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martes, 22 de noviembre de 2022

Programas asistenciales de AMLO, incrementan inseguridad alimentaria

 

 

Salvador Mateo

 

Está documentado que, desde hace décadas, México está catalogado como el segundo país en América Latina con mayor seguridad alimentaria, sólo por detrás de Chile, nuestro país fue el que ha más pobres alimentarios ha generado en Latinoamérica y un aumento en las condiciones de pobreza de millones de mexicanos con carencias de todo tipo las que, combinadas con malos hábitos alimenticos, generan mayores riesgos de salud para las familias.



Asimismo, los estudios disponibles en diversos sitios revelan que en México se han implementado prácticamente todos los programas posibles en relación con la búsqueda de la seguridad alimentaria y la producción de alimentos. Desde políticas de subsidios a la producción agrícola, hasta subsidios en los precios, o programas asistenciales tendientes a favorecer el acceso a productos básicos como la tortilla de maíz o la leche.


No obstante, los saldos de los gobiernos de sexenios anteriores fueron desfavorables en sus intentos. Incluso, los programas como el Programa de Educación, Salud y Alimentación (PROGRESA) impulsada por Ernesto Zedillo y Vicente Fox solo lo rebautizó con el nombre de Oportunidades, entre otros fueron señalados, por la oposición política de ese momento y que hoy es el gobierno de la Cuarta transformación, como un instrumento del aparato de Estado y del partido en el poder para coaccionar el voto y la participación ciudadana durante los periodos electorales.


Como sabemos hasta los mexicanos menos informados, una de las principales características que marcará al actual sexenio que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador es el uso extendido de los denominados programas sociales, que en realidad son dádivas con fines meramente electorales. Hoy es un hecho que las dádivas gubernamentales y se han traducido en una importante fuerza de coerción electoral, como ya lo hemos visto en elecciones locales recientes, en donde fue constante la amenaza del partido oficial de suspender programas sociales si no ganan sus candidatos.






Es innegable, a la Cuarta Transformación no le interesa acabar con la pobreza, porque solo así garantiza una total dependencia hacia la entrega directa de dinero, que no es más que una compra indirecta de votos usando los impuestos de todos los mexicanos. Los principales “clientes” de Morena son los pobres, entre los cuales es más fácil comprar los votos, como lo hizo el PRI en el siglo pasado, lo hace actualmente Morena.


Esta es la realidad, pues la mayoría de los programas sociales de este gobierno sólo consisten en dar dinero sin ningún objetivo ni meta, a diferencia del programa Prospera que funcionó cuando menos durante 20 años, que consistía en darle dinero en efectivo a personas en pobreza a cambio de que llevaran a sus hijos a la escuela y que la familia fuera a revisiones médicas periódicas.


Pero, hay algo más grave. Fuentes oficiales revelan que hasta el momento las importaciones de maíz en México son de 17 millones de toneladas al año. Respecto al tema, con datos del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), El Economista en su edición del 13 de noviembre publicó una nota bajo el título “En maíz, México se estanca en productividad”.


El texto que publica el medio dice: de acuerdo con el GCMA México se ha estancado durante los últimos cuatro años en la productividad relacionada con su producción de maíz, el grano que más consume, pero en el que no permite la biotecnología ni brinda apoyos suficientes, más allá de los destinados al fertilizante y los programas asistencialistas.






En cuatro años los rendimientos por hectárea apenas han crecido 2.4% a 3.84 toneladas por hectárea y se mantienen 35% por debajo del promedio mundial, que es de 5.9 toneladas. El rendimiento promedio mundial de maíz es 5.9 toneladas métricas por hectárea, mientras que el de México alcanzó solo 3.84 toneladas por hectárea en 2021, casi 35% por debajo.


El GCMA, señala que muchas políticas hacia la producción de maíz en México tienen cierto grado de sinsentido: el gobierno impulsa la autosuficiencia en este grano, pero sin proponer alternativas con información, técnica y científica viables; AMLO ha decretado la prohibición del uso de la biotecnología, que aplican los grandes productores mundiales como Brasil, Estados Unidos y Argentina.


Pero, no hay que ir muy lejos. Con solo analizar un poco las necesidades del campo mexicano, es suficiente para darnos cuenta de que el incremento de la producción agrícola y pecuaria no puede estar sujeto únicamente a la entrega de un poco de fertilizante a unos cuantos productores de Estados administrados por Morena o sus aliados; se requiere sobre todo la implementación de paquetes tecnológicos que garanticen aumentar la productividad que incluyan: semillas mejoradas certificadas, financiamiento competitivo como créditos blandos, infraestructura de riego, asistencia técnica, seguros agrícolas, entre otros.


Es más, el que escribe estas líneas no olvida los testimonios de agricultores experimentados de algunos puntos apartados del país, quienes en el transcurso de sexenios anteriores señalaron que los programas gubernamentales, en lugar de ayudar realmente al campo mexicano, hicieron que muchos campesinos sembraran o incluso mandaran a sembrar sus tierras solo para recibir los recursos del Procampo o de cualquier otro programa, sin preocuparse el rendimiento de sus cosechas.


Es falso que ahora “vamos bastante bien” como presume el presidente López Obrador. Con la Cuarta Transformación, tenemos no solo más pobreza, sino una baja productividad en la producción de maíz, el principal alimento de los mexicanos. Estamos ante una verdadera tragedia, pues ahora los programas asistenciales de AMLO están incrementando la inseguridad alimentaria de nuestro país.




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