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jueves, 3 de agosto de 2023

Zapotlán ante los embates de los fenómenos naturales: un grabado de 1866


 


Fernando G. Castolo*



El grabado, de autoría anónima, aparece publicado en el cartel de la Décima de la solemnidad Josefina de 1866, cuya mayordomía la encabezó doña María Brígida Dolores Contreras Cobián de Orozco, hermana del célebre sacerdote don José Pablo Contreras Cobián, gran impulsor de las obras materiales de la hoy Catedral.


En el grabado se observa el instante mismo en que el volcán hace erupción y la tierra de estremece en temblores, causando una tremenda zozobra en el vecindario quienes, presurosos, sacan a Señor San José en procesión, a fin de aliviar el pánico por los fenómenos naturales a los que es tan propenso el valle de Zapotlán.


La procesión camina, en oración constante, por la plaza de Armas, en cuya parte central se observa la fuente surtidora de aguas de la ciudad, misma que fue inaugurada en 1850. Al fondo una pequeña torre campanario, que pertenece al templo de la Tercera Orden. A un costado, entre la arboleda, fresnos plantados en 1835, se aprecia la monumental construcción, ruinosa, del templo parroquial caído en 1806 (hoy El Sagrario), edificio del que se desprenden piezas de cantería que se precipitan hacia el suelo.















El espacio abierto hacia el fondo es la antigua Plaza del Mercado, con su viejo Parián a un costado. El portal del fondo es el que actualmente se conoce como Herrera y Cairo. Las gentes corren despavoridas por la plancha de la gran plaza, con los brazos en alto, solicitando se calme el rigor de la Divina Justicia. Señor San José sale con la gran pompa, con sus cirios y su cruz alta, que van encabezando la procesión, seguida por el Santísimo protegido con su respectivo baldaquino.


El santo, con su vara de azucenas y su niño en brazos (niño que, originalmente, es el de la Virgen del Rosario, imagen que data de 1815), se encuentra coronado (San José fue coronado diocesanamente en 1790, por orden del Obispo de Valladolid).





Las mujeres del grabado, todas con rebozo, van cubiertas de la cabeza; mientras que los hombres, descubiertos de la cabeza y sombreros en mano, visten con chalecos de listones y sus calzones de manta con calzonera encima.


Hasta un perro fue dibujado en el grabado, en posición de aullar. El miedo se ha apoderado del vecindario entero, y san José, como siempre, ha complacido a la población doliente para auxiliarle, como lo ha hecho desde 1749.



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