Fernando G. Castolo*
A
principios del siglo XX, en el auge de las haciendas, existió un importante
casco, en los límites de Pihuamo, denominado Hacienda de Montecristo. Su
propietario nació en la ciudad de México hacia el año de 1851.
Seguramente
era un personaje inquieto, dado que, por alguna razón, terminó desarrollando
parte de su vida por estos lares. Tuvo un primer matrimonio en Guadalajara,
donde contrajo nupcias, el 23 de septiembre de 1888, con la señorita María
Guadalupe Martínez Jiménez. La respectiva acta señala que él era soltero de 36
años.
Es
probable que a raíz de esta unión haya pensado en establecerse en esta entidad
y buscar suerte. La encontró en los parajes de Pihuamo, municipalidad rica en
minas de fierro. La Hacienda de Montecristo, por cierto, fue mejor conocida
como Ferrería de Providencia, en sus mejores tiempos. Su propietario fue don
Francisco Manuel Aizpuro Chávez, hijo de don Patricio Aizpuro (de ascendencia
vasca) y doña Ignacia Chávez. Al parecer montó residencia en Ciudad Guzmán,
dado que se le menciona en el apartado de los Hacendados dentro del Censo
Comercial del Directorio Ruhland, practicado en 1903.
Don
Francisco Manuel fallecería en la misma ciudad de México el 5 de febrero de
1921, en su domicilio de la calle Leandro Valle número 24, dejando viuda a doña
Lorenza Bulnes (quizá su segunda esposa de la que desconocemos cuándo casó con
ella), igualmente nativa de Guadalajara.
La
Hacienda de Ferrería de Providencia fue próspera en su época, inclusive mucho
más que la Ferrería de Tula (en los altos de la sierra de Tapalpa), por la
mucha demanda de fierro en la región que se tuvo durante la época porfirista,
la del gran progreso industrial en nuestro país.
*Historiador
e investigador.
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