miércoles, 27 de septiembre de 2023

Cuatro tareas fundamentales del duelo


 

Dra. Sandra Gómez



Estimado lector, en el presente escrito encontraras herramientas para transitar tu duelo. Te invito a reflexionar sobre las cuatro tareas fundamentales que debes franquear para cerrar tu ciclo y reencontrar tu equilibrio entre la mente consciente e inconsciente, las emociones y la salud física.




El duelo se debe ver como un PROCESO, que busca atravesar el dolor inmenso generado por una pérdida significativa de algo o alguien cuyo valor simbólico real o imaginario nos saca del equilibrio, consciente o no, para quien “lo pierde”; por ejemplo: Las pérdidas materiales: pertenencias y objetos, trabajo (ingresos); perdidas emocionales como rupturas de pareja o amistades; perdidas relacionadas con la trayectoria vivida (etapas del desarrollo Erickson).


En esta ocasión nos centraremos en la pérdida real de una persona y complementaremos con ejercicios que te ayuden en el proceso.
TAREA #1. Aceptar la realidad de la perdida; TAREA #2. Expresar la emociones y el dolor; TAREA #3. Adaptarse a un medio en el que el ser querido.






Si no se aprende a asimilar los sufrimientos de las perdidas, el estrés generado en el doliente, dinamita las emociones y ENFERMA LA MENTE que a su vez se refleja en el cuerpo; esto es sin duda un “
desequilibrio vital”. El único capaz de eliminar nuestro sufrimiento es “nuestro propio yo”, a través de acciones concretas como enfrentarnos al sufrimiento, previo reconocimiento de su existencia y encaminarnos a superarlo. Esto es lo que se conoce como la tarea #1. Aceptar el hecho de que la apersona está muerta (sin retorno). Esta parte del proceso está vinculada con la cultura, si por ejemplo se ha tratado la muerte como un tabú, “el doliente” tendrá pocas o nulas herramientas para aceptar la realidad. Los sentimientos de soledad, abandono, miedo e impotencia enfermaran la mente; en contraparte de a quien se le ha enseñado que la persona fallecida sigue a nuestro lado, sin cuerpo, pero presente.


Algunos estudios científicos abalan que el hablar de los sentimientos tiene una función terapéutica, aquí, lo importante es “saber con quién hablarlo”, ¡no todos son buenos escuchas!
Poder expresar, decir el propio sufrimiento es un paso hacia la superación del duelo. Esto es parte de la tarea #2; además de verbalizarlo, también es útil, escribirlo, tener una libreta de “memorias” con las vivencias mayormente significativas con el fallecido. Vivir de nuevo a través de videos, también es útil, te permite reconocer y reconocerte con esa persona amada; escuchar música que ambos compartían (…), ¡recordar es volver a vivir!, compartir imágenes (fotografías), revisarlas una y otra vez, y permitirte llorar al verlas, esto te desahoga y libera presión emocional. Todas las personas de manera instintiva desarrollamos vínculos, somos seres sociables y en cada etapa de nuestra vida tenemos apegos. El mantenimiento del vínculo se refuerza por los sentimientos de seguridad y dicha que nos generan. Desde luego estos estados de ánimo se transforman, aun cuando algunas figuras son constantes (generalmente la madre), otras se van permutando en el tiempo. Estos aspectos de naturaleza cambiantes, constituyen la tarea #3. Nuestro ser amado está ausente físicamente, es irremplazable, pero se abre el corazón y la razón para dejar entrar nuevas personas significativas en nuestra vida. Algunas veces son por ejemplo los nietos, que compartimos con nuestro esposo, las amistades que nos acompañaron en el trayecto, entre otros nuevos ángeles presenciales en momentos de crisis, a algunos de estos les llamamos amigos, hermanos, primos, compadres, etc.






Como cuarta tarea, se encuentra el cierre; esta tarea implica darle un nuevo espacio emocional a nuestro amado fallecido, implica darnos el permiso de
sentirnos mal y decidir ser felices. Encontrar un nuevo propósito en lo individual, reconstruir nuestro proyecto de vida con su ausencia física; reconocer el dolor de la ausencia y aceptar lo irreversible, confiar en nuestros recursos (instintos), trabajar la tolerancia, la paciencia y el amor por nosotros mismos. Es decir, seguir nuestro camino, a sabiendas de que esa presencia física no la veremos, pero sí estará ahí entre nuestros recuerdos. En conclusión, nuestro cuerpo refleja lo que nuestra mente crea, nuestra mente se alimenta de las historias que le contamos, los recuerdos que elegimos para hilar nuestra historia de vida son adecuados o no, dependiendo del impacto que nos generan, es decir selecciona tus pensamientos y nútrete de los “buenos momentos” que compartiste. Revisa constantemente tu libreta y escribe nuevas memorias, platica con tu ser amado, permítete sentirle y llega a tu equilibrio; recuerda que: seguir nuestra vida de manera feliz, no es olvidar. Aprende una nueva forma de vivir positivamente, abre los ojos a nuevas oportunidades que seguramente se están presentando.
Hasta la siguiente Historia de vida, comenta y comparte.

Dra. Sandra Gómez. mde966@gmail.com





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