De
acuerdo con los que han estudiado científicamente a la sociedad, el límite de
los salarios está fijado por una ley económica, independiente, tanto de la
voluntad del capitalista como de la del obrero. Es necesario que no perdamos de
vista que en el modelo económico neoliberal, la expresión más brutal del capitalismo
que prevalece en México y el mundo es que todo es mercancía, incluida la fuerza
de trabajo que el dueño del capital compra al obrero para obtener plusvalía y
el valor de esta mercancía también se determina por las leyes del mercado.
Si lo
que el obrero vende es su fuerza de trabajo; el precio de ésta mercancía, o sea
de la fuerza de trabajo en el mercado, al igual que el de las demás mercancías,
tiene que adaptarse, con el transcurso del tiempo, a su valor y, por tanto,
pese a todas sus alzas, el trabajador acabará obteniendo solamente, por término
medio, el valor de su trabajo que se reduce al valor de su fuerza de trabajo,
la cual, a su vez, se halla determinada por el valor de los medios de sustento
necesarios para su manutención y reproducción, valor que está regulado en
último término por la cantidad de trabajo necesaria para producirlos. Así se
determina el salario.
Por
eso, a lo largo de los sexenios se ha visto reflejada esta ley implícita en la
economía mexicana. Por ejemplo, durante el periodo de Carlos Salinas de
Gortari, el salario mínimo se ubicaba en 7,947 pesos, y al final de su periodo
como presidente, dejó el salario mínimo en 14.12 pesos. Cabe recordar que
durante su mandato se tomó la decisión de instaurar los nuevos pesos.
En la época
del PAN, con Felipe Calderón Hinojosa, el salario mínimo vio una suma total de
11.6 pesos, pues arrancó en 49.06 pesos y terminó en 60.66 pesos; con Enrique
Peña Nieto, se presentó la mayor alza del salario mínimo desde el sexenio de
Zedillo, pues creció 25.29 pesos, casi lo mismo que lo logrado por Calderón,
Fox y Salinas juntos.
Por eso
es demagógico presumir que Andrés Manuel López Obrador ha sido el encargado de
darle más dinero a los trabajadores a través del salario mínimo. Pues, de
hecho, todos los presidentes han hecho crecer este índice salarial.
Asimismo,
la cuantía mínima de remuneración que un empleador está obligado a pagar a sus
asalariados por el trabajo que estos realizan, está definido por la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) y establece que no puede ser
rebajada por ningún convenio particular o colectivo, pero a pesar del buen paso
que mantiene AMLO, no logra mejorar su posición ante los ojos de organismos
internacionales, como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE).
Este
organismo tiene un índice llamado Salario Mínimo Real. En este listado, que
reúne el salario mínimo anual, se encuentran ubicados los 28 países miembros y
cuatro entidades no miembros. Entre los 32 territorios, México, para 2019
(último año registrado), se encontraba en el lugar 31, sólo arriba de Japón,
pues no tiene datos registrados.
Los
países que se encuentran por encima de México son Brasil, Rusia, Chile,
Colombia y Latvia: los primeros lugares son ocupados por Luxemburgo, Australia
y Países Bajos.
Por
otra parte, analistas advierten que la escalada de precios ocasionará que el
aumento del sueldo básico en términos reales para 2023 quedará rebajado a casi
a la mitad, apenas por encima del 11 por ciento. La escalada de los precios de
los alimentos ha puesto contra las cuerdas la economía de millones de familias
mexicanas, el incremento durante la primera quincena de noviembre en alimentos
y bebidas rebasó el 14 por ciento a tasa anual; en alimentos pecuarios el
aumento de precios fue del 14,26 por ciento, mientras que en el rubro de
agropecuarios el alza fue de 10,59 por ciento, según cifras del Inegi. Bajo
esta realidad, el raquítico aumento al salario mínimo no es para presumir ante
nadie.
Además,
personas con información privilegiada aseguran que los trabajadores empujaban
por un aumento del 25 por ciento, mientras que la iniciativa privada buscaba un
alza de solo el 15 por ciento, entonces cabe preguntar por qué López Obrador no
se puso del lado de los obreros, si todos los días dice que primero los pobres,
pero presume como logro de su gobierno el raquítico aumento del 20 por ciento.
Por lo
que los trabajadores mexicanos tienen que aprovechar la lección política, pues
la crisis golpea con más fuerza a los más pobres, al tiempo que las grandes
fortunas crecen y engordan al amparo del modelo económico, agravado por falsos
redentores que ostentan el poder de la nación.
La
solución sólo puede venir de un sindicalismo independiente educado y combativo;
los obreros deben reconquistar su derecho de una lucha sindical auténtica y su
plena libertad de acción para obligar al gobierno y patrones a repartir de modo
más equitativo la renta nacional, creando empleos para todos con salarios
dignos, mejorando sustancialmente sus prestaciones y gastando más en salud
vivienda y educación de la familia obrera.
Los
trabajadores deben emprender una lucha firme y decidida por sus demandas
gremiales, esto les mostrará también a los obreros que pueden y deben lanzarse
a la lucha política para tomar el poder político y junto con el pueblo
construir una patria mejor para todos.
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