Las
formas en que nuestros alcohólicos “dignos” a veces han tratado de juzgar a los
“menos respetables” son, en retrospectiva, algo absurdas. Imagínate, si puedes,
un alcohólico juzgando a otro.
— El
Lenguaje del Corazón, p. 37
¿Quién
soy yo para juzgar a nadie? Cuando entré en la Comunidad, descubrí que todos me
gustaban. Después de todo, A.A. me iba a ayudar a vivir una vida mejor sin
alcohol. La realidad era que a mí no me podrían gustar todos y tampoco yo a
ellos. A medida que me he desarrollado en la Comunidad, he aprendido a amar a
todos solamente por haber escuchado lo que ellos tenían que decir. Esa persona
allá, o ésta aquí, puede ser la que Dios ha elegido para darme el mensaje que
necesito hoy. Siempre debo recordar anteponer los principios a las
personalidades.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario