una sangre creativa de gran sensibilidad; sin embargo, a la par de sus logros en la ciudad de México y el extranjero, otra figura capital se desarrollaba en Guadalajara; un pariente del que poco se ha investigado y publicado. Se trata del escritor José Álvaro Leonor Ochoa Cuéllar, un destacado intelectual de la primera mitad del siglo XX.
En el Zapotlán decimonónico existió una emblemática familia conformada por don José María Félix Ramón de Jesús Urzúa Barragán y doña María Felícitas Rojas Gutiérrez; una de sus hijas, doña María de la Merced Urzúa Rojas, casaría con el rico comerciante don José María Donato Fausto Ochoa Galván, quienes, a la postre, serán los abuelos de Álvaro Leonor Ochoa.
Otra hija fue doña María de Jesús Urzúa Rojas, quien casaría con el notable abogado don José de Jesús Próspero Jiménez Ulloa, abuelos de Guillermo Jiménez. De tal suerte que Álvaro y Guillermo eran primos en segundo grado.
Nuestro olvidado escritor Álvaro Leonor Ochoa nació en Ciudad Guzmán el 7 de agosto de 1888 (tres años antes que Guillermo) y muy pequeño se radicó en Guadalajara. Su biógrafa, la investigadora Sara Velasco, nos dice que su extravagante y numerosa obra fue publicada entre 1918 y 1942.
Estudió en el Liceo de Varones, donde fue compañero del célebre José Guadalupe Zuno; además, tuvo una importante relación epistolar nada menos que con el intelectual Miguel de Unamuno, cartas que eran remitidas a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores por conducto de su primo Guillermo Jiménez.
Adalberto Navarro Sánchez califica a Álvaro Leonor como un "misántropo con todas las características de un hijo del romanticismo". Los libros de Álvaro Leonor Ochoa, comenta Emmanuel Carballo, son raros, diferentes y originales, "por lo estrambótico de sus portadas, encuadernación y tipografía, son únicos".
Mientras que Oto Lear (Alfredo Loreto) comenta que sus libros son "exóticos en su pasta, en su lenguaje y en su formato: distinción que rechaza lo vulgar, lo común, lo mediocre". El listado de estos libros, caracterizados por tirajes mínimos de 30 o 50 ejemplares, de pastas artesanales en yute, petate o sarape, asciende a 54, y muchas de estas rarezas se localizan en fondos de la Biblioteca Pública del Estado "Juan José Arreola", en la Biblioteca Álvarez del Castillo o en la Casa Zuno.
Álvaro Leonor Ochoa Cuéllar fallecería en la propia Guadalajara el 11 de febrero de 1953. El nombre de este ilustre zapotlense aún yace en las sombras del anonimato. Bien valdría la pena una tesis doctoral sobre su escasamente investigada vida y obra.
*Historiador e investigador.
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