Homero
Aguirre Enríquez
Imágenes y alertas bien documentadas, publicadas por
expertos y trabajadores que saben muy bien lo que dicen, denuncian el
gran deterioro de las líneas del Metro de la Ciudad de México,
donde diariamente viajan 4.6 millones de pasajeros, y lo muestran a
punto del colapso por la falta de mantenimiento estructural. Estos
datos, argumentos y testimonios gráficos, exhiben nuevamente que la
política seguida desde hace décadas en la capital mexicana, y que
ahora domina al país, está muy lejos de considerar los intereses y
el bienestar auténtico de los trabajadores y sus familias; por
ejemplo, el derecho a un transporte eficaz, rápido, seguro y barato
y privilegia mantener alta aceptación electoral mediante pequeñas
entregas de dinero, así sea a costa de abandonar la inversión en
infraestructura y poner en riesgo la vida de las personas que deben
trasladarse cotidianamente en el servicio público de
transporte.
Como una muestra de la gravedad del asunto,
veamos esta nota. El líder del sindicato del Metro, Fernando Espino,
dijo que “trabajadores, miembros de la organización y expertos en
la materia, determinaron que se debe de suspender el servicio en la
terminal de la Línea 9 del Sistema de Transporte Colectivo Metro
(STCM), debido a que puede haber un descarrilamiento en cualquier
momento”. La respuesta de Claudia Sheinbaum, cuestionada sobre ese
riesgo y sobre la colocación de estructuras “provisionales” de
metal a manera de grotescos e ineficaces parches en la estructura de
la línea 9, que ya presenta graves hundimientos, de hasta 80 cm,
tras 36 años de funcionamiento, fue digna de un avestruz: “Ahí ya
que lo conteste el director del Metro. Yo ya no soy Jefa de Gobierno,
pero vamos a informar de todas maneras, pero a ellos les corresponde
informar”, dijo Sheinbaum ... y jamás ha vuelto a tocar el tema.
¿Se puede tener un Metro que funcione eficazmente para
transportar a miles de millones de pasajeros al año? La experiencia
internacional dice que sí es posible, aún ciudades más grandes que
la capital mexicana.
En Nueva York: “En su extensión,
el metro de Nueva York cuenta con 24 líneas y 468 estaciones, cifras
que le otorgan la red más grande del mundo. Además, destaca a nivel
global por ser el único en el mundo que mantiene toda su red abierta
durante las 24 horas, manteniendo una frecuencia de trenes de 2 a 5
minutos en las horas punta (de 6:30 a 9:30 y de 15:30 a 20:00 horas)
y de 10 minutos en las horas con menos pasajeros” (plataforma
urbana.cl, septiembre 2015)
En Moscú hay un metro que no
solamente es eficaz, sino bello: “En más de una oportunidad el
metro de la capital rusa ha sido elegido como uno de los más bonitos
del mundo por medios internacionales debido a que sus 192 estaciones
están diseñadas como si fueran palacios a las que sus pasajeros
pueden ingresar tras pagar un pasaje que cuesta menos de 1 dólar”
(ibidem). Un biógrafo de Stalin, para nada partidario del líder
soviético, escribió: “Los mejores artistas fueron convocados, y
ninguna otra construcción de la época concentró tanta riqueza. El
oro, la plata, los mármoles más lujosos se emplearon con profusión
en lámparas, esculturas, mosaicos y vidrieras. El metro,
imprescindible como medio de transporte en una urbe que crecía a
ritmo incesante … cada nueva estación era inaugurada como si fuera
una iglesia. Familias enteras recorrían el metro los días festivos,
y las madres obligaban a sus hijos a lavarse las manos antes de
visitarlo” (Santos, Anselmo. Stalin el Grande).
En la
capitakl de China, el metro transporta más pasajeros que el de la
Ciudad de México, y es el más barato de los mejores once del mundo.
“En un año, el metro de Beijing transporta a 3,400 millones de
pasajeros, una cifra que lo convierte en el sistema de metro que más
viajes realiza entre los 11 destacados. Pero esta situación no es de
extrañar porque hoy en día la capital china es una megaciudad con
20.4 millones de habitantes y se espera que tenga 27.7 millones de
personas en 2030, según la ONU. La cobertura que ofrece este metro
son 17 líneas con 232 estaciones en una red de 465 kilómetros. Si
bien no cuenta con la opción de viajar durante las 24 horas, sí
tiene un horario extenso, ya que funciona entre las 5 am y las 11 pm.
Además, tiene el pasaje más barato de los 11 sistemas elegidos:
solo cuesta USD$0.30”
Por su parte, el presidente AMLO,
que ha dedicado miles de horas a hablar y hablar de lo que le
conviene, no ha dicho ni media palabra sobre la debacle del Metro,
sobre la tragedia que acecha a los usuarios, sobre las millones de
horas-hombre que se pierden por las fallas cotidianas, sobre las
enfermedades mentales provocadas por el estrés ocasionado por los
retrasos y las batallas cotidianas por abordar los trenes repletos de
gente, a lo que ahora se suma el temor de que se desplomen las
columnas que sostienen las vías. Ante el escándalo, el director del
Sistema de Transporte Colectivo (Metro), Guillermo Calderón
Aguilera, informó que cerrarán el tramo que va de Pantitlán a
Velódromo, pero no dijo cuándo ni cuánto tardará la reparación,
sólo dijo que será cuando terminen el mantenimiento ¡de la mitad!
de la Línea 1, que programaron cerrar 8 meses pero ya lleva 13 meses
y no tiene para cuándo funcionar.
Andrés Manuel López
Obrador y los morenistas gustan mucho de hablar de elefantes
reumáticos que “les dejaron otros gobiernos”. Pero aquí estamos
hablando de un elefante que los políticos y empresarios ahora
agrupados en Morena dejaron crecer y anquilosarse desde hace más de
un cuarto de siglo, desde que ellos llegaron al poder en la capital
del país. Por ahí pasaron el propio López Obrador, ahora
presidente saliente, Ebrard y Sheinbaum (aspirantes a sucederlo), ¿a
quién le pueden echar la culpa?
Para darse una idea del
abandono en que tienen al sistema de transporte masivo más
importante de todo México y del desprecio que tienen a las millones
de horas de vida perdidas por los mexicanos que no tienen más opción
que subirse al Metro, hay que hacer otra comparación, que de seguro
le resultará odiosa a Morena. La Línea 1 del Metro se construyó de
1967 a 1969, desde cero, en 27 meses, bajo el gobierno del abominable
represor Gustavo Díaz Ordaz. El sector de la burguesía y la clase
política ahora agrupada sen Morena sólo han construido una Línea
del Metro, la número 12, que se les desplomó y mató a 27 personas,
y sólo ha sido capaz de darle mantenimiento a la mitad de la Línea
1, la cual entregarán, a como van las cosas, casi en el mismo tiempo
que tardó el gobierno de Díaz Ordaz en construirla entera. A ese
ritmo y con esa inversión, van a tardar un siglo en darle
mantenimiento a la red entera del Metro, cosa que, al parecer, no les
preocupa mientras tengan dinero público y grupos violentos para
chantajear a los mexicanos a cambio de su voto, y mientras los
mexicanos no despertemos y nos sacudamos un gobierno que se revela
cada vez más como adversario de las aspiraciones más auténticas de
acabar con la pobreza y la desigualdad.
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