La
autoconmiseración es uno de los defectos más infelices y que más nos carcomen
que conozcamos. Es un obstáculo para todo progreso espiritual y puede cortar
toda efectiva comunicación con nuestros compañeros, debido a su reclamación
exagerada de atención y simpatía. Es una forma sensiblera del martirio que
difícilmente nos podemos permitir.
— Como
lo ve Bill, p. 238
El
falso consuelo de la autoconmiseración me saca de la realidad sólo momentáneamente
y después exige, como una droga, que yo tome dosis cada vez mayores. Si yo
sucumbo a esto, me puede llevar a una recaída en la bebida. ¿Qué puedo hacer?
Un antídoto eficaz es poner mi atención, aunque sea muy ligeramente al
principio, en otros que son verdaderamente menos afortunados que yo y
preferiblemente en otros alcohólicos. Mi propio sufrimiento exagerado
disminuirá en el mismo grado en que demuestre activamente mi simpatía con
ellos.
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