A.A. dice a todo verdadero bebedor, “Tú eres miembro de A.A., si tú lo dices… nadie puede prohibirte la entrada.”
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Doce Pasos y Doce Tradiciones, p. 135_
Durante
muchos años, cuando reflexionaba sobre la Tercera Tradición (“El único
requisito para ser miembro de A.A. es querer dejar de beber”), me parecía ser
de valor solamente para los principiantes. Les servía como garantía de que
nadie les podría excluir de A.A.
Hoy
me siento profundamente agradecido por el desarrollo espiritual que esta
Tradición me ha traído. No voy buscando a la gente claramente diferente a mí.
La Tercera Tradición, que hace resaltar la única forma en que la otra gente y
yo nos parecemos, me ha hecho posible conocer y ayudar a todo tipo de alcohólico,
quienes igualmente me han ayudado a mí. Carlota, una atea, me enseñó un más
alto criterio del honor y de la ética; Carlos, que es de otra raza, me enseñó
la paciencia; Patricio, un homosexual, me conducía por su ejemplo a la
verdadera compasión; la joven María dice que el verme en las reuniones, con
treinta años de sobriedad, le hace seguir volviendo. La Tercera Tradición
aseguraba que se satisfaría lo que necesitábamos — los unos a los otros.
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