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miércoles, 28 de junio de 2023

Cualquier intento de apartarnos de la pluralidad debe ser resistido


 

Víctor Hugo Parado

 

 

México es un país que durante los últimos 35 años ha ido construyendo un andamiaje para que la sociedad en su conjunto viva en un sistema democrático. Para convivir, compartir, relacionarnos con preferencias o diferencias, al final de cuentas se trata de vivir con otros.



Señala José Woldenberg, en su blog de la revista Nexos que “personas, organizaciones sociales, partidos, medios y redes, tienen idearios, religiones, cuerpos valorativos que pueden coincidir o no con los nuestros. Solo en muy pequeñas comunidades, indiferenciadas, quizá se puedan observar unanimidades, que por cierto cuando se rompen suelen generar violencia, expulsiones, intolerancia”.


Continua Woldenberg señalando que “esa diversidad, connatural a la vida, es la que en democracia coloniza a las instituciones del Estado y obliga a las diferentes fuerzas políticas a coexistir con otras, lo que incluye, a quienes han ganado el gobierno. Esa diversidad, observada con el filtro democrático, es parte de la riqueza de la sociedad y por ello hay que preservarla y ofrecerle cauces para su expresión.





La fortaleza de los sistemas democráticos, sin duda, tienen como cimientos a la educación, que, en el país, debe formar en consonancia con lo establecido en el Artículo Tercero de nuestra Constitución, basada en el respeto irrestricto de la dignidad de las personas, con un enfoque de derechos humanos y de igualdad sustantiva. Tendiente a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano, que fomente el amor a la Patria, el respeto a todos los derechos, las libertades, la cultura de paz y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia; promoviendo la honestidad, los valores y la mejora continua del proceso de enseñanza aprendizaje.


Y, por si fuera poco, la educación debe impulsar y motivar la libertad de creencias, ajena a cualquier doctrina religiosa; basada en los resultados del progreso científico, contraria a la ignorancia, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios. Que tenga en mente a la democracia como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural de la sociedad; una educación que contribuya a la mejor convivencia humana, a fortalecer el aprecio y respeto por la naturaleza, la diversidad cultural, la dignidad de la persona, la integridad de las familias, la convicción del interés general de la sociedad, los ideales de fraternidad e igualdad de derechos de todos, evitando los privilegios de razas, de religión, de grupos, de sexos o de individuos.


Cualquier intento de apartarnos de lo pluralidad debe ser resistido, no tiene espacio ni en la política, la simple convivencia social y menos, mucho menos, en la educación.




 

 

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