Eduardo Campos Flores
Es del
conocimiento de la opinión pública, que varios de los miembros del actual
Gobierno federal formaban parte o vendían sus servicios al PRI, son expertos en
todo tipo de maniobras electorales y lograron que el partido, al que tanto
dicen odiar los morenistas, se mantuviera en el poder por más de 70 años.
Supieron actuar cuando los votos no les favorecían a los candidatos priistas.
Estos operadores políticos, ahora del gobierno lopezobradorista, saben bien que los programas clientelares del presidente Andrés Manuel López Obrador son insuficientes para garantizar que Morena no llegue a perder las elecciones en 2024.
Muchos
comentaristas, sin dar tantas vueltas afirman que la razón de fondo de los
ataques presidenciales en contra del INE, la innecesaria discusión de la
reforma electoral que defiende el presidente, es asegurar que su partido no sea
víctima de la alternancia en 2024, como lo han sido otros partidos. Pese a que
AMLO fue uno de los beneficiados de la alternancia, sostiene que “sigue
habiendo fraudes en México y que, por tanto, hace falta cambiar todo el sistema
electoral”.
No es
aventurado afirmar que Morena busca evitar la alternancia a cualquier costo. El
grupo político que ostenta el poder de la nación teme un descalabro electoral
en las próximas elecciones, sin duda percibe que el pueblo de México se ha dado
cuenta que AMLO y la 4T no han dado resultados ni buenas cuentas en materia de
pobreza, combate a la corrupción, salud, educación, seguridad y Estado de
derecho.
En vez
de estar preocupados por terminar con los flagelos sociales que azotan a la
inmensa mayoría de los mexicanos, los morenistas pretenden acabar con el INE, o
sea, quieren volver a ganar la presidencia de la República, pero sin el árbitro
electoral, pues con esto implica que Morena cuente los votos y controle las
elecciones, con lo cual sería volver al pasado priista, a ese pasado que muchos
ciudadanos detestaron y por eso millones de electores votaron por López
Obrador, en 2018.
Bajo
este contexto, ante la agresiva campaña de ataques, amenazas y acusaciones en
contra del INE, al ser de los mexicanos, es el pueblo de México el que debe
defenderlo contra cualquier intento de destruirlo. Defenderlo hoy, es defender
nuestra democracia y hacer frente al autoritarismo que amenaza nuestra
libertad. El Instituto Nacional Electoral (INE), no es de Morena, ni del
gobierno, ni de ningún individuo en particular por poderoso que sea.
Si
bien, es innegable que hay aspectos de nuestro sistema electoral que sería
bueno cambiar, particularmente el uso de dinero privado en los procesos
electorales y la creciente intervención del crimen organizado en los comicios;
pero éstas no son razones suficientes para que el mandatario esté proponiendo
una reforma electoral, pues esos problemas afectan a todos los partidos,
incluido el suyo, en estos momentos resulta innecesaria y más bien lo que el
gobierno federal trata es evitar discutir una reforma fiscal que se requiere
con urgencia.
En
efecto, expertos en finanzas públicas calculan que de no atenderse la crisis
económica por la que atraviesa nuestro país, para 2028 o 2029 el erario público
caerá en la insolvencia y no podrá enfrentar sus obligaciones. De tal manera
que arreglar las finanzas públicas, para ponerlas a salvo de ese desastre, es
la reforma sobre la que debieran estar trabajando los legisladores de Morena.
Esa bomba de tiempo puede estallarle en las manos al próximo gobierno. Pero los
morenistas están destruyendo lo que funciona, como el INE y desatendiendo lo
que está a punto de tronar.
Solo
con una reforma fiscal progresiva y no regresiva, en donde paguen más impuestos
los que más ganan para que el gobierno tenga los recursos suficientes, se podrá
resolver a fondo la pobreza, que ha aumentado alarmantemente en los cuatro años
de la llamada 4T, así como, la violencia en todas sus manifestaciones, el
aumento de los migrantes mexicanos que buscan huir de la pobreza y la miseria,
un sistema educativo en franca caída y un sistema de salud del tercer mundo que
demostró su ineficacia durante la pandemia donde fallecieron cientos de miles
de mexicanos, tanto de Covid-19 como de otras enfermedades curables.
Nuestra
patria no está viviendo una verdadera transformación como presume López
Obrador, si esto en verdad estuviera ocurriendo, si el pueblo mexicano
estuviera verdaderamente feliz y prosperando, el mandatario estaría seguro de
su triunfo, no temería un posible voto de castigo, ni se le ocurriría estar
buscando como controlar al árbitro electoral, ni estar reforzando los controles
militares a su favor, y tampoco dotando de monumentales recursos públicos a los
programas de compra de votos.
No hay
duda, Morena prepara un garrotazo si los electores se atreven a votar en contra
de sus candidatos, pues con ello implica votar contra la ineficacia de la 4T.
Por lo que, en estos momentos, se impone la necesidad de defender al INE, tal
como está o modernizado, porque es fruto de nuestro estado de derecho y
representa la única posibilidad de cambiar de hombre y de partido en el poder
de forma legal y pacífica.
En caso
de que el presidente y sus incondicionales destruyan y sometan al INE, los
mexicanos tendremos que someternos a una dictadura centralista de un solo
hombre, como estamos visualizando no es nada mejor a la dictadura perfecta del
PRI, Morena está buscando evitar la alternancia a cualquier costo, cuyas
consecuencias las pagaremos los de siempre, los pobres.
Bajo
estas circunstancias, tenemos la obligación ineludible de luchar no sólo por
más democracia, sino por una patria más justa y próspera en beneficio de todos.
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