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miércoles, 26 de julio de 2023

Las agresiones a la señora X

 


Víctor Hugo Prado



La semana pasada fue publicada en Youtube una 

videocolumna de Héctor de Mauleón, que llamó la 

Cacería de Xochitl Gálvez. Afirma, “el que pedía 

silencio a la chachalaca de 2006, se ha convertido 

en la chachalaca iracunda que vocifera diariamente 

desde el micrófono de 2023. La victima de las 

intromisiones de Vicente Fox en las elecciones de 

otro tiempo, se ha convertido en el más activo 

victimario de una mujer que aspira a contender por 

la presidencia de la república”. Su opinión no tiene 

desperdicio.




Uno no debe quedarse callado ante la 

descalificación, la exhibición, la lapidación, el 

menosprecio y la agresión que todos los días se 

han venido haciendo primero con nombre y 

apellido, luego con su inicial llamándola señora X, 

ahora haciendo referencia sin nombre a acciones 

deformadas desde la mañanera. Una intromisión 

ilegal, perversa y pendenciera que tiene por 

objetivo descarrilar a quien de manera legítima, 

legal y necesaria, busca la Presidencia de la 

República, en un régimen hasta ahora democrático, 

donde la competencia debe verse como una virtud 

no un defecto.




Quien hace la intromisión desde su púlpito 

sagrado, no es cualquier ciudadano, no es una 

persona común. Es el Presidente de la República, 

es el hombre más poderoso en el ámbito público, 

en el medio político, no solamente por sus 

condiciones legales formales, sino por el propio 

carisma que encarna su persona. Es quien, con la 

investidura de jefe de Estado y con la lamentable 

función de coordinador de campaña busca generar 

una condición ventajosa a sus precandidatos que él 

llamó peyorativamente “corcholatas”.



Hacer mofa del pasado de alguien, que si vendía o 

no gelatinas y tamales, que si es o no indígena, 

hacer mofa de su condición de empresaria, de su 

condición de mujer, de sus logros económicos, 

éstos últimos para el presidente, solo 

comprensibles bajo el amparo de las corruptelas y 

del tráfico de influencias. Con esa postura ve la 

paja en el ojo ajeno, pero no ve la viga en el propio.



El delito más grave cometido por el Jefe de Estado 

fue la exhibición de información fiscal de las 

empresas de Xóchitl Gálvez, de sus facturaciones, 

de sus socios, de su familia. Información que debe 

mantenerse por Ley en reserva. Que fueron 

exhibidos para hacer creer que con ello revelaban 

actos de corrupción, que no es así. Este delito 

suma a otros como el ejercicio indebido del 

servicio público, violencia política de género, 

violación a los principios de legalidad, 

imparcialidad, certeza que deben caracterizar a una 

contienda. En apenas el arranque, no podemos 

permitir que la intromisión con el poder, los 

recursos y la fuerza del Estado sea quien determine 

la elección en 2024 que debe corresponder, sí y 

solo sí a los ciudadanos libres.










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