José Luis Vivar
Por tradición ancestral al decir
brujas viene a la mente la imagen de ancianas horripilantes, que habitan en miserables
chozas en medio del bosque, llenas de gatos negros. Además, preparan brebajes,
pócimas, filtros y demás bebidas extrañas en un enorme cazo cuyo contenido
hierve. Y por si esto fuera poco pueden viajar montadas en una escoba.
La
fama de estas desdichadas mujeres que fueron llevadas a la hoguera por la Santa
Inquisición sobre todo entre los siglos XV y XVII, prevaleció durante mucho
tiempo. Aunque entonces no eran descritas como en el párrafo anterior, sino que
algunas eran muy jóvenes e incluso bellas. Las acusaciones por parte del Santo
Oficio era que llevaban una vida amoral, cometían actos libidinosos, hacían pactos
satánicos; eran capaces de transformarse en todo tipo de seres; y ejercían el
mal sobre sus semejantes.
Con
la llegada de los peninsulares a tierras mesoamericanas, las mujeres curanderas
de diversas etnias fueron identificadas y señaladas también como brujas. A los
conquistadores no se les pudo ocurrir otra idea mejor que acusarlas de
hechicería por tener presentes a sus ídolos y utilizar la herbolaria para aliviar
dolencias y algunas enfermedades. El razonamiento de los extranjeros era que
aquello que no fuera realizado por la gente de razón no podía considerarse
bueno.
Fue
así como el término bruja se adoptó en los pueblos conquistados. Aunque las
actividades de las mujeres locales poco o nada tenían que ver con las del viejo
continente. Las leyendas y mitos en torno a ellas las volvieron famosas pasando
a convertirse en personajes de la literatura. Como ejemplo están las estampas
en los cuentos de los Hermanos Grimm, que causaban terror entre los
lectores.
Con
el paso del tiempo se vuelven populares en Latinoamérica, no solo en la ficción
sino en la realidad cotidiana, pues las adivinas, las damas que leen las cartas
y otras pitonisas se les incluye también con el mismo término y son parte del
folclore de los pueblos. En los Estados Unidos la celebración de Halloween obliga
usar los disfraces de brujas, mientras que en México en el Día de Muertos
brillan por su ausencia.
Aun
así, la presencia de las brujas fue algo común entre finales del siglo XIX y
principios del XX en poblaciones como los estados de Veracruz y Oaxaca, cuando
la fabricación de puros se realizaba en sofocantes galerones, y para que los
obreros no se aburrieran, se designaba a un lector que en voz alta daba cuenta
de las noticias, o leía obras literarias. Es así como la presencia de las
brujas se volvió algo común, pero sobre todo real.
Los
avistamientos que los lugareños observan en el cielo o sobre los cerros, luces
extrañas que zigzaguean de un lado a otro, se les llama Brujas; hoy se les
conoce como OVNIS. Pero para las generaciones anteriores eran esos seres
misteriosos que deambulaban sobre sus escobas. Increíble y fantástica
descripción en la Cuenca del Papalopan y lugares circunvecinos.
Las
expresiones sobre las capacidades de las brujas son variadas: te chupa la vida;
te jala las patas; te convierte en piedra; te chamusquea con los ojos; por
citar algunas. Curiosamente las brujas permanecen hasta nuestros días; ellas ya
vuelan en escobas, pero en cambio siguen seduciendo con sus hechizos y con
nuevas apariencias que les brindan la literatura y el cine.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario