Pedro
Vargas Avalos
La
justicia es tan importante, que sin ella no habría democracia, igualdad,
derechos humanos y moralidad. En pocas palabras, viviríamos en el mundo del más
fuerte, partido en opresores y oprimidos, es decir, en una sociedad sin convivencia
aceptable. Por ello, en toda nación bien constituida (Estado) debe existir el
poder público, cuyo objetivo y función primordial, es sustentarla ley y mantener
el orden, a la par de promover el bienestar de los habitantes y garantizar la
soberanía nacional.
Ahora bien, ese poder, a efecto de
que se ejerza idóneamente, debe estar dividido. En nuestra república federal
mexicana, la Constitución Política vigente (y también las anteriores) previene
(artículo 49) que: “El Supremo Poder de la Federación se divide para su
ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial.” Luego en un párrafo segundo,
precisa: “No podrán reunirse dos o más de estos Poderes en una sola persona o
corporación, ni depositarse el Legislativo en un individuo, salvo el caso de
facultades extraordinarias al Ejecutivo de la Unión…”.
Por lo anterior es que nunca, en
condiciones normales, un poder debe dominar a los otros, de allí que, para su
cabal funcionamiento, se requiere que actúen con independencia en el ámbito de
sus atribuciones.
Por nuestra historia, y además por
la experiencia que tenemos la mayoría de los ciudadanos mexicanos, sabemos que
por décadas el poder ejecutivo, encarnado por el presidente de la república que
es su titular, fue preeminente, sobre todo porque existía un partido político
hegemónico (PRI) y el primer mandatario nacional, era de hecho su máximo directivo.
En consecuencia, la inmensa mayoría de los miembros del poder legislativo,
emanados de ese instituto político, eran sus adláteres; y en cuanto al poder
judicial, el mismo gobernante proponía los ministros de la Suprema Corte de
Justicia y el obsecuente Congreso los aprobaba, sin mayores trabas. Incluso los
gobernadores estatales, solo llegaban a ese cargo, si tenían el visto bueno del
ejecutivo federal .Como triste resultado de esos hechos, fue que había en la
república, un sobrentendido dominador, a tal grado, que se llegó a comparar el
período presidencial, con una especie de monarquía sexenal, y al sistema
político imperante, se le bautizó por célebre escritor -Mario Vargas Llosa-
como la dictadura perfecta.
Afortunadamente, en el momento en
que por fin imperó la democracia y la ciudadanía decidió quien sería su
gobernante (con apabullante participación en las elecciones nacionales de 2018),
se transformó aquel viejo sistema y el desempeño de los tres poderes.
Por lo que ve a los integrantes de los
poderes judicial y legislativo, ya sabemos que, “Se deposita el ejercicio del Poder Judicial de la
Federación en una Suprema Corte de Justicia, en un Tribunal Electoral, en
Tribunales Colegiados y Unitarios de Circuito y en Juzgados de Distrito.” (Art.
94 de la Constitución General de la República). Y por lo que ve al legislativo,
el artículo 50 de la ley suprema, establece que lo ejercen los diputados (500)
y (senadores 128) quienes integran el Congreso general, dividido en las dos
cámaras respectivas.
Las maneras de integrar a cada uno
de los tres poderes antedichos, son dos: la primera es la de elección popular,
para el ejecutivo y el legislativo; por
lo que ve al judicial, característicamente simbolizado por la Suprema Corte de
Justicia (SCJ), compuesta por once ministros, se integra mediante un
procedimiento que inmiscuye al presidente, -quien propone el nombramiento- y a
los senadores, que en su caso lo aprueban. Conforme existe una vacante, de las
once plazas con que cuenta la SCJ, se abre ese proceso para que acceda al cargo
de ministro de la SCJ un nuevo miembro.
Desde hace semanas se había desatado
un verdadero debate a lo largo y ancho del país, con motivo del relevo del
entonces presidente de la SCJ, Lic. Arturo Zaldívar, cuyo período de cuatro
años concluiría el último de diciembre de 2022. Dos eran los temas al respecto:
si quien lo sustituiría, respondía a los intereses de la Cuatro T, y en segundo
término, si sería una mujer, lo cual jamás había sucedido en la historia casi
bicentenaria (1825-2003) de ese elevado tribunal. Los candidatos para
presidente fueron cinco ministros: Norma Lucía Piña
Hernández (que llegó a su cargo proyectada por Enrique Peña Nieto), Alberto
Pérez Dayán, Javier Laynez Potisec, Yasmín Esquivel Mossa y Alfredo Gutiérrez
Ortiz Mena. Subrayamos que elegir presidente de la Corte, solo corresponde a
los once ministros que la conforman.
Cada
uno de esos aspirantes, presentó en su momento un programa sobre su potencial desempeño
en caso de ser electo por sus pares, considerándose por los comentaristas que,
de ellos, la abogada Yasmín Esquivel era muy cercana al primer mandatario de la
república, y que por ello, sería la encargada de que López Obrador (AMLO)
dominara la SCJ, con lo cual sería una especie de súper presidente (al estilo
de los del PRI), puesto que controlado el poder judicial, se sumaría el hecho
de que el Congreso es mayoritariamente del partido del mandatario. Esta
situación, desató una campaña perruna de parte de las oposiciones al gobierno
de la Cuatro T, es decir de la actual administración federal. Y el blanco fue
la ministra Yasmín Esquivel, a quien se acusó de haber plagiado, dentro de la
UNAM, su tesis para llegar a ser abogado.
Como
es lógico suponer, el estrado que sirvió para iniciar esa serie de ataques sin
cuartel, lo fue el portal digital de noticias anti AMLO que dirige su acerbo
crítico Carlos Loret de Mola, y que se llama Latín Us, con sede en Estados
Unidos y financiamiento -entre otros- de los señores Madrazo (cuya cabeza es
Roberto, el indecoroso ex dirigente priísta) y el despreciado ex gobernador
michoacano Silvano Aureoles Conejo. Quien prestó sus servicios para ese fin,
fue el intelectual orgánico (por lo tanto, agudo impugnante de AMLO) Guillermo
Sheridan, un afortunado maestro -casi aviador- que generalmente siempre está en
el extranjero, cobrando jugosos estipendios en la Universidad (donde debería
estar impartiendo clases o realizando investigaciones) y en los lugares donde
imparte conferencias.
La
ministra Esquivel se defendió como pudo, y hasta la fecha, no está aclarado si
realmente fue plagiaria de gran parte de su trabajo de tesis, o si como ella
sostiene, quien la plagió fue el entonces pasante de leyes que presentó antes
que ella su trabajo. Lo cierto es que los ataques fructificaron, pues
virtualmente la eliminaron en su carrera por ocupar el más alto sitial de la
Suprema Corte. En la parte que se conjeturó sería la opuesta de la Cuatro T, se
ubicó al ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, que se dijo es el más rico de
quienes forman la SCJ. El mismo AMLO así lo señaló, al tiempo que descalificó a
quienes estigmatizaban a la jurista Yasmín Esquivel, quien ciertamente llegó a
su puesto, propuesta por el actual presidente. La elección, que es secreta,
aunque en sesión pública, se llevó a cabo el lunes dos de enero corriente.
El
otro tema imperante, trataba sobre el papel de las mujeres. Ya sabemos que
desde hace décadas existe un movimiento feminista que busca afanosamente
igualar al sexo femenino con el masculino, en todos los órdenes. Mucho se ha
avanzado sobre eso, pero ahora se tenía un gran reto: la SCJ jamás había sido
presidida por una mujer, por lo tanto, era la ocasión para probar que es el
tiempo de las damas.
Los
que aventuraban opiniones exponían que la ministra Piña tenía tres votos, y los
demás aspirantes dos cada uno. Llegado el momento cumbre, sostuvieron tres
rondas, eliminándose en primera y segunda, a quienes lograron menos sufragios,
obviamente entre esos estuvo la jurista Yasmín Esquivel. El conteo final encaró
a los ministros Piña Hernández frente al acaudalado Gutiérrez Ortiz Mena. Y el
resultado demostró que efectivamente, esta época es la de la mujer, pues
triunfó la licenciada Norma Lucía Piña Hernández. Enseguida rindió su protesta
y comenzó su cuatrienio al frente de la SCJ de la Nación.
Con
motivo de este proceso, un experto periodista escribió: “Si Lilly Téllez y
Germán Martínez -ambos senadores que llegaron apoyados por Amlo- no hubieran
traicionado tan vulgarmente a AMLO, tal vez el presidente habría perdonado el
pasado del ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena” con Fox y Felipe Calderón,
cuando era jefe del SAT y se perdonaban impuestos a los poderosos. “Pero, ya lo vimos, la lealtad no
está entre las virtudes de la experiodista y el amigo y aliado de toda la vida
de Felipe Calderón.”
“Sin
esas traiciones, las más duras que ha sufrido el presidente, probablemente
Andrés habría olvidado el pasado del ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena en
el sistema panista. Pero, dice el refrán, quien se quemó con leche, hasta
al jocoque le sopla.
“Lilly
y Germán, sin duda, complicaron la elección de Gutiérrez Ortiz Mena como
presidente de la SCJN. Y es que sin el veto de Andrés Manuel quizá habría
conseguido el voto que le faltó para vencer a Norma Piña.” (Federico
Arreola, SDP noticias, 4 ene 2023).
En
conferencia de prensa mañanera, AMLO aseguró que votaron por el ministro
Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, el ministro presidente saliente Arturo Zaldívar
(quien dio un giro inesperado por su afinidad con López Obrador), las ministras
Loretta Ortiz, Margarita Ríos Farjat -ambas propuestas por él, o sea, lo
traicionaron –, el expresidente de la Corte Luis María Aguilar Morales, así
como el propio Gutiérrez Ortiz Mena. Por la triunfadora Piña Hernández, votaron
la ministra Yasmín Esquivel, Juan Luis González Alcántara Carrancá, Javier
Laynez Potisek, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Alberto Pérez Dayán y la propia
aspirante, quien resultó ganadora. Sus colegas la felicitaron en buen gesto
solidario y democrático. La más expresiva fue la criticada Esquivel Mossa,
quien auguró que sería una excelente guía del poder judicial.
La
flamante presidenta expresó:“Por decisión de mis compañeras y
compañeros, asumo la máxima responsabilidad a la que como mexicana, abogada,
jurista, integrante del poder Judicial Federal puedo aspirar. La asumo
consciente de su complejidad y ante ello, si bien se antoja la magia y el
ilusionismo, lo que ofrezco es una representación basada en las herramientas
que me han guiado, en lo que soy, en lo que somos como juzgadoras y juzgadores:
estudio, reflexión, acción, autocrítica, honradez, empatía.” Agregó que se
sentía “acompañada, respaldada, acuerpada” por todas las mujeres; “me siento
muy fuerte porque sé que estamos todas aquí, nos colocamos por primera vez al
centro de la herradura de este tribunal pleno, demostrando y demostrándonos que
sí podemos.”
Por
su parte, el primer magistrado de la república, la felicitó y manifestó que
este hecho, probaba la independencia de los poderes de la Unión, exhortándola para
implementar la reforma judicial que acabe con la corrupción en ese poder. En
general, la nación entera se congratuló de que la SCJ sea presidida por esta
notable mujer. Ojalá que si esté a la altura de su compromiso tan delicado y
finalmente, destierre tantos vicios que pervierten a la justicia mexicana. Esa
es su tarea y los mexicanos viviremos agradecidos con ella si alcanza esa meta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario