Homero Aguirre Enríquez
En medio de la polvareda mediática desatada por la clase política agrupada en los distintos partidos, en su batalla por hacerse del gobierno del país, casi nadie presta atención en serio a los padecimientos que a diario viven millones de mexicanos en su penosa vida de mucho trabajo, poco descanso, escaso bienestar y mucho peligro para ellos y sus descendientes, y menos aún se piensa en soluciones verdaderas. Pero el que no se preste atención a la realidad no hará que esta desaparezca. Ignorar ese volcán formado por un pueblo inconforme ha sido el error de las clases dominantes a lo largo de la historia.
Los actuales gobernantes hacen como que no ven a esa gente y sus problemas, inventan “realidades alternas” falazmente construidas con datos inventados y un cinismo que algún día tendrán que pagar con creces, corrompen a los dirigentes venales, mediatizan la inconformidad chantajeando al pueblo para que se conforme con migajas de la riqueza social, persiguen a los lideres sociales más tenaces e inteligentes y atacan sus movilizaciones cuando ven la ola de inconformidad crecer o trascender. La táctica no es nueva, no es de su invención, pero la han perfeccionado.
Por su parte, quienes ahora buscan el poder político desde la oposición a la que fueron desplazados, no han hecho público, o no tienen, ningún plan serio para acabar con la mala distribución de la riqueza, con la atroz pobreza que eso provoca y con toda la degradación espiritual que todo eso sumado acarrea a los mexicanos. No hallan como hacerlo; con matices, pero cuando estuvieron en el poder se pusieron al lado de los mismos intereses económicos y adoptaron casi la misma actitud que toman hoy los morenistas. Tendrán que reinventarse, lo cual suena casi milagroso.
Sea como sea, la temperatura social aumenta paulatinamente porque la gente no vive de votos. En esta semana se realizaron varias manifestaciones protagonizadas por mexicanos organizados en el Movimiento Antorchista. Las peticiones hechas a las autoridades y la respuesta de los funcionarios morenistas de Veracruz, Oaxaca y la Ciudad de México comprueban lo antes dicho en este escrito: los manifestantes tienen muchas necesidades básicas, algunas agravadas respecto a las que padecieron antes de la llegada de AMLO, pero no hay soluciones y tampoco encuentran un gobierno que los atienda, los respete y con hechos los aliente a construir juntos un país próspero y justo.
Los manifestantes, que previamente habían gastado meses de tediosas gestiones y algunos sufrido el acoso judicial ordenado desde las oficinas del gobernador, como ocurrió en Veracruz, se fueron sin soluciones a sus carencias de agua, luz, drenaje, carreteras, clínicas y muchas otras más cuya realidad y necesidad se puede comprobar en cualquier colonia o pueblo del país de las que aún es posible entrar sin salvoconducto. En la capital del país, hasta hace poco gobernada por Claudia Sheinbaum, la favorita de AMLO a la presidencia, las cosas no han sido muy distintas: cero soluciones y endurecimiento de la política gubernamental. Ayer mismo, una manifestación que pedía servicios básicos fue recibida a empellones por empleados de la alcaldía Tláhuac, que “gobierna” la morenista Berenice Hernández, mientras decenas de camiones del gobierno rodeaban la explanada para impedir la instalación de un plantón, que a estas horas aún corre riesgo de desalojo.
Para quienes piensen que estos casos son aislados, casi islas de pobreza y marginación en medio de un océano de abundancia y buen gobierno, les aclaro que no es así. Por ejemplo, si hablamos de lo más básico, del agua potable disponible en los hogares, el sexenio de AMLO cerrará sin haber avanzado ni una micra en la solución de ese problema. Raúl Rodríguez Márquez, presidente del Consejo Consultivo del Agua, declaró hace un par de meses: “El censo del Inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) reflejó que hasta el año 2021 había cerca de 20 o 21 millones de mexicanos que no tienen agua potable diariamente, que tiene que estarla teniendo por tandas o acarreándola o trayéndola de lugares muy lejanos” [… ]“Mencionó que esa situación se soluciona de una sola forma: con presupuesto. Sin embargo, afirmó que esos recursos se han destinado a grandes obras y no a garantizar el acceso diario a agua potable para toda la población del país” (forbes.com.mx, 23 de junio 2023).
Datos igualmente masivos y denunciadores de la pobreza y marginación que sufren millones de mexicanos son los que se refieren a la carencia de vivienda, cuya carencia es una verdadera tragedia para quien desee formar una familia y necesita donde vivir sin hacinarse. Pues bien, en México, según datos oficiales, hay una carencia de 9 millones de viviendas, lo que afecta a más de 36 millones de mexicanos. El primer semestre de este año es el periodo en el que menos viviendas se han construido desde hace una década.
Si hablamos de construcción de carreteras, durante este gobierno disminuyó la red carretera pues cientos de kilómetros se han deteriorado y son muy pocas las nuevas carreteras. ”De acuerdo con un informe oficial, la red nacional de carreteras pierde 10 mil 020 kilómetros de 2018 a 2020, es decir, poco más de tres veces el largo del territorio de México. La pérdida de kilómetros de la red nacional de carreteras es algo que no había ocurrido en por lo menos 24 años. Además, el gasto de obra pública para el mantenimiento y construcción de carreteras ha disminuido en un 34.9% de 2019 a 2022, es decir, una tercera parte en 3 años. En el mismo periodo, no se han gastado 3 mil 049 millones de pesos destinados para carreteras. ¿A donde fue todo ese dinero? Seguramente a Pemex, megaobras y programas sociales.” (lupalegislativa.mx, 9 de julio 2022).
Estos problemas y otros similares e igualmente graves que padece la mayoría del pueblo mexicano, empobrecido, sobreexplotado y marginado, no se resuelven con “tarjetas de ayuda”, que se financian con lo que se recorta de otro lado, sino con un gobierno que tome acciones enérgicas, que no es sinónimo de violentas, para redistribuir la riqueza nacional mediante una política fiscal progresiva, crear empleos, subir salarios y verdaderamente incrementar el gasto público a favor de los que menos tienen; no con migajas sino con verdadero desarrollo. Ahora que vengan las elecciones nos daremos cuenta que no hay quien esté planteando esta solución. Tendremos que esperar a que crezca, se eduque y madure la fuerza social que lo haga posible.
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