Esta es, de verdad, la dádiva que no exige nada a cambio. Él no espera que su compañero de fatigas le pague, ni siquiera que lo ame. Luego, se da cuenta de que, por medio de esta paradoja divina, al dar así, sin esperar nada, ha encontrado su propia recompensa, ya sea que su hermano haya recibido algo o no.
—
Doce Pasos y Doce Tradiciones, p. 107
Una
vez que adquirí la humildad para aceptar el hecho de que no todas las visitas
de Paso Doce iban a tener éxito, entonces estaba abierto a recibir las recompensas
de dar generosamente.
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