En este valle de lirismo, donde los hijos nacen danzando y tocando,
nació uno de dedos finos y pasión de fuego, como fuente de sus
notas musicales escapó de este valle amurallado y recorrió el mundo
llevando entre sus manos de seda un arco y cuerdas.
“Y
bien, estás aquí Aurelio Fuentes/en tu ciudad natal, suriana y
bella. /¿A transitado tu recuerdo en ella?/¿Qué clase de emoción
ahora sientes?”, así lo recuerda en un poema “A manera de
homenaje”, Ramón Rojas Chávez (+), a nuestro homenajeado el día
de hoy.
Aurelio Fuentes
nació en Ciudad Guzmán, Jal., el 25 de septiembre de 1901. Sus
padres fueron D. Joaquín Fuentes y Dña. Simona Trujillo. Fue
violinista y director de orquesta.
Fue el seno familiar
importante para que Aurelio Fuentes comenzara por el gusto de la
música, nos lo cuenta su sobrino Rubén Fuentes, en el libro “Dicen
que pasa la vida soñando”, de Alejandro Aquino, en la página 21:
“pero su destino comenzó a gestarse -el de Rubén Fuentes- cuando
sus abuelos Joaquín Fuentes Mendoza y Simona Trujillo Núñez
observaron que dos de sus hijos se decantaban por la carrera musical:
Aurelio y Agustín -este último padre de Rubén. El primero, muy
joven marchó a la ciudad de México y tomó clases en el
Conservatorio Nacional de Música con el maestro Luis G. Saloma,
después viajó a Alemania y por un corto periodo de tiempo fue
miembro de la Hochschule für Musik (Escuela de Música) de Berlín.
En el Conservatorio conoció a otro zapotlense, José Rolón, un
músico que Rubén Fuentes siempre ha admirado y considera un artista
incomprendido, incluso superior a Blas Galindo”.
VIAJE A MÉXICO
Aurelio hace un
primer viaje a la ciudad de México, Rubén Fuentes nos da señas del
viaje del tío, ya que narra que le tocó vivir de cerca y ser
testigo de la llamada Decena Trágica, el golpe militar para derrocar
al presidente de la república, Francisco I Madero, en 1913, “en
medio de la sublevación consigue trabajo, tocaba el flautín para
entretener a las tropas. Optó por ese pequeño instrumento porque
podía llevar consigo de manera discreta. Lejos de comprender
ideologías políticas, tocó durante el conflicto armado para
carrancistas y villistas”, nos lo cuenta en la página 22. También
nos comenta Rubén Fuentes, que, dado a esta circunstancia, su tío
decide volver en 1915 a Zapotlán para reunirse con la familia.
Pero regresa a la capital en 1917, según datos de Pedro Vargas
Ávalos, en su libro Un día un jalisciense para ahora sí
entrar al Conservatorio Nacional, donde se graduaría de concertista,
esta fecha nos lo confirma el “Corrido Di Aurelio fuentes”, de
Juan José Escorza.
Sus maestros en el antiguo establecimiento fueron ilustres: Luis G.
Saloma en violín, Gustavo E. Campa en armonía y análisis musical,
Estanislao Mejía en conjuntos corales y en otras materias. También
hace amistad y recibe enseñanzas extra cátedra de Carlos J.
Meneses, pianista y director de orquesta, de Julián Carrillo,
compositor y violinista y Manuel M. Ponce, compositor.
En 1924
obtuvo el premio "Juan Sebastián Bach", para violinistas
mexicanos. El jurado fue integrado por: Alberto Amaya, como
presidente, Silvestre Revueltas y Esequiel Sierra. La medalla y el
diploma le fue entregado por el entonces secretario de Educación
Pública, José Vasconcelos. En el año de 1925, se gradúa como
violinista del Conservatorio Nacional, realizando su ceremonia de
titulación el 17 de agosto de 1925, en el anfiteatro Bolívar, en la
ciudad de México
Pero Humberto Musacchio, en su “Diccionario
enciclopédico de México”, tomo II, comenta que entre 1926 y 1927
realiza la gira por Estados Unidos, tocando el violín concertino en
la orquesta Típica de México. La gira fue de seis meses y visitaron
poco más de cien ciudades.
VIAJE A PARÍS
Tras el éxito
anterior, decide trasladarse a Europa “a perfeccionar sus estudios
en París, en la Escuela Superior de Música, en la cual duró cinco
años, siendo alumno de Thibaud, Enesco, Andolfi y de Madame Taullet,
que, por cierto, años antes había sido maestra de otro zapotlense,
José Rolón.
Esta estancia se convertiría en pieza
fundamental para la carrera de Aurelio Fuentes, no solo por el
aprendizaje, sino porque comenzó a obtener los premios
internacionales y la benevolencia de la crítica, destaca el Primer
Premio, que lo gana entre poco más de setenta competidores del
Concurso a los que anualmente convocaba la “Association Leopold
Bellan”, institución fundada en 1884 y coronada por la Academia
Francesa. Otro premio a destacar fue el de “L´Ecore Superieure de
Musique et Declamation de París” (La escuela Superior de Música y
Declamación de París), escuela que trabajaba bajo los mismos planes
de Estudios del Conservatorio de París.
Estos premios y
diferentes conciertos que dio en esta primera época, un texto
comenta: “La crítica extranjera confirmó las esperanzas fundadas
en este joven artista”. La prensa parisina destacaba de Aurelio
Fuentes “dotado de una gran comprensión musical y poseedor de una
sólida técnica, a lo cual se une a un robusto temperamento de
artista, Aurelio Fuentes está llamado a ocupar un lugar prominente
entre los mejores violinistas de la época”. Esto entre los años
de 1929 y 1930.
Daré tres ejemplos
de la prensa francesa nos da sobre Aurelio Fuentes:
DE
MORGEN POST, nos regala una reseña del concierto que tuvo en
Amberes, en diciembre de 1929, en la sala de Conservatorio de
Bruselas: “El violinista Aurelio Fuentes, que ha llamado nuestra
atención esta noche, es un joven mexicano que vino a Europa, a
París, a ponerse en manos de un profesor que ha reconocido su
talento. De París nos ha traído un clasismo muy correcto. Su dedeo
y golpe de arco son de una facilidad muy satisfactoria y esto se
agrega un don de entonación muy personal que hacen reconocer en él
algo de su raza”.
Mientras que el
periódico LE NATIONALE BRUXELLOIS, de Bruselas en abril de 1930,
comenta: “Los artistas nos arriban de todos los países. He aquí a
Aurelio Fuentes, que nos viene de México. Él ha obtenido brillantes
éxitos en sus “tourneés” y fue acogido favorablemente en París,
y en diciembre en Ámberes; su técnica es excelente, fácil y
vigorosa, el sonido de bella calidad y el estilo bien apropiado a las
obras interpretadas”.
LE MONDE
MUSICAL, revista especializada de París, escribió en febrero de
1931, una buena crítica, pero también nos regala un comentario
sobre los compositores que interpretaba y una idea de su calidad.
“Desde el concierto de Vivaldi, nos sentimos en presencia de un
verdadero artista y FUENTES continúa su triunfo con esta prueba
formidable que es al Partita en mi mayor de Bach.- Juan de Tercero
fue su pertenencia en la Sonata de Brahms y ambos realizaron una
excelente interpretación.- Gran éxito para los cantos de España J.
Nin, teniendo a su cargo el autor del piano”.
Con
estos tres ejemplos, podemos darnos cuenta que la crítica fue
halagadora con Aurelio Fuentes, que por esos años tenía entre 28 y
29 años de edad, muy joven.
MAESTRO
Aurelio
Fuentes se integra como maestro en 1941, en la facultad de Música de
la UNAM, donde enseña conjuntos corales y solfeo. En 1946 se
convierte en titular de la cátedra de violín. En 1958 se hace cargo
de la dirección de la Orquesta de Alumnos. En 1943 ingresó al
personal docente del Conservatorio Nacional, donde se hace cargo de
la clase de Conjuntos de Cámara y en 1959 gana la oposición de la
cátedra de violín.
Aquí haremos un alto, porque dicha
cátedra le trajo algunos problemas, así nos lo hace constatar el
propio Aurelio Fuentes en una carta dirigida a Luis Sandi, jefe de
departamento de Músicos de Bellas Artes, la cual está fechada el 18
de octubre de 1959.
“Después de la
platica de ayer en la que te serviste informarme de las protestas de
algunos concursantes sobre el fallo a mi favor en el concurso para
ocupar la plaza de maestro de violín en el Conservatorio Nacional y
aunque estas protestas en nada pueden afectan el fallo del jurado que
previamente se anunció como inapelable, me he quedado meditando
sobre la desgracia de que el trabajo honrado y callado, sin bombo ni
platillos, no se aprecia. Esto me entristece, pero al mismo tiempo lo
celebro, porque me decidí a tomar una necesaria determinación que
te propondré más adelante”.
En esta carta, habla de una
carrera musical de 20 años, destaca que no ha sido profesor de
violín, pero sí de otras materias en el propio Conservatorio. Habla
de los trabajos y lo que le inculca a sus alumnos de otras materias y
otras escuelas, “yo soy enemigo de despertar vanidades en mis
jóvenes alumnos, siempre los he presentado en el ambiente y decoro
que creo debe ser así, no explotarlos como publicidad personal”.
Le recuerda en la carta que desde hace 13 años es maestro de
violín.
En la carta destaca un dato interesante que pocas
veces se menciona en el curricular de Aurelio, habla cuatro idiomas:
“en lo particular tengo también buen número de alumnos, hay la
feliz circunstancia de que puedo enseñar cuatro idiomas, y esto me
favorece en clientela”.
Al final, Fuentes hace una propuesta
para, de un cierto modo, volver hacer las pruebas que él ya paso
pero sus críticos no, básicamente tres pruebas y pide que se
realicen en lo inmediato, aunque no hay una respuesta ni más datos,
lo que la historia nos marca es que se quedó dando las clases que
había ganado legalmente.
Uno de los alumnos
de Aurelio Fuentes fue Orlando Otey (Olín), (n. cd. de México, 1o
feb. 1925). Pianista y compositor. Inició sus estudios musicales
guiado por su madre. A los cuatro años debutó como recitalista en
el teatro Iris. En 1931 comenzó sus estudios con el maestro Luis
Moctezuma y en 1939 ingresó a la Escuela Nacional de Música de la
UNAM, donde fue alumno de Haro y Tamaríz, Carrillo, Ponce y Aurelio
Fuentes. Diccionario Enciclopédico de Música en México, Gabriel
Pareyón.
Fundó la Sociedad de Conciertos de Música de Cámara de México.
Dirigió la Escuela Nacional de Música de 1960 a 1964. Además, fue
fundador del Seminario de Cultura Mexicana en 1944.
ZAPOTLÁN EL GRANDE
“Zapotlán es una novia difícil de olvidar”, ya lo decía Juan
José Arreola, y su terruño no pudo perderse de conocer y escuchar a
Aurelio Fuentes, el primero que tengo registro fue el sábado 21de
enero de 1922, fue anunciado como único gran concierto, y el
programa decía así: “del joven violinista Aurelio Fuentes, violín
primero de la Orquesta del Conservatorio Nacional de México, con la
cooperación del distinguido pianista: Filemón Núñez.
Otro concierto fue el 17 de octubre de 1925, cuando Zapotlán tuvo la
oportunidad de tenerlo en concierto, y fue presentando con bombo y
planillo, el programa de mano dice así: “¡Gran acontecimiento
artístico!, por primera vez en Ciudad Guzmán, un exclusivo
concierto de violín, nuestro coterráneo el ya notable violinista,
Aurelio Fuentes, dedicado a la culta sociedad guzmanense”, lo
acompaño en el piano Manuel de Jesús Arechiga, de la Academia
“Serratos” de Guadalajara, este concierto se dio en el teatro
Royal. Tocó temas de Bach, Haendel, Schubert, Sarasate, entre otros.
“De vez en cuando, después de alguno de sus conciertos en la
ciudad de México, y sobre todo cuando había pasado tiempo sin
vernos, mi padre invitaba a Aurelio Fuentes a nuestra casa a cenar,
ahí, se reunían con otros amigos, los cuales destacan otros
zapotlenses y músicos: Luis Guzmán Velasco y José Rolón”, esto
me lo cuenta doña Margarita Constanza Jiménez de Suárez, al
preguntarle sobre si su padre, Guillermo Jiménez, había conocido a
nuestro homenajeado, la respuesta fue un sí, esto porque su padre
era una figura importante en el medio cultural, además de que
siempre quiso apoyar y estar cercano a su gente.
Cabe
destacar, que fue declarado Hijo Ilustre en 1931, siendo el primero
en recibir esta distinción.
Un lunes 29 de mayo de 1939, en la
sala cinema “Juárez”, Aurelio Fuentes hizo un único concierto,
con la cooperación en el piano de Juan D. Tercero, profesor del
Conservatorio Nacional. En el programa podemos ver que tocó algunos
temas de: Beethoven, Vitali, Mozart, Fiocco, Ponce-Fuentes entre
otros.
Detrás de este programa, vienen algunas frases de la
crítica en Europa le hace a nuestro coterráneo, “han estado de
acuerdo los grandes críticos de París, Amberes, Bruselas, Berlín,
Viena, Atenas, Lisboa, etc. en que Aurelio es “un notable artista”,
“de la mejor escuela”, “de sentimiento profundo”, “de
técnica y expresión extraordinarias”.
“Todos han alabado
su “sólida musicalidad y estilo”, “su tono bello y expresivo”,
“considerable saber”, “sorprendente y brillante virtuosidad”,
“profundo, serio y de gran estilo”, y rematan con la siguiente
frase: “uno de los mejores violinistas de la época”.
Su cercanía con Zapotlán fue mucha, se sabe que cada que podía
venía a vacacionar para ver a la familia y a los amigos, sin dejar
la oportunidad de tocar para su tierra, uno de los tantos conciertos
que dio uno de ellos fue para recabar fondos para la Banda
“Zapotlán”, el concierto fue en el Club “Saro”, en Reforma
49.
Además, Aurelio Fuentes fue homenajeado por el Grupo Cultural “José
Clemente Orozco” en el año de 1970, cuando recibió Presea de
Reconocimiento por su artística labor musical, aquí, en Zapotlán
el Grande. Además, recibió la presea “José Clemente Orozco”
por parte del Congreso del estado, con número de decreto 5974.
La importancia de la visita de Aurelio Fuentes a Zapotlán, era tal
que hasta los medios de comunicación locales hacían referencia, es
el caso del Plus Ultra, dirigido por J. Manuel Ponce, destaco la nota
del 4 de agosto de 1932, la cual en las páginas internas titulan
“Viajeros”, la cual comenta en pocas líneas: “El domingo
pasado y después de una interesante gira artística, regresó a ésta
ciudad, procedente de la metrópoli, el artista Aurelio Fuentes,
proponiéndose pasar entre sus familias una temporada de descanso”.
En la biografía de Rubén Fuentes comenta: “se cuenta que su fama
era tal que el pueblo de Ciudad Guzmán le recibió en la estación
del ferrocarril con música después de su primer periplo europeo”,
ahí mismo confiesa que su tío Aurelio “se convirtió en la medida
de todas las cosas, el modelo a seguir”, dio una influencia
importante para este musico y compositor que cambio el mariachi.
LLEGÓ EL SILENCIO
“Hoy no venimos a
honrar a un muerto; el muerto nos honra con su muerte. Hace muchos
años que se dijeron estas palabras frente a un féretro, y un
difunto ilustre como éste. Las retomo y las hago, en este momento
mías, para expresar lo siguiente. La vida de Don Aurelio Fuentes,
fue honrosa y digna. Fue honrosa y digna porque don Aurelio Fuentes
era un artista. Y el artista es un ser que reobra, con una actitud de
espíritu que lo diferencia de un modo completo, de cualquier otra
posición que el hombre pueda tomar ante la vida y la muerte”.
En la música, el
silencio tiene la misma importancia expresiva que el sonido. Al igual
que hay sonidos cortos y sonidos largos, hay silencios cortos y
silencios largos, Aurelio Fuentes cayó en ese silencio largo en
Guadalajara, un 9 de octubre de 1986.
Nos comenta Juan José
Escorza: “una severa enfermedad neuronal degenerativa, denominada
mal de Parkinson, fue culpable de retirarlo de su absoluta pasión en
la ejecución del violín; en consecuencia, vivió sus últimos años
en íntima tristeza.
Aunque
fue noticia nacional su fallecimiento, también lo fue lo que llaman
medios como Excelsior y el Informador “abandonado por autoridades
estatales y municipales, en su funeral anda más fue acompañado por
un puñado de cuatro o seis personas, esto en el panteón de Belén.
Guadalupe Apendini, el domingo 12 de octubre de 1986, comentaba:
“falleció el señor Aurelio Fuentes, uno de los más grandes
violinistas que ha dado nuestro país, quien presentó más de dos
mil conciertos, no solo en nuestro país, en donde se le consideró
una gloria mexicana”.
Ella, amiga de muchos años de Aurelio
lo describe como: “un hombre jovial, inteligente, de increíble
ingenio y de buen humor”.
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