Mi estabilidad me llegó al tratar de
dar, no de exigir que se me diera.
— Lo mejor de Bill,
p. 43
Mientras que yo trate, con alma y corazón, de
pasar a otros lo que otros me pasaron a mí, y no exija nada a
cambio, la vida es buena.
Antes de entrar al programa de
Alcohólicos Anónimos nunca fui capaz de dar sin exigir algo a
cambio. Muy poco sabía yo que, una vez que empezara a dar libremente
de mí mismo, comenzaría a recibir, sin nunca esperar o exigir nada.
Lo que recibo hoy es el don de la “estabilidad”, como le pasó a
Bill: estabilidad en mi programa A.A. y estabilidad dentro de mí
mismo; pero sobre todo, estabilidad en mi relación con mi Poder
Superior, a quien yo he elegido llamar Dios.
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