Aunque sabían que tenían que ayudar a otros
alcohólicos para permanecer sobrios, este motivo se volvió
secundario. Fue superado por la felicidad que encontraron en darse a
otros.
— Alcohólicos Anónimos, p. 159
Para
mí, estas palabras se refieren a una transferencia de poder, a
través del cual, Dios, como yo lo concibo, entra en mi vida. Con la
oración y la meditación, yo abro canales y luego establezco y
mejoro mi contacto consciente con Dios. Entonces, por la acción
recibo el poder que necesito para mantener mi sobriedad cada día.
Manteniendo mi condición espiritual, dando a otros lo que tan
gratuitamente se me ha dado a mí, se me concede el indulto diario.
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