Víctor
Hugo Prado
El 5 de
junio se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente, declarado desde 1973 por el
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Este día, pero
no solo este día, debemos reflexionar y actuar para enfrentar los grandes
problemas en lo local, regional, nacional e internacional, que podrían constituir
serios obstáculos para alcanzar la sustentabilidad en el futuro.
El
cambio climático, la pérdida de los ecosistemas terrestres y acuáticos y de su
biodiversidad, la escasez y contaminación de los recursos hídricos y la baja
calidad del aire, son algunos de los problemas más importantes. En ello
contribuye la devastación de selvas y bosques, permitiendo el cambio de uso de
suelo por la vía legal o por imposición propia.
La
necesidad de actuación se vuelve más urgente si se toma en cuenta que muchos de
estos problemas trascienden la esfera ambiental y afectan aspectos sociales tan
importantes como la salud o la seguridad pública y la alimentaria e incluso, en
la esfera económica en donde ya amenazan la producción y el comercio.
Es
cierto que el impacto individual es mínimo ante problemas tan complejos como la
destrucción de bosques y selvas, la eliminación de zonas cultivables por crecimiento
de las ciudades, el consumo de agua que ello conlleva, la generación de gases
de efecto invernadero y la producción de residuos sólidos urbanos. Ante ello,
se requieren políticas de Estado, que están orientadas a la conservación de
bosques, lagos y selvas. A disminuir las emisiones tóxicas de los automóviles y
camiones que circulan por nuestras vías terrestres, a fortalecer el
cumplimiento de la ley para mantener el orden en áreas naturales protegidas.
Ello
no significa que cada uno de nosotros debemos implementar acciones individuales
y comunitarias que nos lleven a mejorar las condiciones de nuestro ambiente. Por
ejemplo, en una ciudad como la nuestra, dejemos el auto y salgamos al centro en
bicicleta o caminando.
Reduzcamos
el consumo de productos como refrescos y agua en envases de plástico. Salgamos
a la calle con nuestra agua en una botella de uso personal, duradera y
reusable. Reguemos las plantas y el jardín por la noche. Sembremos un árbol.
Apoyemos causas de organismos internacionales y nacionales que promuevan la
mejora del medio ambiente. Difundamos en redes sociales causas y proyectos que
mejoren la calidad del medio ambiente.
Propongámonos a reducir el consumo de bolsas de plástico de un solo uso.
En fin, las maneras de contribuir con nuestro grano de arena son múltiples, de
lo que se trata es de cambiar la cultura de destrucción por la de construcción de
un ambiente sostenible y sustentable.
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