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jueves, 20 de julio de 2023

La Inseguridad en México


  

Víctor Hugo Prado

 

  

Hoy México enfrenta uno de los desafíos más imperiosos y significativos de la actualidad: la inseguridad. La progresiva violencia, el crimen organizado y la impunidad son problemas que han trastocado la paz, la estabilidad y el bienestar de nuestra sociedad. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el sexenio de Andrés Manuel López Obrador ha superado los 156 mil 066 casos de homicidio del sexenio anterior, esto posiciona el sexenio actual como el más violento de la historia moderna de México.



México es uno de los principales países de tránsito y producción de drogas ilícitas, lo que genera violencia y corrupción en diferentes niveles de gobierno y socava los esfuerzos por combatir la inseguridad. Es impensable suponer un crimen organizado todopoderoso, sin la complacencia e involucramiento, en muchos de los casos, de funcionarios de gobierno de todos los niveles.


El crimen organizado, ha ampliado sus tentáculos más allá de la producción, distribución y comercialización de la droga. Hoy, se ha diversificado en actividades como el cobro de piso a través de la extorsión, el robo, el secuestro, huachicoleo, el tráfico ilegal de personas, el lenocinio, por mencionar algunos. La inseguridad tiene severas repercusiones en las actividades diarias de los mexicanos. La violencia y la criminalidad limitan la libertad de transitar, afectan el desarrollo económico, desincentivan la inversión, resquebrajan la confianza en las instituciones del Estado mexicano, vulneran el derecho y acrecientan la impunidad convirtiendo al país en uno sin leyes.





El horizonte desafiante al que nos enfrentamos obliga a tomar medidas urgentes y efectivas para abordar la inseguridad en México. Esto requiere un enfoque integral que aborde las causas profundas del problema entre las que se incluye la educación, el empleo, la pobreza y la desigualdad social, que, dicho sea de paso, son de mediano y largo aliento. La otra, dolorosa pero necesaria, el combate frontal a la delincuencia, dejando de lado la política de abrazos no balazos. Está claro que pedirles a los papás y los abuelitos de los delincuentes que los “regañen” por sus actos, no dará resultado. Declararlo como se ha hecho, habla de la indolencia de un gobierno que sabiendo que gran parte del territorio está manchado de sangre se da el lujo de proponer medidas que insulta a sus representados y con mayor fuerza a quienes han sido víctimas directas o indirectas de la delincuencia.


Es inevitable que se deben fortalecer las capacidades de las fuerzas de seguridad y mejorar su coordinación a nivel federal, estatal y municipal. Urge un pacto nacional que aliente en todos los órdenes, programas y políticas que aseguren la prevención y combate del delito. Hoy,  es el desafío más importante que enfrenta México.

 




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