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miércoles, 22 de marzo de 2023

Desabasto de medicamentos para pacientes trasplantados, contradice narrativas de AMLO


  

Salvador Mateo

 

Con oportunidad, muchos mexicanos señalamos que solo era un discurso demagógico la promesa que hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador, en su mañanera del 3 de enero de 2019, de alcanzar un sistema de salud similar al de los países del norte de Europa a partir del primero de diciembre de 2020.



 

No obstante, el vencimiento de dicho plazo, el 22 de diciembre de 2022, desde Quintana Roo, volvió a prometer que para mediados de este 2023, es decir, para el mes de junio, México contará con unos de los mejores sistemas de salud a nivel mundial, para ello su gobierno trabaja en arreglar los centros de salud, las unidades médicas, los hospitales, y que en ellos que no falten médicos.

 

Estamos a casi año y medio para que concluya el sexenio lopezobradorista y, a reserva de ser incondicional de AMLO y de Morena por conveniencia, más que por convicción, a todos nos queda claro que realmente es imposible que en ese tiempo se alcance un sistema de salud parecido al de Dinamarca.

 

El presidente, fiel a su estilo de gobernar, ha tratado de engañarnos para evitar que veamos la realidad, alardeando de que tendremos un sistema de ese nivel europeo, con un servicio impecable como es en ese país nórdico, cuando en nuestro país no podemos ni siquiera contar con las vacunas ni los medicamentos básicos.

 

    





El diario Milenio Jalisco, en su edición del pasado 3 de marzo, publicó una nota titulada “Pacientes trasplantados en Jalisco deben buscar por su cuenta medicinas ante desabasto”. La problemática comenzó hace tres semanas y ha afectado a pacientes de la clínica 45, 46, 110 y el Centro Médico.

 

Según personal del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el desabasto se debe a que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) emitió una alerta sanitaria para retirar el medicamento de la marca Octralin del laboratorio Raam, debido a que varios pacientes presentaron rechazo del órgano tras su aplicación.

 

Sin embargo, según testimonios de personas afectadas recogidos por el medio. Los últimos meses han sido difíciles para los pacientes trasplantados, primero por el medicamento de mala calidad que les otorgó el IMSS, y ahora por el desabasto que se registra en varias clínicas, del medicamento Tacrolimus, que ayuda a prevenir el rechazo del órgano.

 




A varios les han dicho que fue por la alerta sanitaria que retuvieron el Octralin y que se inmovilizó por parte de la Cofepris, pero lo cierto es que desde hace seis meses le cambiaron el medicamento por el laboratorio Cáritas, el cual también está en desabasto. Muchos tuvieron que conseguir el medicamento por su cuenta para evitar que la salud de su riñón se vea comprometida.

 

No hay duda con lo dado a conocer por Milenio Jalisco, el desbasto de medicamentos para pacientes trasplantados, contradice narrativas de AMLO, quien en enero pasado, en el marco de los 80 años de la fundación del Instituto Mexicano del Seguro Social, afirmó que el problema de desabasto de medicamentos ha sido superado y que se han adquirido la totalidad de medicamentos necesarios para este año y para 2024. El mandatario federal estimó que este año, los servicios de salud llegarán a todos los mexicanos a través del IMSS-Bienestar y para ello se están ampliando los empleos a médicos especialistas, construyendo hospitales y mejorando la infraestructura actual.

 

El desabasto de este tipo de medicamentos es grave y sumamente delicado. Alrededor del 11 por ciento de la población mexicana padece enfermedad renal crónica. Jalisco cuenta con una de las mayores incidencias en el mundo de personas con enfermedades renales. De acuerdo con cifras del Antiguo Hospital Civil de Guadalajara “Fray Antonio Alcalde” 15,000 personas se encuentran en la espera de un trasplante de riñón en Jalisco; 500 pacientes del Hospital Civil de Guadalajara reciben terapia de diálisis y 2,700 trasplantes de riñón se realizan al año en la entidad.

 

Pero, México no sólo seguirá sin un sistema de salud como el de Dinamarca. La promesa de salud universal y un sistema de atención de calidad, seguirá sin cumplirse en 2023 y en lo que resta el sexenio, debido al bajo presupuesto federal que se tiene para ese sector, al desabasto de medicamentos y a la baja vacunación, puede incidir en el resurgimiento de enfermedades consideradas erradicadas, lo cual podría elevar los costos de la atención. No se puede perder de vista que la covid-19, no ha sido erradicado y puede resurgir con otras variantes.

 




El panorama es sombrío. A estas alturas es evidente que ya no va a haber ningún cambio, terminaremos el sexenio con muchos pendientes, con indicadores de salud muy preocupantes, que parecieran números nada más pero detrás de cada número hay una familia que invirtió de su bolsillo o perdió un familiar porque no fue atendido oportuna y adecuadamente.

           

Esta realidad, hace ver la necesidad de un sistema de salud que empiece a caminar, con recursos financieros suficientes, con una buena planeación, buena gestión en salud y experiencia, pero ninguna de estos requerimientos tiene la actual administración federal.

 

La 4T ha causado gran daño social. Por el mal manejo de la política de salud, México es primer lugar mundial en personal médico fallecido por covid-19 y quinto sitio en total de muertes por coronavirus, según cifras oficiales; resurgen enfermedades ya desaparecidas, como tuberculosis, poliomielitis e incluso rabia en humanos, al tiempo que aumentan el desabasto de medicamentos y la falta de equipamiento hospitalario.

 

En tanto, con el fin de retener el poder a cualquier precio, el presidente está ocupado en atacar al Poder Judicial y en destruir al Instituto Nacional Electoral (INE), por lo que los electores que votaron por Morena, creyendo en sus promesas, tienen la tarea de aceptar que se equivocaron y mirar hacia el futuro. Los mexicanos debemos hacer valer nuestra fuerza, que reside en nuestro número, para librarnos en primer lugar de falsos redentores que gobiernan en nombre del pueblo, mientras que lo traicionan.

 

El pueblo de México puede y debe gobernar al país para atender él mismo sus añejas necesidades que no se resuelven repartiendo tarjetas con un poco de dinero para que la gente vote por los candidatos afines a AMLO.

 

Todos los recursos del erario público son de los trabajadores y deben ser aplicados en salud, educación, vivienda, es decir en rubros que beneficien a todos y no para la compra de conciencias.




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