Fernando
G. Castolo
El
México de los años treinta del pasado siglo emergía de las cenizas dejadas por
un par de acontecimientos sociales: la Revolución Mexicana y la Guerra
Cristera, que habían eclipsado el entorno artístico de la nación Porfirista;
entonces, después de esta pausa, las propuestas culturales toman un segundo
aire renovado, con elementos que involucran la identidad de lo que se
consideraba lo "nacionalista", según la convocatoria que una década
antes había realizado el intelectual José Vasconcelos, siendo el arte más
definitivo y trascendente el relacionado con la pintura mural, destacando como
sus máximos exponentes José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro
Siqueiros. Otra de las aristas artísticas de gran impacto social fue la
literatura.
La
propuesta más "famosa" del interior del país en la época fue
"Bandera de Provincias", una edición quincenal de cultura surgida en
Guadalajara, donde coincidieron escritores de la talla de Agustín Yáñez o
Alfonso Gutiérrez Hermosillo. En Ciudad Guzmán también existió una
efervescencia considerada como "temprana" en el ambiente cultural
local; se trata de la fundación, en noviembre de 1932, del Grupo Cultural
"Cervantes Saavedra", en torno del cual se reunieron importantes
personajes, no necesariamente nativos y con una fuerte tendencia
"liberal", requisito sin el cual no existía esa especie de catársis
del pensamiento y la creación. Roberto Lemus Ochoa, Fernando Chávez Fieldens,
Juan Castañeda, María Esther de la Torre, Friné Castillo Villanueva, Alfredo Velasco
Cisneros, José Manuel Ponce, Esperanza Valdovinos, Luis Preciado, Francisco
Valencia Arreola, María Cristina Pérez Vizcaíno y Franco Beas, entre otros,
eran parte de esta generación de escritores, todos nacidos entre 1890 y 1916.
La
gran mayoría de ellos expusieron sus propuestas, llenas de frescura y
sensualidad, en las páginas del medio periodístico "Plus Ultra", el
cual circuló entre los años de 1931 a 1934. Entonces, cuando llega al escenario
la siguiente generación de escritores locales, con este interesante antecedente
de ejercicio literario, logran encumbrar y reconocer la manufactura escritural
de Zapotlán en los inicios de los años cincuenta; al Premio Jalisco logran
acceder Roberto Espinoza Guzmán, Félix Torres Milanés, Juan José Arreola y la
citada María Cristina Pérez Vizcaíno, entre 1952 y 1954. Entonces, podemos
concluir que Ciudad Guzmán, la antigua Zapotlán el Grande, es una geografía
donde existe una vocación literaria que cuenta con una gran tradición, y se
encuentra a la altura de las épocas y los espacios determinantes en el proceso
de la actual dimensión cultural, no únicamente de nuestra nación sino en el
gran espectro de la universalidad...
*Historiador
e investigador.
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