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viernes, 16 de junio de 2023

Erección del estado libre y soberano de Jalisco. 16 de junio de 1823


  

Fernando G. Castolo*

 

 

Jalisco nació como estado y dejó de ser provincia al adquirir autonomía y libertad política.



            Apenas habían transcurrido tres años desde que la Madre Patria, en el fragor de la lucha por la independencia (verdadero dolor de mujer en parto), nos alumbró y de ese, su acrisolado vientre, nacimos redimidos, de toda cadena y sometimiento, como nación independiente. En aquel entonces, México, por primera vez, abrió los ojos; dio sus primeros pasos hacia un destino que le exigía continuar con el pasado o entregarse al futuro.


            Un emperador y un imperio habían fracasado; Iturbide, el caudillo que consumió nuestra independencia, perdió cetro y corona; sus propios seguidores levantaron contra él la espada; proclamaron un plan, el Plan de Casa Mata, y con él dieron fin a un gobierno en ciernes y a una joven dinastía. El Imperio de Iturbide se derrumbó en tan sólo ocho meses; la nación tomó una decisión y esa decisión fue negarle el trono a un mexicano. Al venirse abajo la monarquía como proyecto político, los mexicanos no tuvieron más salida que abrazar el centralismo o defender los ideales del federalismo.





            El centralismo era un camino conocido, se basa en el viejo modelo político de someter a las provincias a las órdenes y control de las autoridades capitalinas; el federalismo, por el contrario, demandaba para los estados autonomía y libertad; Jalisco, como ninguna otra provincia, protagonizó este drama defendiendo el federalismo y pagó, por ello, un alto precio en tierra y sangre.


            Luis Quintanar, un antiguo militar partidario de Iturbide, mandaba en la entonces Provincia de Guadalajara, justo cuando los centralistas gobernaban la nación a través de un triunvirato formado por Nicolás Bravo, Guadalupe Victoria y Pedro Celestino Negrete.


            En tiempos en que el centralismo parecía triunfar, Quintanar motivó a las fuerzas y voluntades de la región occidental a pronunciarse a favor de un orden más igualitario, justo y respetuoso para las provincias. Su reto encontró respuesta entre los jaliscienses, quienes en la consulta popular El voto general de los pueblos de la provincia libre de Xalisco le manifestaron al poder central y al resto de las provincias su inclaudicable deseo de convertirse en un estado libre y soberano.


            El 24 de mayo de 1823, el gobierno central intentó asestarle un primer golpe al federalista y rebelde gobernador de la provincia de Guadalajara; su ejecutor era el brigadier José Joaquín Herrera, quien salió de la capital con la orden expresa de destituir de su cargo político a Quintanar.





            Quintanar era acusado por la prensa y autoridades capitalinas de conspirar junto con Anastasio Bustamante para regresar a Iturbide al poder. Una tropa de soldados leales a Quintanar le cerraron el paso a Herrera cuando éste se disponía a cumplir sus órdenes.


            La guerra entre el centro y las provincias estaba declarada; Quintanar tenía que actuar con rapidez y determinación, y lo hizo. El 16 de junio de 1823, lanzó, con el apoyo de la diputación provincial, la promulgación del Estado Libre de Xalisco y del plan del gobierno provisional. El hecho se consumó y las represalias de los centralistas no tardaron: Negrete y Bravo recibieron la orden de aplacar los ímpetus federalistas de la Provincia de Guadalajara.


            Jalisco es invadido. Quintanar toma recursos de la Iglesia y recluta hombres; sale a la defensa del estado. Por fortuna no se escenificaron combates, ambos bandos prefirieron negociar antes que pelear.


            Aún no se entintaban las plumas con las que fueron firmados los convenios de Lagos, cuando, por la espalda, el centro asestó una certera y dolorosa puñalada a Jalisco; con el propósito de crear un conflicto doméstico que debilitara y comprometiera la posición política y militar de Quintanar, las autoridades de la capital mandaron a Anastasio Brizuela a separar Colima del recién Estado Libre y Soberano de Jalisco.





            Tras la promulgación de las constituciones federal y local en el año de 1824, Jalisco volvió a ser agredido por los poderes de la capital; nuevamente se vio forzado a luchar por el respeto a su autonomía contra el ejército centralista encabezado por Nicolás Bravo. La capital tapatía estaba amenazada. Quintanar concentró en ella pertrechos y hombres, más como en el primer ataque centralista, un acuerdo silenció los cañones. El ejército invasor ingresó a Guadalajara de forma pacífica; sus defensores y caudillos, Quintanar y Bustamante, confiaron en la palabra de sus enemigos, bajaron la guardia y éstos no desaprovecharon la oportunidad para pisotear el honor y homenajear a la traición; tomaron prisioneros a quienes jamás merecieron el perdón de aquellos que se burlaron de la libertad y soberanía de Jalisco.


            El 16 de junio de 1824, Quintanar y Bustamante cayeron en manos de los centralistas; a los pocos días, salieron de la ciudad escoltados por las fuerzas de Nicolás Bravo hacia el puerto de Acapulco y de allí zarparon rumbo al destierro. Víctimas de una venganza consumada, héroes o traidores, al final, los esfuerzos de Quintanar y Bustamante darán el mejor de los frutos: Jalisco, al igual que todas las entidades federativas, se consolidó como un estado libre y soberano. El ideal federalista se impuso, prevaleció.

 

*Historiador e investigador.




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