Juan
José Ríos Ríos
El
Volcán/Guzmán
La
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo 55
establece los requisitos para ser diputado, y el 58 para ser senador, que son
los mismos, con excepción de la edad. No se exige tener algún nivel de estudios
o grado educativo, tan sólo ser ciudadano mexicano por nacimiento en el
ejercicio de sus derechos, veintiún años cumplidos el día de la elección, ser
originario de la entidad federativa o vecino de esta con residencia efectiva de
más de seis meses anteriores a la fecha, y ya.
Por esas complacencias, creadas por
los mismos integrantes del “Poder Legislativo” y el sistema que los creó,
entendemos el por qué ambas cámaras, sobre todo la del Senado de la República
en la actualidad, se han convertido en espacios de enfrentamientos vergonzosos,
por las expresiones y temas que hacen y abordan algunos de sus integrantes, que
más que una institución de respeto y prestigio, digno del país y de los mexicanos,
raya en enfrentamientos de cantina o mercado, aunque en éste último espacio se
hace mejor comercio.
Lo curioso, aparte de ser escenario,
principalmente en senado, de las expresiones de ebrios o desquiciados a las que
algunos legisladores recurren, principalmente la denominada “oposición”, no
solamente bloquean lo que no les conviene, cumpliendo mandatos de la oligarquía
enquistada en el poder económico y político del país, tampoco han aprobado
modificación alguna, cuando menos el requisito para todos aquellos que buscan
una representación política como diputados federales, de tener concluida le
educación media superior.
Claro, el tener estudios superiores,
no los hace mejores legisladores y mucho menos si llegan al cargo con
compromisos, pero no con los ciudadanos de a pie, a su antojo y conveniencia se
agrupan o integran coaliciones de poder interno para aprobar o entorpecer toda
iniciativa que proponga cambios, resultados, más allá del voto con el que
puedan asumir a la curul, más bien en razón de sus buenos resultados para el
país y de los mexicanos.
Quienes se han atrevido a proponer
cambios, tibios para mi gusto, han señalado que “No se trata de contravenir el
cumplimiento de los derechos ciudadanos establecidos en sus artículos 34 y 35
fracción II Constitucionales, que precisan los requisitos para ser votado para
todos los cargos de elección popular, sí se consideren nuevos requerimientos
mínimos para lograr un trabajo parlamentario adecuado y eficaz a las realidades
del país, con conocimientos en diversas materias o en cualquier actividad de
las ciencias o del conocimiento.
En verdad, raya en lamentable lo que
se exige para ocupar tan importantes cargos públicos, y en todo esto mucho
tiene que ver o culpa el sistema o los partidos políticos, partes del mismo,
pero también los ciudadanos que no exigen, que no razonan a la hora de votar y
dejar que la elección del candidato esté siempre al gusto del partido que lo
propone, cuando, incluso, se compran candidaturas. Así, incluido el 19 Distrito
Electoral, a lo largo del tiempo “hemos tenido” diputados y senadores
analfabetas o comprometidos con el sistema, partido o agrupación económica,
política o social, menos con el pueblo a quien “representan”, de allí los
resultados que se padecen actualmente.
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