Salvador
Mateo
Como
viene ocurriendo desde el 2012, el pasado 12 de abril en el mundo se conmemoró
el Día Internacional de los Niños en Situación de Calle, sin embargo, cuando
menos en México, la fecha pasó prácticamente desapercibida, un hecho que
contrasta con la celebración del Dia del Niño del día 30 de este mismo mes.
Pero, dado que el problema ha alcanzado niveles nunca antes vistos, es
necesario no perder de vista de que con el gobierno de la 4T se ha agravado el
problema de la infancia callejera y el trabajo infantil.
Resulta
sobrado argumentar que el problema no es resultado del gobierno morenista que
encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador, pues a todos nos queda
claro que el fenómeno no es nuevo y es mundial. Los niños en situación de calle
y el trabajo infantil, es el peor rostro del capitalismo y el panorama es
aterrador.
Por
ejemplo, en Jalisco a pesar de que los camellones de casi todas las avenidas de
la ciudad de Guadalajara están repletos de niños y niñas, no existe como tal un
registro de los que habitan las calles. Más aún: no se sabe cuántos hay. El
número exacto se desconoce. De acuerdo con académicos de la Universidad de
Guadalajara (UdeG), un conteo hecho en 2018 arrojó mil 82 niñas y niños en
diversos puntos del Área Metropolitana de Guadalajara, tanto de calle como en
la calle.
Aunado
a la inexistencia de cifras exactas; no se sabe realmente en qué condiciones
viven, si están vacunados, si reciben educación. El DIF nacional argumenta: con
solo verlos en la calle no asegura que vivan en la misma, además de que muchos
de esos niños también son migrantes, y su presencia en Guadalajara no es más
que transitoria. El hecho de que se muevan tanto y no tengan un lugar
establecido dificulta su localización.
Donde
sí hay datos es en el trabajo infantil. Jalisco ocupa el nada honroso octavo
lugar nacional, con casi 136 mil menores de edad laborando, de los cuales un 87
por ciento tiene ocupaciones no permitidas, ya sea porque no cumple con la edad
mínima para realizarlas o porque realiza ocupaciones peligrosas, de acuerdo con
la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI), la más reciente que el Inegi
publicó en 2019, se trata del 7.4 por ciento de la población total de niños y
jóvenes jaliscienses de entre 5 y 17 años.
Según
la ENTI, 3.26 millones de personas de entre 5 y 17 años estaban en situación de
trabajo infantil a nivel nacional durante 2019. Esto representaba el 11.5 por
ciento de la población en dicho rango de edad. 38.9 por ciento de estas niñas,
niños y adolescentes eran mujeres, mientras 61.1 por ciento eran hombres.
Antonio
Ruiz Porras, experto en economía de la UdeG, asegura que en estos últimos años
pudo haber crecido hasta 7.5 por ciento la cantidad de menores de edad que hacen
actividades no permitidas, debido a la pandemia y la crisis económica que ha
traído a familias jaliscienses.
Además,
cada vez que se acerca el día del niño, llueven cifras y descripciones
abrumadoras sobre los niños en situación de calle, de la explotación del
trabajo infantil y de la situación de pobreza lacerante de sus familias, que
los obliga a abandonar la escuela para trabajar en lo que sea con tal de
sobrevivir o contribuir al gasto familiar. En México estamos muy lejos de
garantizar un empleo formal, con salario digno y verdadera protección social a
toda la población económicamente activa, por lo que no sorprende que niños y
niñas queden totalmente fuera de las prioridades de patrones, gobierno y
autoridades laborales.
Por
si faltara algo. El presidente Andrés Manuel López Obrador decidió eliminar
programas sociales mediante el cual el Estado mexicano ofrecía ayuda y
servicios de calidad a grupos vulnerables para privilegiar la entrega de dinero
con el claro fin de comprar votos y conciencias. Con esta decisión
desaparecieron programas como el de las estancias infantiles para apoyar a
madres trabajadoras.
Otro
golpe para millones de jefas de familia fue la eliminación de Prospera, porque
de ahí agarraban para comprarle zapatos, ropa, sus cosas a los niños y para ir
sobrellevándola. Este programa de Inclusión Social existía desde hace más de 20
años, tenía tres componentes: Uno era el de educación, becas para quienes
tuvieran hijos en la escuela, desde tercero de primaria hasta universidad;
alimentación, que incluía suplementos alimenticios para mujeres embarazadas, y
un tercer componente de salud, que incluía consultas preventivas periódicas y
talleres de autocuidado. En el último caso, los beneficiarios debían acudir a chequeos
médicos o charlas, o de lo contrario se les suspendían los apoyos.
Uno
de los últimos golpes del gobierno lopezobradorista que dejó a la deriva la
educación de 3.6 millones de niños pobres fue la eliminación de las Escuelas de
Tiempo Completo, pese a que organizaciones de protección de la infancia
alertaron oportunamente de las consecuencias catastróficas de la medida, ya que
afecta a 27.000 colegios que ofrecían una comida caliente y horas de clase
suplementarias para los menores más desfavorecidos.
Urge salvar a la niñez de nuestro país, pero se necesita de la participación consciente y organizada de los que sufren pobreza y abandono familiar, a quienes con las medidas expuestas brevemente, no les puede quedar duda de que la actual administración federal, no solo huye de su responsabilidad de velar que los niños y niñas dediquen su vida plena al estudio y a la adquisición del conocimiento, que disfruten de su tiempo libre para hacer deporte, arte y cultura, sino la 4T grava el problema de la infancia callejera y del trabajo infantil.
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