jueves, 16 de marzo de 2023

Primero pago a un maestro que a un general

 


 

Víctor Hugo Prado

 

 

Alguien le atribuyó alguna vez a Albert Einsten la frase “es el supremo arte del maestro despertar la curiosidad en la expresión creativa y conocimiento”, no podría estar más de acuerdo. Siempre encontraremos en la literatura, adulaciones a las y los docentes y la noble labor que desempeñan para desterrar la ignorancia de las vidas de sus alumnos. Tarea de la que se percibe la parte heroica por las batallas libradas en el aula, pero no por las dificultades que implica ser docente y sobre todo ser un buen docente.




De acuerdo con Gervacio Jiménez y Castillo Elías, autores del estudio “Impactos socioemocionales, estrategias y retos docentes en el nivel medio superior durante el confinamiento por COVID-19”, publicado en la Revista Iberoamericana de Investigación y Desarrollo Educativo, en el que citan a distintos autores, señalan que durante y después de la pandemia los sistemas económicos, de salud y educativos se vieron y continúan siendo seriamente afectados. En educación, el maestro hizo frente a la emergencia sanitaria a través de plataformas virtuales u otros medios de comunicación, de tal manera que la educación de los estudiantes no se interrumpió, sino que continuó de manera remota.


Refieren que, para los profesores no fue una labor sencilla: tuvieron que adaptarse rápidamente a una modalidad de enseñanza totalmente distinta a la que venían practicando, al menos para la mayoría de ellos. Que los docentes fueron afectados por altos índices de insatisfacción, estrés, agotamiento y depresión. Y que la docencia como profesión presenta un alto riesgo de angustia psicológica, además que, registra los niveles más bajos de satisfacción laboral.





La pandemia derivó en gestas heroicas en el quehacer docente, para posibilitar los aprendizajes significativos, para mediar entre los alumnos y los problemas de sus familias por las pérdidas de empleos y en el peor de los casos de personas cercanas. Todavía a estas alturas no acabamos de reconocer el impacto psicológico que tuvo la pandemia y el conjunto se prácticas educativas a asociadas a ésta. Fenómenos como el estrés, ansiedad y la depresión, las exigencias de las actividades curriculares, el uso y dominio de plataformas educativas, derivó en escenarios complejos que en estos tiempos requerirán de intervenciones inmediatas y pertinente que abonen a la reducción de los niveles de estrés, temor, confusión o preocupación entre las y los docentes, los que en media superior se agravarán por la implementación de un nuevo plan de estudios que impulsa la federación con sustento en lo que llamado la Nueva Escuela Mexicana. No por nada, el mismo Francisco Villa afirmaba que “Primero pago a un maestro que a un general”, reconociendo la extraordinaria labor de las y los docentes a los que debemos atender.

 

 


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