— Como
lo ve Bill, p. 69
Al
principio de ingresar en el programa, la idea de dar sin condiciones era
difícil de comprender. Cuando otros querían ayudarme, tenía sospechas. Pensaba,
“¿Qué quieren ellos a cambio?” Pero pronto llegué a conocer la alegría de
ayudar a otro alcohólico y a comprender por qué ellos estaban ahí para mí al
principio.
Cambiaron mis actitudes y quise ayudar a otros. Algunas veces me ponía inquieto porque yo quería que ellos supieran de las alegrías de la sobriedad, que la vida puede ser preciosa. Cuando mi vida está llena del Dios amoroso de mi entendimiento y doy amor a mis compañeros alcohólicos, me siento poseedor de una riqueza tan especial que es difícil de explicar.
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