Fernando G. Castolo
Esta águila real tenía sus alas extendidas, como si estuviese en vuelo, sosteniendo con el pico un trozo de cadena. Yo la conocí en un rincón del taller de cantería de don José Hernández, sobre la calle Cuauhtémoc, quien la había rescatado de los escombros.
Pienso que esa águila real fue retirada al tiempo en que fue intervenido el Palacio de Gobierno Municipal, hacia el año de 1970. Los años pasaron y, en una de esas charlas informarles, el entonces cronista Juan S. Vizcaíno, sacó a colación información sobre este ornamento que adornaba la fachada principal.
En esta charla estaba presente el taxidermista Antonio Urzúa Becerra quien también era un excelente escultor. Él propuso la idea de rescatar este icono del edificio institucional. Se ofreció a realizar una escultura que representara el Escudo Nacional. La iniciativa fue aprobada por las autoridades gubernamentales y muy pronto se cristalizó el proyecto.
Las visitas al taller de Urzúa Becerra, por parte de Vizcaíno, eran continuas, a fin de observar avances, proporciones y gusto estético. Finalmente, se decidió ponerle fecha para su instalación, coronando la espadaña de la fachada principal del Palacio de Gobierno Municipal.
El acontecimiento, ante la expectante comunidad que observaba la grúa que instalaba en su lugar la hermosa escultura, tuvo verificativo el 19 de septiembre de 1998. El águila real devorando la serpiente, símbolo nacional, cumple su primer cuarto de siglo y, esperemos, que perviva por muchos años más. Nuestro homenaje y reconocimiento al taxidermista y escultor Antonio Urzúa Becerra por este legado municipal que es parte de nuestra riqueza patrimonial.
*Historiador e investigador.
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