martes, 25 de julio de 2023

Alfaro y AMLO: afinidades y fobias



 

Pedro Vargas Avalos



Desde hace varios lustros, dos personajes son 

centrales en la vida estatal y en el devenir nacional. 

Jalisco no se podría entender este siglo XXI, sin 

considerar el papel que ha desempeñado Enrique 

Alfaro Ramírez, (EAR) su actual gobernador. Lo 

mismo se puede decir de nuestra patria: la 

corriente centuria queriendo o no, tiene como 

referencia al primer mandatario federal, Andrés 

Manuel López Obrador (AMLO).




Ahora bien, aun cuando ambos personajes son 

fundamentales en el análisis histórico reciente, 

tanto de la Entidad como del país, a sus variadas 

afinidades, las diferencian profundas disimilitudes. 

En el caso del ejecutivo jalisciense, es tapatío, hijo 

de un rector de la Universidad de Guadalajara-

UdeG- (el abogado Enrique Alfaro Anguiano) que 

en su momento fue líder estudiantil, destacado 

estudiante y actual Notario Público, 

paradójicamente su vástago, egresó del ITESO 

(Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de 

Occidente, regenteado por jesuitas)con título de 

ingeniero y no como sería lógico suponer, de 

jurista, del Alma Máter tapatía, la universidad 

oficial (UdeG), sino de un centro escolar de índole 

privado.



Por lo que ve al primer magistrado de la nación, de 

origen modesto, es oriundo de Tepetitán, Tabasco; 

sus padres, Andrés y Manuela, le dieron su 

nombre: Andrés Manuel. Y éste se educó en 

escuelas oficiales, hasta egresar de la UNAM, 

como licenciado en ciencia política y 

administración pública.


Ambos políticos ingresaron al Partido  

Revolucionario Institucional, cuando eran los  

tiempos del “partidazo”, es decir, la época del 

partido casi-único, el que describió punzantemente 

el escritor peruano Mario Vargas Llosa: la 

dictadura perfecta. Eran los días en que quien se 

hiciese político, como expresara el matusálenico 

líder obrero cetemista Fidel Velázquez, el que se 

movía no salía en la foto. Es decir, había que ser 

muy disciplinado con los de arriba, la cúpula 

tricolor, y con mucho respeto al partido y sus jefes, 

hacer méritos para lograr ascensos.







Pero por sus características personales, que son de 

insurgencia a lo acostumbrado, no pudieron 

continuar sus trayectorias en el priismo, así es que 

EAR, afiliado por 1999 en el PRI, tras ser 

postulado (2002) para alcalde de Tlajomulco de 

Zúñiga, perdió y solo llegó a regidor. En 2005 

dimitió de su instituto político y sostenido por el 

Partido de la Revolución Democrática (PRD) logró 

ser diputado local plurinominal en la LVIII 

legislatura (2007-2010). Luego, aliados el 

perredismo con el Partido del Trabajo (PT), 

alcanzó la presidencia municipal de Tlajomulco, 

donde auspició un despegue sensacional de la 

población. 


En 2012, previos forcejeos con dirigentes estatales 

del partido del águila azteca, dejó a éste y se 

granjeó el apoyo del partido Movimiento 

Ciudadano, (MC) organismo que lo proyectó para 

contender en los comicios por la gubernatura del 

Estado, perdiendo la elección ante el priista 

Aristóteles Sandoval.


Más experimentado y por medio de una agrupación 

política (Alianza Ciudadana) pero con el respaldo 

de MC, logró ser primer munícipe de Guadalajara 

el año de 2015. Y desde ese sitial, bregó para ser 

candidato del mismo partido a la gubernatura, 

triunfando en 2018, y desempeñando hasta la fecha 

ese importante cargo. Eso sí, con muchas críticas, 

reproches y no pocas estimaciones difíciles sobre 

su actuar, y con insistencia, en su genio poco 

condescendiente. Algunos periodistas que 

asistieron a sus conferencias estilo mañaneras de 

AMLO, rebautizaron esas reuniones como 

“regañaderas”. Incluso, ambos han cometido 

errores al apoyar a ciertos políticos: Alfaro con 

Alberto Uribe, que se salió de su grupo; Amlo con 

gente como Lily Téllez y Germán Martínez, este 

último elocuente ejemplo del alacrán que a quien 

le ayudó a pasar el río, lo emponzoñó, 

justificándose al decir, es que, traicionar, es mi 

naturaleza.



Recientemente, Alfaro había sido una especie de 

adalid de una decena de gobernadores que 

disentían de cómo se conducían los demás colegas 

de ellos, en el seno de la Conferencia de 

Gobernantes, de mucha actividad hace unos años y 

por ahora, casi sin escucharse. Ese puñado de 

mandatarios se hicieron llamar “federalistas”, hasta 

que diversos motivos, sobre todo el término del 

período sexenal para algunos, los diluyó. Pero 

Alfaro allí llevaba la voz cantante, y de tal 

circunstancia surgió la idea de que era 

presidenciable, perfil que conservó hasta hace unos 

días, cuando anunció que no buscaba tal pretensión 

y que solo quería terminar su mandato en Jalisco, 

para retirarse de la política.






Como se puede colegir de lo antedicho, en muchos 

aspectos, la trayectoria del actual presidente de la 

nación, Amlo, es parecida: se iniciaron en el PRI, 

se rebelaron a sus dirigentes, pasaron al PRD -

donde López Obrador fue líder nacional- y poco 

antes, no pudo ser gobernador de Tabasco, debido 

unos comicios sucios y muy alterados, al típico 

estilo de los alquimistas electorales tricolores: su 

rival fue Roberto Madrazo, para darnos una idea 

cabal de su mañoso adversario. Pero luego fue 

gobernador del DF, y tras padecer los ataques 

perversos de Fox y cómplices, que lo desaforaron, 

se sobrepuso y pugnó por la presidencia de la 

república en 2006 -cuando se hizo del poder Felipe 

Calderón, “haiga sido como haiga sido” dijo este 

mismo, en cínica frase que lo ha calificado como 

usurpador- y repitió en 2012, cuando Enrique Peña 

Nieto, en trama bien urdida por las “mafias del 

poder” mexicano, llegó a Los Pinos, para tristeza 

de México, pues encabezó uno de los gobiernos 

más corruptos de nuestra historia.


Finalmente, AMLO, ante una verdadera cascada 

apabullante de votos, arribó a la jefatura de la 

república en 2018, y de allí a la fecha ha llevado a 

cabo lo que se conoce como Cuarta 

Transformación, 4T, considerando que la primera 

fue la lucha por la Independencia (1810-1821), la 

segunda, la guerra de Reforma (1857-60) y la 

tercera la Revolución Mexicana (1910-1917). El 

ejercicio de la 4T ha sido a contracorriente, ante 

una tremenda “law Fare” o guerra judicial y 

buscando, bajo su divisa de “Por el bien de todos, 

primero los pobres”, luchar contra la corrupción y 

hacer que la libertad, la justicia social con 

desarrollo general, así como la democracia, 

imperen a plenitud. Esa lid formidable, entraña 

separar el poder económico del poder político, lo 

cual es tan trascendente, como aquella batalla del 

siglo XIX en que se separó a la iglesia del Estado.


Como se puede ver, tanto el gobernante jalisciense 

como el presidente de la república, se han echado a 

cuestas tareas colosales, que, por lo delicado de las 

mismas, algunas no se alcanzarán,(como la 

refundación estatal) o quedarán a medio camino 

(tal es la lucha contra la corrupción). Pero de que 

ambos pasarán a la historia, eso es seguro, pésele a 

quien le pese y le duela a quien le duela.


Ahora, el gobernador EAR anunció que ceja en el 

empeño de ser aspirante presidencial de la 

oposición; habla de que el partido que regentea -

aunque no esté afiliado a el- o sea el MC, debe 

reconsiderar el ir unido con los del Frente Amplio 

por México (FAM) que antes eran Va por México. 

Exige que la dirigencia nacional, que reitera a cada 

rato que “con el PRI ni ala esquina” (léase Dante 

Delgado, el fundador, guía y dueño) escuche lo que 

en Jalisco se plantea. Al respecto, desde el aludido 

jarocho -Dante- hasta el inefable “Alito” lo 

consienten, y no digamos sus huestes locales, que 

lo reverencian y expresan: como Ud., quiera señor.



Algo parecido sucede en el caso de AMLO, aun 

cuando a él en lo particular, sus adversarios del 

FAM y los medios tradicionales -que incluyen a los 

comentócratas defenestrados por su régimen- lo 

tratan de maneras tan insidiosas, que solo en 

tiempos de Madero se vieron. Pero a pesar de todo, 

allí está el lopezobradorismo, con ventajosos 

porcentajes para repetir en el 2024, y su fundador, 

recibiendo según las encuestas, el visto bueno de 

alrededor del sesenta por ciento del pueblo, que al 

final de cuentas será lo que valga.


Para finalizar, hemos de anotar que ambos líderes, 

han asegurado que, terminado su correspondiente 

período de gobierno, se retirarán de la política. 

Muchísima gente pone en tela de duda tal 

aseveración, pues los dos personajes están hechos 

para vivir en y dentro del quehacer público. Por 

ello, es muy difícil predecir si esa intención se 

cumplirá; de allí que cada ciudadano se hará su 

reflexión y de tal forma, definirá su veredicto, el 

cual, como gritan los locutores y cronistas del 

deporte, finalmente la opinión del respetable, es lo 

que importa.



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