Juan
José Ríos Ríos
El
boicot se define como: “Acción que se dirige contra una persona o entidad para
obstaculizar el desarrollo o funcionamiento de una determinada actividad social
o comercial”. Recurro a este término para referirme a la propuesta que se viene
haciendo, principalmente en las llamadas redes sociales, invitando a los
ciudadanos que dejen de comprar y consumir cierto producto, principalmente
comestible, en un ánimo de evitar que se les siga incrementando el costo como
justificante del índice inflacionario.
Esto ocurre principalmente con el
consumo de huevo de gallina, cuando el kilo de este producto está más arriba de
los 50 pesos, lo que se considera lesivo
para la economía familiar y, aunque es una buena parte de la alimentación de muchas personas,
principalmente de las clases con menos
posibilidades económicas, dejar de comprar o de consumir el huevo,
provocaría una sobreproducción que
inundaría el mercado obligando a que se almacene por la falta de venta lo que,
en teoría, sería una pérdida para el productor, el introductor y quien lo pone
a la venta del público.
Sin duda que la propuesta tendría el
impacto que se sugiere si una buena parte de los consumidores de huevo dejaran
de adquirir el producto, sacarlo del menú casero y con ello frenar su venta y
sobre todo su incremento, lo que queda a la posibilidad de las personas que se
sienten afectadas por el abuso que se comete en su contra, de igual forma, a
las limitaciones que se tienen para que dicha propuesta quede accesible para
todos los ciudadanos, pues una gran mayoría de éstos no disponen de los medios
o dispositivos electrónicos y las más de las veces no captan la intención, en
este caso del mensaje a boicotear la compra de huevo.
Pero, no solamente es el kilo de
huevo el que está fluctuante en su precio, la carne de res, de cerdo, el kilo
de pollo, de tortilla, de tomates y de cualquier otro producto de alto consumo,
no solamente por las gentes que tienen recursos suficientes, sino por la
población en general, son objeto de aumentos desmedidos, no hay quien frene o
controle este proceder y quienes recurren a ello se justifican indicando que
todo sube y que los productores, distribuidores y expendedores, sólo tratan de
no “perder” y por ello remarcan, suben precios y, a veces, hasta esconden el
producto.
Sin duda que la demanda tiene mucho que ver en el volumen del consumo y
producción de cualquier producto. Hay hasta películas que exponen la forma como
proceden las grandes corporaciones económicas, de productores y hasta de
quienes hacen comercio, en donde se ponen de manifiesto las estrategias
malignas de esconder, destruir y hasta de tirar el producto, por considerar que
el precio que les pagan por éste no cubre los gastos de producirlo, que en
algunos casos sin duda es una estrategia que les funciona, pues al no haber el
producto a la venta al público se genera escases y el pánico consecuente entre
los consumidores, caen en el juego porque sienten que si dejan de comer tal o
cual producto, no se están alimentando correctamente, o bien, en el caso de la
ropa, no está al día en la moda.
Sin duda que se puede vivir
sanamente sin comer huevo, y más por las condiciones en que se producen en las
granjas, por las formas de explotación a que se someten a las aves (gallinas
ponedoras). De igual forma, se puede salir a la calle sin estar a la moda,
dejar de comer carne de res o cerdo, también ayuda a tener una mejor la salud,
según las recomendaciones que hace el sector salud en el tema del consume de
las llamadas “carnes rojas”, qué decir de los embutidos, de los refrescos, de
las botanas, hasta de las tortillas, etc., lo que, sin duda, queda a la
voluntad del consumidor, de las personas que se sienten agredidas en su
economía familiar, desde ahí se puede comenzar a boicotear la escalada de
precios, sobre todo cuando no hay autoridad que ponga orden. Usted… ¿qué opina?
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