Fernando G. Castolo
Entre
1831 y 1834 el notable pintor alemán Johann
Moritz Rugendas, radicó en México y tomó varios
apuntes, tanto en lápiz como en óleo, en los que
plasma su muy particular forma de ver y
representar los paisajes que conmovieron su visita
por estos lares.
Rugendas nació en 1802 y cursó su educación en la
Academia de Bellas Artes de Munich. Muy joven
se embarcó a fin de acompañar la expedición
científica del barón Grigori Ivanovich Langsdirff
por Sudamérica.
De 1822 a 1825 estuvo en Brasil, pasando,
posteriormente, a Haití, donde permanecería hasta
1830. Después de su estancia en México, estuvo
también en Chile y Perú. Volvería a Alemania
hacia 1845, donde fue pintor de la Corte de los
reyes Luis I y Maximiliano II de Baviera. Falleció
en 1858. Sus biógrafos señalan que entre enero y
febrero de 1834 Rugendas tuvo oportunidad de
subir al volcán de Colima, acompañando al barón
Alexander Von Humboldt. Su estancia le permitió
igualmente conocer Zapotlán y, desde la
perspectiva de su laguna, pintó varias escenas del
coloso Nevado.
Sin embargo, lo más interesante que, para
nosotros, plasmó fue una maravillosa postal del
centro poblacional que él conoció, donde se
observan las famosas latas, montadas y adornadas,
para las peculiares fiestas del Día de los Santos
Reyes (cuya forma de llevarse a cabo las plasma
doña Refugio Barragán de Toscano en su meritorio
libro "La hija del bandido o los subterráneos del
Nevado"). En la pintura, exquisito apunte del
pincel de Rugendas, se aprecia como elemento
dominador del paisaje urbano, el templo parroquial
en ruinas (recordemos que el inmueble católico
pereció en el acontecimiento sísmico de 1806), así
como el icónico Portal de Sandoval (construcción
realizada en 1792, según se aprecia inscrito en una
piedra adosada a la finca).
Por supuesto, también se observa la perspectiva de
la montaña oriente y la gran plaza de armas en el
primer plano. La pintura sobre Zapotlán es el
aspecto más antiguo que se conoce hasta ahora. Ya
no se conoce otro grabado sobre el pueblo hasta las
décimas josefinas de 1866, en cuyo cartel se
aprecia una procesión pública con el Santo Patrono.
Deseamos patentizar nuestro agradecimiento a don
Juan Manuel Preciado, quien tuvo la fineza de
compartirnos la inédita pintura de Zapotlán
realizada por Rugendas hace casi 200 años, y que a
él le fue compartida, a su vez, por nuestro
recordado investigador don Isidoro Jiménez
Camberos.
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