Pedro
Vargas Avalos
La
violencia se ha enseñoreado a lo largo y ancho del país, en consecuencia,
Jalisco no podía ser la excepción. Pero lo más lamentable es que nuestra Entidad
federativa, en varios renglones -como el de los desaparecidos- sea de las peor
calificadas. Se nos explica, y así lo entendemos, que violencia es el uso deliberado
de la fuerza física, el poder efectivo o como amenaza hecha por individuos u
organismos delincuenciales o que actúen al margen de la ley, contra una
persona, grupo o comunidad que tiene como resultado la probabilidad de daño en
derechos económicos, sexuales, psicológicos, lesiones que pueden generar la
muerte, o la privación e incluso el mal desarrollo, ya de una persona ya de los
organismos que funcionan normalmente en la sociedad.
Al escuchar comentarios de
conciudadanos, leer la prensa, adentrarse en las redes sociales o atender los
noticieros de radio o televisión, es habitual que su común denominador sea: la violencia cunde por todos lados y por ende
tiene atemorizado a la mayoría del pueblo. El resultado lógico de tal circunstancia,
es que la inseguridad crece y para la gente se convierte en tema de constante
preocupación. Creemos que también lo es para las distintas órdenes de gobierno
(municipal, estatal y federal) que a cada rato anuncian operativos para encarar
ese delicado problema, pero desgraciadamente con magros resultados.
El pasado jueves -y muchos otros amaneceres-,
al observar las primeras planas de los diarios, tanto nacionales como locales,
pudimos constatar lo anterior. Al respecto publica El Informador: “A partir de
la publicación que demuestra el incremento en los homicidios, las desapariciones
y los cuerpos encontrados en fosas clandestinas en el Estado, al gobernador de
Jalisco, Enrique Alfaro, le han llovido críticas.”
A nivel nacional, publicó El
Universal: “AMLO reconoce que su gobierno ya es el sexenio con más homicidios
en la historia reciente. El presidente López Obrador acusó que esto es debido a
la ‘mala herencia’ que le dejaron los gobiernos anteriores”. Y de visita en
Tamaulipas, donde hace unos meses dejó la gubernatura Francisco Javier García
Cabeza de Vaca, que anda a salto de mata prófugo, dijo el primer mandatario
federal que allí se padecieron pésimos gobernadores, los cuales, "Deberían
estar ofreciendo disculpas aquí en Tamaulipas, …gobernantes mediocres,
ladrones, por eso celebro que después de años los tamaulipecos, mujeres y
hombres hayan decidido tener un gobernador honesto, íntegro, decente, no
malandrín, para decirlo con toda claridad”. Y sobre el tema, el gobernador
Américo Villarreal, reconoció que las principales demandas de la población son
la seguridad y el combate a la corrupción. (Zeta de Tijuana, reportero Carlos
Álvarez Acevedo, junio 1, 2023).
En la columna “Quinto Patio” del
diario NTR del 2 de junio, se afirma: “En la reunión de seguridad en Puerto
Vallarta el mandatario (Enrique Alfaro R.) se atrevió a asegurar por la mañana
-del jueves uno- sin rubor alguno, que ‘Jalisco ha sabido recuperar la paz y la
tranquilidad’ y que estos avances son importantes. ¿Cómo se atreve a sostener
eso? ¿Cómo? Y luego se agrega que por la noche la Fiscalía estatal informó que
sobre el caso de los siete -ahora ocho- jóvenes desaparecidos en Zapopan, se
encontraron restos humanos -en la barranca de Huentitán- que coinciden con el de los desaparecidos; el
hecho no solo cimbró a los familiares de esos jóvenes, sino “a la sociedad
jalisciense que mira con estupor y coraje la impunidad de los criminales, y a
la credibilidad de las autoridades de los tres niveles que no garantizan la
seguridad de la población.” (NTR, 2, junio 2023, sección local Guadalajara).
El asunto es pues demasiado grave.
Se nos platica por muchísimas personas, que, en lugares del Estado, las
víctimas de robos o de otros tipos de ilícitos, en vez de acudir a denunciar
ante las autoridades, optan por buscar a los enlaces que el crimen organizado
tiene, a fin de que se les resuelva su asunto. Al lugar correspondiente, lo
atiende cierto “jefe de plaza” con sus agentes, y según afirman algunos
denunciantes, ellos si les resuelven sus dificultades.
En otros poblados, ya no sienten lo recio sino lo tupido, como por ejemplo en Teocaltiche y sus cercanías. Allí los cárteles se pelean por el control territorial y han convertido en tierra de beligerancia la región. Sobre ello publica Jaime Barrera, en El Informador del uno de este mes, que la seguridad en la zona, no evita ni inhibe “a los sicarios a convertir las calles y caminos de Teocaltiche en su campo de batalla”. Enseguida manifiesta el periodista: “este municipio del norte de Jalisco, sus vecinos de Encarnación de Díaz, los que habitan en Jilotlán -de los Dolores- donde las autoridades de plano no se animaron a organizar elecciones extraordinarias por miedo al narco, y muchos otros municipios del país controlados por las bandas del crimen organizado, también les llegó el desencanto porque los malandros han jodido sus vidas y las de sus comunidades…”.
Escribe distinto analista tapatío:
“Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que este sexenio en el Estado de
Jalisco y en el país ha sido más violento que cualquiera de los anteriores
(muertes acumuladas) así como sostener que hay una ligera tendencia a la baja
en el índice, aunque está muy lejos de ser significativa.” Diego Petersen Farah
“En Tres Patadas”, El Informador, 2 junio 2023.
Es pues innegable, que la violencia
está desatada. Enorme porción de ella, es asociada al narcotráfico y su
consiguiente guerra contra las drogas, enlazadas al contrabando; pero también
hay elevadas cifras de homicidios, robos y de todo tipo de abusos frente a los
derechos humanos. Todo eso, genera que suframos una inseguridad galopante. Vivimos
como en otros tiempos de conflagraciones civiles, cuando no se sabía si quien
salía de su hogar, regresaría sin novedad, sin daños ni amenazas. Hoy por hoy, padece
lo mismo quien desempeña una actividad legítima -como el periodismo, la crítica
en cualesquiera de sus acepciones, o sencillamente es autónomo en su modo de
actuar- pues es factible , por ese solo hecho, sea afectado de alguna manera
indebida.
Cuando la inseguridad predomina
socialmente, se limita el crecimiento en todos los órdenes. Las personas se
inhiben y las empresas decrecen, todo lo cual provoca decaimientos económicos,
culturales y sociales. Por ello es imperativo combatirla, es decir, recuperar
la tranquilidad y el orden, a efecto de realmente disfrutar, comunitariamente, de
una genuina paz general. La tarea es inmensa, pero inaplazable llevarla a cabo,
para lo cual debemos sumar esfuerzos, - practicando el requisito de cumplir con
sus obligaciones, y ejercer sus derechos, tanto el gobierno, como el pueblo (compuestos
ambos por todas, todos y todes) porque lograr y disfrutar la tan anhelada paz,
es precisamente, labor de todos.
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