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martes, 29 de noviembre de 2022

Ya no soy un esclavo del temor, Yo soy hijo de Dios

 


 

¡Egoísmo-concentración en sí mismo! Creemos que esta es la raíz de nuestras dificultades. Acosados por cien formas de TEMOR, de vana ilusión, de egoísmo, de auto conmiseración, les pisamos los pies a nuestros compañeros y éstos se vengan. A veces nos hieren aparentemente sin provocación, pero invariablemente encontramos que alguna vez en el pasado tomamos decisiones egoístas que más tarde nos colocaron en la posición propicia para ser lastimados.



Así es que nuestras dificultades, creemos, son básicamente producto de nosotros mismos; surgen de nosotros y el alcohólico es un ejemplo extremo de la obstinación desbocada, aunque él piense que no es así. Por encima de todo, nosotros los alcohólicos tenemos que librarnos de ese egoísmo. ¡Tenemos que hacerlo o nos mata! Dios hace que esto sea posible. Y frecuentemente parece que no hay otra manera de librarse completamente del "yo" más que con su ayuda. Muchos de nosotros teníamos gran cantidad de convicciones morales y filosóficas, pero no podíamos vivir a la altura de ellas a pesar de que hubiéramos querido hacerlo. Tampoco podíamos reducir nuestra concentración en nosotros mismos con sólo desearlo y tratar de hacerlo a base de nuestro propio poder. Tuvimos que obtener la ayuda de Dios.


Éste es el cómo y el porqué de ello. Ante todo, tuvimos que dejar de "jugar a ser Dios". No resultaba. Después, decidimos que, en lo sucesivo, en este drama de la vida, Dios iba a ser nuestro Director. Él es el Jefe; nosotros somos sus agentes. Él es el Padre y nosotros SUS HIJOS. La mayoría de las buenas ideas son sencillas y este concepto fue la piedra clave del nuevo arco triunfal por el que pasamos a la libertad.





Cuando asumimos sinceramente esa actitud, toda clase de cosas admirables sucedieron. Teníamos un nuevo Patrón. Siendo Todopoderoso, Él proveía todo lo que necesitábamos si nos manteníamos cerca de Él y desempeñábamos bien Su trabajo. Establecidos sobre esta base, empezamos a interesarnos cada vez menos en nosotros mismos, en nuestros pequeños planes y proyectos. Nos interesamos cada vez más en ver con qué podíamos contribuir a la vida. A medida que sentimos afluir en nosotros un poder nuevo, que gozamos de tranquilidad mental, que descubrimos que podíamos encarar la vida satisfactoriamente, que llegamos a estar conscientes de Su Presencia, EMPEZAMOS A PERDER NUESTRO TEMOR AL HOY, AL MAÑANA O AL FUTURO. Renacimos... (Libro Texto básico de Alcohólicos Anónimos, pág 62)

 

Estás 24 hrs. No bebo alcohol. Solo por la Gracia de Dios...




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