Un
Momento Por Favor
J.
Jesús Juárez Martín
El mes
de noviembre termina y diciembre esperanzador llega con sus signos de
celebración, tiempo del Adviento, de la venida del Niño Divino para la noche
del día 24: La Navidad, Nacimiento de Jesús.
El
Calendario Litúrgico Cristiano, marca en el día 8, Día de la Inmaculada
Concepción de María Madre de Jesús y el día 12 el Aniversario de las
Apariciones de Santa María de Guadalupe al indígena Juan Diego en el año de
1531 en el Cerro del Tepeyac, luego desde el día 16 las Posadas en preparación
para el nacimiento del Niño Jesús, tiempo de esperanza e ilusiones.
No
podemos esperar más de lo que nuestro cumplimiento a las responsabilidades,
nuestra solidaridad en los afanes cotidianos por la vida, pero esa espera de
Navidad, entusiasma y tal vez hasta activemos nuestra esperanza con la
celebración de la Navidad, fecha icónica que nos recuerda el nacimiento en
Belén del Níño Jesús que no tuvo el lugar adecuado para su nacimiento, y que
desde el Pesebre es esperanza para la humanidad que deambula sin certidumbre
porque falta fe y esperanza en el Divino Niño.
Que
la preparación para Navidad esté fundamentada en la certidumbre de que la
presencia de Jesús en nuestro entorno, además de bendita, es benéfica y
definitiva en nuestro caminar por la vida que el Señor nos otorga.
Que
las posadas, sean propicias para la aceptación filial a quién se conmemora su
Nacimiento y que nos ayude a humanizar nuestras relaciones con la familia, y la
comunidad circundante donde somos miembros.
Nuestra
actualidad carece de las motivaciones del sentido de la Navidad Cristiana donde
Jesús sea el centro, hay la tendencia de considerar que es simplemente un
intercambio de regalos y una fecha para esperar a Santo Claus, ajeno a nuestra
tradición e importado de Europa por los Estados Unidos de Norteamérica, que sin
embargo muchos hogares le rinden pleitesía y deferencia porque es el esperado
para ellos en la noche del 24 de diciembre.
Nuestra
tradición se fundamenta en la celebración de Navidad que se inició en el Siglo
XVI con la recreación del nacimiento del Niñito Jesús, Dios hecho hombre y
traído por los misioneros durante la conquista española de lo que sería nuestra
Patria, los pastores avisados por la milicia angelical, acudieron a venerarlo y
le llevaron sus regalos, luego lo hicieron los Magos procedentes del oriente
que le ofrecieron mirra, oro e incienso, en reconocimiento a su humanidad,
realeza y divinidad.
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