Víctor Hugo Prado
Alguien le atribuyó alguna vez a Albert Einsten la frase “es
el supremo arte del maestro despertar la curiosidad en la expresión creativa y
conocimiento”, no podría estar más de acuerdo. Siempre encontraremos en la
literatura, adulaciones a las y los docentes y la noble labor que desempeñan
para desterrar la ignorancia de las vidas de sus alumnos. Tarea de la que se
percibe la parte heroica por las batallas libradas en el aula, pero no por las
dificultades que implica ser docente y sobre todo ser un buen docente.
De acuerdo con Gervacio
Jiménez y Castillo Elías, autores del estudio “Impactos
socioemocionales, estrategias y retos docentes en el nivel medio superior
durante el confinamiento por COVID-19”, publicado en la
Revista Iberoamericana de Investigación y Desarrollo Educativo, en el que citan
a distintos autores, señalan que durante y después de la pandemia los sistemas económicos, de salud y educativos se
vieron y continúan siendo seriamente afectados. En educación, el maestro hizo
frente a la emergencia sanitaria a través de plataformas virtuales u otros
medios de comunicación, de tal manera que la educación de los estudiantes no se
interrumpió, sino que continuó de manera remota.
Refieren que,
para los profesores no fue una labor sencilla: tuvieron que adaptarse
rápidamente a una modalidad de enseñanza totalmente distinta a la que venían
practicando, al menos para la mayoría de ellos. Que los docentes fueron
afectados por altos índices de insatisfacción, estrés, agotamiento y depresión.
Y que la docencia como profesión presenta un alto riesgo de angustia
psicológica, además que, registra los niveles más bajos de satisfacción
laboral.
La pandemia
derivó en gestas heroicas en el quehacer docente, para posibilitar los
aprendizajes significativos, para mediar entre los alumnos y los problemas de
sus familias por las pérdidas de empleos y en el peor de los casos de personas
cercanas. Todavía a estas alturas no acabamos de reconocer el impacto
psicológico que tuvo la pandemia y el conjunto se prácticas educativas a
asociadas a ésta. Fenómenos como el estrés, ansiedad y la depresión, las
exigencias de las actividades curriculares, el uso y dominio de plataformas
educativas, derivó en escenarios complejos que en estos tiempos requerirán de
intervenciones inmediatas y pertinente que abonen a la reducción de los niveles
de estrés, temor, confusión o preocupación entre las y los docentes, los que en
media superior se agravarán por la implementación de un nuevo plan de estudios
que impulsa la federación con sustento en lo que llamado la Nueva Escuela
Mexicana. No por nada, el mismo Francisco Villa afirmaba que “Primero pago a un
maestro que a un general”, reconociendo la extraordinaria labor de las y los
docentes a los que debemos atender.
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