Juan José Ríos Ríos
Creo
que ya es tiempo de que tomemos conciencia el grado de deterioro en que han
caído las administraciones municipales que han encabezado los destinos de
nuestra ciudad y municipio, que repercuten entre quienes conformamos esta gran
comunidad, en el sentido de que cada vez se aumentan y diversifican las formas
de que los ciudadanos paguen más impuestos, que repercuten en nuestra economía
y que se destinan, en su mayor porcentaje, a mantener una burocracia obesa y
poco productiva.
Para abordar este tema, me propuse a
investigar el significado de la palabra burocratización que, etimológicamente,
burocracia procede del francés bureaucratie, y se compone de la
voz francesa bureau, que significa ‘oficina’, ‘escritorio’, y el
sufijio -cracia, que viene del griego -κρατία (kratía),
que se traduce como ‘gobierno’, ‘dominio’ o ‘poder’. En este sentido,
burocracia vendría a significar ‘poder del escritorio’, de allí que desde su
origen tenga un valor peyorativo.
En concreto, en la práctica e
independientemente de su significado etimológico, en la vida real, en las
actividades cotidianas que tienen que ver con las formas o estructuras que nos
“gobiernan”, la burocracia es un sistema que, en muchos casos, se caracteriza por
tener una gestión administrativa poco efectiva y porque los funcionarios no
cumplen. Independientemente de ello, el sostener un aparato improductivo y
costoso, como lo es la casi totalidad de las funciones de una administración
municipal local, ya resultado del todo insostenible y que debe de modificarse,
o bien exigir un cambio de conductas.
En el caso de nuestra realidad, es
decir, en nuestro municipio, entendiendo que la población ha crecido y la
demanda de servicios también, hace tres décadas y un lustro, es decir, de 1988
al 2023, el número de personas que ocupan un cargo o empleo en la
administración municipal casi se ha triplicado, de un sindicato de servidores
públicos ya hay cinco, aunque uno esté integrado a la empresa concesionaria del
aseo público y, de esa fecha a la actual, cuando una sola persona tenía que ver
con el servicio y abasto del agua potable, ahora son más de 120, 80 sindicados
y el resto sin esa característica y que, de sus ingresos, ni el diez por ciento
de sus del pago del servicio se destine a mejoras del sistema.
En el gobierno municipal, la cosa
está peor, pues ahora no sola hay directores de áreas, también coordinadores
generales, más regidores y asesores, y del presupuesto que se integra con el
pago de impuestos de los ciudadanos, más las participaciones federales y
estatales que recibe el municipio, ni el diez por ciento de su total se dedique
a obras de mejoras, pues superan los 500 millones y sólo se sabe del destino de
9.4 millones de pesos que, vía “presupuesto participativo”, se destinan a obras
“consensuadas” con los ciudadanos (¿?), el poder del escritorio es cada vez más
absolutista, que se define como Régimen político en el que una autoridad domina
todas las manifestaciones del poder, que puede ejercer sin límites.
Como previamente lo señalo, el
problema no es de ahora, ha venido generándose y agravándose desde hace más de
tres décadas, con el arribo de gobiernos que vieron la administración pública
como una empresa, pero sólo para sus fines, no como una función de servir y
trabajar en bien de una comunidad, como debiera ser la función pública, por lo
cual se procedió no solamente al aumento de los salarios a los funcionarios de
“primer nivel”, a los que arribaron con el alcalde en turno, también en el
número del personal escogido para darle empleo y un buen salario a cambio de
NADA.
Esto fue dejando atrás al personal
sindicado, al que ya existía, establecido en un solo sindicato, con quienes
nunca se aplicó ni se ha aplicado el proceso de capacitación e integración a
cargos de la administración municipal, cada gobierno arribaba al cargo con más
gentes, otras ideas y fines, más que de servir, para sus propios intereses,
siendo el colmo del 2015 al 2021, cuando los sindicatos aumentaron y se
posicionaron en la administración municipal y en el SAPAZA, y con ello la
minimización de recursos y posibilidades en bien de la ciudad, el municipio y
su gente.
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