Eduardo
Campos Flores
Desde
hace décadas ha sido verdaderamente lamentable vivir en una comunidad alejada
de la ciudad, sin agua potable, sin carreteras, centros de salud, entre otros
servicios básicos, pero esta situación tampoco ha cambiado para las personas
que se han visto obligadas a emigrar a los grandes centros urbanos en busca de
fuentes de trabajo para el sustento de sus familias, todo lo contrario. Para el
caso de Jalisco, académicos de la Universidad de Guadalajara afirman que el
Área Metropolitana de Guadalajara (AMG) está lleno de contrastes.
Por
ejemplo, Zapopan, el municipio más poblado y próspero del AMG está entre los 10
con mayor desigualdad de Jalisco. Según un instrumento de análisis desarrollado
por el Instituto de Información Estadística y Geográfica (IIEG) denominado
Atlas de la Desigualdad Jalisco, en la Ex Villa Maicera existe la mayor brecha
entre las calificaciones de las áreas geoestadísticas básicas (agebs), en el
ageb tiene un índice negativo de 7.26, lo cual quiere decir que padece una gran
falta de acceso a servicios, educación, salud y empleo, entre otras carencias.
Durante
los cuatro años que lleva el gobierno morenista que encabeza el presidente
Andrés Manuel López Obrador hemos escuchado todos los días de que todos los
graves problemas que azotan y que seguirán azotando a nuestro país, es culpa de
gobiernos anteriores. Pero en realidad en este sexenio se han vuelto más
brutales las desigualdades en las ciudades. Veamos las estadísticas oficiales.
El
Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) el
5 de agosto de 2021 presentó las Estimaciones de Pobreza Multidimensional 2018
y 2020. El organismo informó que, durante este periodo, el porcentaje de la
población en situación de pobreza en zonas rurales se mantuvo en niveles
similares, al cambiar de 57.7 por ciento a 56.8 por ciento entre 2018 y 2020;
en contraste, en zonas urbanas este porcentaje aumentó 3.2 puntos porcentuales
al pasar de 36.8 por ciento a 40.1 por ciento en el mismo periodo.
En
cuanto al porcentaje de la población en situación de pobreza extrema, se
observa un incremento tanto para la población rural como para la población
urbana. Si bien, dichos incrementos fueron de 0.4 y 2.0 puntos porcentuales,
respectivamente, durante este periodo, resalta el incremento de este indicador
en el ámbito urbano, el cual pasó de 4.0 por ciento a 6.1 por ciento entre 2018
y 2020, mientras que en el ámbito rural pasó de 16.2 por ciento a 16.7 por
ciento.
El
Coneval revela datos de la población en situación de pobreza, según ámbito de
residencia. Llama la atención los porcentajes y los números absolutos de la
zona urbana, en lo que respecta a las personas en pobreza moderada del 32.8 por
ciento con 30.7 millones en 2018, pasó a 34.0 por ciento con 33.2 millones en
2020, para el caso de las personas en situación de extrema pobreza del 4.0 por
ciento con 3.8 millones en 2018, pasó a 6.1 por ciento con 5.9 millones en
2020. En total de 34.5 millones en 2018, pasó a 39,1 millones de pobres que
viven en las ciudades en 2020.
Para
comprender la magnitud de la pobreza urbana, resulta sumamente útil el artículo
del Investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y
director General de México Social, Mario Luis Fuentes, publicado en algunos
medios de comunicación el pasado 10 de diciembre titulado “La dura y arraigada
pobreza urbana” en el que expone los indicadores de pobreza del país con base a
datos recogidos del Inegi y el Coneval. Hago unos extractos de la columna del
académico con el fin de compartirlo a mis posibles lectores.
El
texto dice: de acuerdo con el Inegi, en el 2020 se contabilizaron en 5,234
localidades catalogadas como ciudades en el país. En este año, a partir de la
medición multidimensional de la pobreza, 2020, el Coneval generó indicadores de
pobreza para cada una de las localidades urbanas del país, resultando que, en
1,068, es decir, en una de cada cinco, el 80 por ciento o más de sus habitantes
están en condiciones de pobreza. Adicionalmente había o localidades con 50 mil
a 99,999 habitantes con 60% o más de personas en pobreza; y 5 localidades de
100 mil habitantes o más con esa misma característica.
Ahora
bien, dada la magnitud de las metrópolis que hay en el país, considerar sólo
los porcentajes puede contribuir a minimizar la problemática. Por eso es
importante que en el análisis y discusión sobre estos temas se tenga siempre en
cuenta tanto los números absolutos como los relativos.
Es
evidente que la pobreza urbana y la rural tienen implicaciones distintas en
términos de los factores que las determinan. En las ciudades, el factor del
gasto en transporte público, tiempo destinado a llegar a los centros de
trabajo, así como los gastos en alimentos y bebidas, constituyen factores de
alto impacto en los ingresos de las familias; y por ello de hecho los umbrales
de la pobreza son más altos para las zonas urbanas que para las rurales.
Mario
fuentes señala, asociado a lo anterior, es importante considerar que las
desigualdades al interior de las ciudades, sobre todo las más densamente
pobladas son brutales. En ellas se pueden encontrar unos cuantos enclaves de
altísima concentración de riqueza, a veces literalmente a un costado de zonas
de extrema pobreza, como ocurre en varias zonas de las áreas metropolitanas de
Monterrey, Guadalajara, Toluca, León, La Laguna, Puebla y la Ciudad de México,
por citar sólo los ejemplos más notorios.
A
estas condiciones, debe agregarse además lo que no se incluye en la medición de
la pobreza: el envejecimiento y la obsolescencia de una buena parte de la
infraestructura, mobiliario y equipamiento urbano: parques infantiles inseguros
y con juegos e instalaciones riesgosas para sus usuarios; presencia y exceso de
basura urbana (bloques de cemento, postes, cableado, etc.) envejecimiento de
infraestructura crítica como la del agua y los drenajes; prácticas de
contaminación visual e invasión del espacio público como los postes de cables
de servicios privados como los de telefonía, internet y televisión de paga,
entre muchos otros factores.
Considero
que no puede haber pierde, son cada vez más brutales las desigualdades al
interior de las ciudades evidentemente y esta terrible realidad, debe servir
tanto a los pobres de la ciudad como de la zona rural para que dejen de pensar
que algún candidato les va a llegar a resolver sus problemas, sobre todo si es
de Morena. Hay que tener en cuenta que los aprendices de AMLO, Adán Augusto
López y Sheinbaum, andan por todo el país, repitiendo lo que dice su maestro y
padrino político.
La
salida está en que los trabajadores urbanos y rurales, dejen a un lado la
apatía, unan fuerzas y juntos se dispongan a luchar por mejores salarios, por
más servicios públicos y de mejor calidad, es decir, por un reparto más justo y
equitativo de la riqueza que producimos entre todos los mexicanos.
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