Homero
Aguirre Enríquez
La
Ciudad de México debiera ser el testigo más elocuente de que el actual
presidente de la república y los aspirantes a sucederlo merecen permanecer en
el poder porque tienen un modelo viable para colocar “primero a los pobres”.
Cuando se les preguntara cuáles han sido sus principales resultados en combatir
la pobreza, la desigualdad y la violencia que pregonan como bandera, debieran
responder señalando los logros de sus respectivas gestiones como gobernantes de
la capital del país, cuyo gobierno y cuantiosos recursos han tenido en sus
manos desde diciembre de 1997 hasta la fecha, casi 25 años. Pero no pueden
presumir logros inexistentes.
Casi un
cuarto de siglo en el poder, cuatro de ellos simultáneamente con el gobierno
federal en sus manos, son más que suficientes para que López Obrador, Marcelo
Ebrard y Claudia Sheinbaum, entre otros, hubieran logrado, por lo menos,
convertir a la capital del país en un modelo de gobernanza exitoso a favor de
los pobres, como demagógicamente lo ofrecen para el país cada que les ponen un
micrófono enfrente. Pero no es así, los ahora morenistas se limitaron a
cambiarle el nombre, en vez de Distrito Federal se llama ahora Ciudad de
México, pero la pobreza, la marginación, el deterioro de los servicios, el caos
en el transporte público y la violencia campean por las calles y barrios
capitalinos, y eso que cuando los ahora morenistas y antes perredistas tomaron
el poder, la capital no era ni de lejos la ciudad más empobrecida y marginada
de México, sino que ya tenía un grado de desarrollo social relativamente alto,
una intensa actividad industrial y comercial y cuantiosos recursos a su
disposición.
Algunos
datos disponibles gritan el fracaso del modelo que aplica Morena en la Ciudad
de México, que es el antecedente del que ahora aplican en el país y tiene como
elementos principales no tocar para nada a los sectores altamente
concentradores de la riqueza y mediatizar con programas clientelares a los
millones de pobres que reclaman bienestar: “En la Ciudad de México, cinco de
cada 10 personas padecen pobreza –52.5 por ciento de la población–, según el
diagnóstico que realizó el Consejo de Evaluación del Desarrollo Social de la
Ciudad de México (Evalúa)”.
“El
diagnóstico que el organismo realizó con sus propios indicadores –contra el
método que aplica el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de
Desarrollo Social (Coneval)– a partir de diversa información estadística de
2018, arrojó que del conjunto de la población en situación de pobreza, 33 por
ciento se clasifica en pobreza moderada. El resto, cerca de 20 por ciento, vive
en pobreza extrema y representa alrededor de 1.7 millones de capitalinos. De
éstos, 12.5 por ciento está en condiciones de pobreza alta y 7.1 por ciento en
muy alta. En su exposición, Araceli Damián González (titular de Evalúa) explicó
que las principales carencias de la población en el estrato de pobreza son
vivienda (49.2 por ciento), seguridad social (43.3), adecuación sanitaria
–agua, drenaje, excusado– (40.5), educación (27.2) y salud (26.7), entre
otros”, leemos en La Jornada de agosto del 2020. Aún no se publica el reporte
después de la pandemia, pero ya podemos darnos cuenta que las cosas han
empeorado.
En
estas circunstancias, la vida se ha vuelto casi infernal para millones de
personas. Por ejemplo, prácticamente no hay programas para construir unidades
habitacionales, lo que hace que conseguir una vivienda en la Ciudad de México
sea prácticamente imposible para las familias pobres, que trabajan y estudian
en la capital pero deben irse a radicar en los estados vecinos, aunque eso
represente un viacrucis cotidiano para trasladarse durante horas en trayectos
recorridos en transporte lento donde son asaltados con frecuencia y en
ocasiones asesinados. Estamos hablando de un fenómeno masivo que provoca muchos
sufrimientos. “Más de 1.6 millones de personas emigraron de la Ciudad de
México, entre 2000 a 2020, a la periferia en el Estado de México, Puebla, Hidalgo
y Morelos, por la falta de vivienda barata; el encarecimiento del suelo y los
bajos ingresos, señaló Pablo Benlliure Bilbao, director del Instituto de
Planeación Democrática y Prospectiva de la Ciudad de México (ITDP)… “El precio
de la vivienda creció mil 83 por ciento, casi 13 por ciento cada año”… “Lo que es importante destacar es que el 70
por ciento de esta población que se ha ido es la población de bajos ingresos de
la ciudad, estamos hablando que en 20 años se han ido 400 mil hogares de esta
ciudad” El Financiero, abril 2022. Esa expulsión masiva se ha vuelto a detonar
en los meses recientes, pues los vecinos dicen que las casas de renta están
siendo desalojadas para convertirlas en cuartos que se renten en la plataforma
airbnb, lo que ha provocado ya fuertes protestas.
La
situación no es mejor en otras áreas, que sería extenso detallar pero que
reflejan que la capital del país está muy lejos de ser un lugar sin pobreza y
con desarrollo social. Por ejemplo, por la falta de mantenimiento que padece ya
se volvieron cotidianas las descomposturas y accidentes en el sistema de
transporte metropolitano (metro), lo que provoca retrasos, riñas entre los
usuarios desesperados por llegar a su trabajo, e incluso derrumbes como el
ocurrido en la línea 12, que enlutó a 26
familias y dejó decenas de heridos y cientos de miles de usuarios incomunicados
hasta la fecha. Junto con eso, ahora caminar por las calles de la Ciudad de
México es una ruleta de la muerte: abundan los asaltos en la vía pública, los
feminicidios se han detonado y cualquiera puede morir si escoge el taxi
equivocado o al caer en una alcantarilla destapada, como ocurrió recientemente
con dos jovencitas que acudían a un concierto.
Y el
fondo del problema en la capital es el mismo que en el país: la mala
distribución de la riqueza en esta ciudad gobernada por los que se dicen
representantes de los pobres. El simular, mediante dádivas ampliamente
publicitadas, que se atiende la pobreza mientras se descuida el salario bien
remunerado, la creación de empleos y la verdadera inversión publica en el
bienestar de la gente. El reporte de Evaúa es contundente y refleja una ciudad
altamente desigual: “En cuanto a la concentración de la riqueza en la ciudad…
si bien ha disminuido sigue siendo “una concentración brutal; donde 40 por
ciento de la población más pobre en la ciudad tenía menos de 10 por ciento del
ingreso disponible en la ciudad, en tanto que 10 por ciento más rico, la
mitad”. Morena no tocará un pelo a la mala distribución de la riqueza, ni en la
capital ni en todo México; no es un partido de izquierda sino un comprador
vulgar de votos. No hay que ser muy suspicaz para predecir lo que seguirá para
la Ciudad de México y para el país si Morena sigue gobernando: más pobreza,
marginación y violencia. Hasta que el pueblo lo tolere.
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