Víctor Hugo Prado
El
24 de enero se conmemoró el Día Mundial de la Educación. Se celebra ese proceso formativo del ser
humano, destinado a desarrollar la capacidad intelectual, moral y afectiva de
acuerdo con la cultura y normas de convivencia de la sociedad a la que
pertenece. Se festeja el derecho fundamental que tienen las niñas, los niños y
los adolescentes en su carácter obligatorio, pero que alcanza a los adultos en
sus anhelos de cursar la educación superior. La educación es un derecho humano,
un bien público y una responsabilidad de los Estados y las sociedades que los
integran, a ofrecerla con calidad, integralidad, orientada al desarrollo
sustentable y sostenible, que apuntale la paz y el desarrollo.
De acuerdo con la UNICEF, en
México, más 4 millones de niños, niñas y adolescentes no asisten a la escuela, mientras
que 600 mil más están en riesgo de dejarla por diversos factores como la falta
de recursos, la lejanía de las escuelas y la violencia. Además, los niños y
niñas que sí van a la escuela tienen un aprovechamiento bajo de los contenidos
impartidos en la educación básica obligatoria .Aquellos que viven en
comunidades indígenas o hablan una lengua indígena están particularmente en
riesgo de no ir a la escuela o de tener un bajo aprovechamiento. Y esto es un
enorme reto para los gobiernos de los distintos niveles.
La educación es el instrumento
más poderoso del que dispone la sociedad para que sus integrantes salgan de la
pobreza, ofrezca un camino para alcanzar un futuro prometedor, no contar con
este derecho o tenerlo sin calidad, limita las posibilidades de las personas, y eso es inaceptable.
Es
deseable que toda acción encaminada para la mejora educativa sea el resultado
de rigurosos estudios desde diferentes perspectivas pedagógicas, didácticas,
del avance y tendencias de las disciplinas, de la metodología de la enseñanza,
del contexto social y cultural de los alumnos. Lo que no puede ser motivo del
cambio son las ocurrencias, para dejar un sello personal o para imponer una
visión ideológica sin sustento científico, cualquiera de ellas es una
perversidad que contraviene al Objetivo Cuatro del Desarrollo Sostenible de la
ONU, que señala que la educación debe ser incluyente, equitativa y debe permitir la movilidad socioeconómica ascendente, pieza
clave para salir de la pobreza.
El mismo objetivo sustenta ampliar
el acceso a la educación y las tasas de matriculación. Por ello, los gobiernos
no deben regatear la inversión en educación, tampoco para que sea de calidad,
inclusiva y equitativa para todos y de oportunidades de aprendizaje a lo largo
de toda la vida. En nuestro país, no se logrará alcanzar la igualdad de género
ni romper el ciclo de pobreza que deja rezagados a millones de niños, jóvenes y
adultos, sino se pone en el centro a la educación.
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