“Este
es el Paso que separa los hombres de los niños” …la diferencia entre los niños
y los hombres es la diferencia entre aquel que se esfuerza por alcanzar un
objetivo marcado por él mismo y aquel que aspira alcanzar el objetivo perfecto
que es el de Dios. Se sugiere que debemos llegar a estar enteramente dispuestos
a aspirar alcanzar la perfección… Al decir “¡Nunca, jamás!” cerramos nuestra
mente a la gracia de Dios… Este es el punto en el que abandonamos los objetivos
limitados, y nos acercamos a la voluntad de Dios para con nosotros.
—
Doce Pasos y Doce Tradiciones, p. 60, 65-66
¿Estoy
completamente listo a que Dios me libere de estos defectos de carácter?
¿Reconozco por fin que yo no puedo salvarme por mí mismo?
He llegado a creer que no puedo. Si
soy incapaz, si mis mejores intenciones resultan mal, si mis deseos son
motivados por mi egoísmo y si mi conocimiento y voluntad son limitados —
entonces estoy listo a abrazar la voluntad de Dios para mi vida.
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