miércoles, 23 de noviembre de 2022

Alrededor de la marcha de las oposiciones


  

Pedro Vargas Avalos

 

 

En la marcha del domingo 13 de noviembre, se unieron, al menos para protestar, todas las oposiciones, llámese panistas, priístas, perredistas residuales, oligarcas, reaccionarios, derechistas y hasta despistados. El objetivo -real- fue protestar contra AMLO y el cambio que simboliza; la excusa, defender al INE oneroso, surgido bajo el sistema de cuotas y cuates.



Los convocantes, críticos viscerales del presidente, fueron el empecinado magnate Claudio X. González Guajardo (creador de Unid@s), los membretes de organismos no gubernamentales (representados por personajes bien etiquetados: Gustavo de Hoyos, Emilio Álvarez Icaza, Carlos Medina Plascencia, Beatriz Pagés, Carlos Alazraki). Además, Margarita Zavala, Santiago Creel, Vicente Fox, Porfirio Muñoz Ledo, o los dirigentes partidistas: Marko Cortés, Alejandro Moreno, Jesús Zambrano, Guadalupe Acosta Naranjo, etc., etc. Como expresó el primer mandatario el lunes 14, luego de la marcha: “No hay espacio para la simulación. Imagínense que marchen juntos Madrazo y Elba Esther, y Fox y Chong, y Woldenberg, y (Javier) Lozano, Claudio X. González, Gustavo de Hoyos, puras finísimas personas…es realmente algo excepcional, ¿cuándo se iba a pensar eso?”.


En todo el país se registraron réplicas del evento central de la ciudad de México, donde sus organizadores, desecharon -temerosos de no llenarlo- ir al zócalo; por ello, se realizó del Ángel de la independencia al monumento a la Revolución, espacio muy menor que el de la magna plaza frente a Palacio Nacional. Enseguida sobrevino el dilema de cuantos individuos -niños y adultos- asistieron, conjeturándose que la cifra capitalina está entre 60 mil o 200 mil; por lo que ve al resto de las 63 ciudades en que hubo manifestación, oscilaron entre dos mil o hasta treinta mil participantes -en la Perla Tapatía apenas 12 mil-. Total, aproximadamente 800,000 desfilantes (incluyendo menores de edad), suma muy respetable pero pequeña frente al padrón electoral de 95 millones de mexicanos. Al respecto emerge un interrogante: ¿cuántos partidarios de la reforma electoral concurrirían, a una convocatoria para respaldarla? Lo sabremos el domingo 27 de este mes, cuando marchen del Ángel al Zócalo, los que vayan a respaldar al líder de la Cuatro T, con motivo de su cuarto año de gobierno. En 2021, para oír el mensaje presidencial del tercer informe, se llenaron la Plaza de la Constitución -zócalo-, el corredor peatonal de Francisco I. Madero y la calle 16 de septiembre, así como en las avenidas 20 de noviembre y José María Pino Suárez, sumando cientos de miles asistentes.






Orador único de la reciente “marcha por el INE y la democracia” fue el sociólogo regiomontano de raíz judía, Isaac José Woldenberg Karakowsky, afamado porque fue el primer presidente del Instituto Federal Electoral (1996-2003); con él colaboraron, entre otros, los actuales moldes del INE, Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, rentistas dorados de la burocracia electoral desde entonces. El vocero dijo:Este es un día de fiesta. Estamos aquí reunidos con un solo objetivo claro y trascendente: defender el sistema electoral que varias generaciones de mexicanos construyeron…” Y continuó: “Estamos…ejerciendo nuestros derechos. El derecho a manifestarnos, a opinar, a reunirnos de manera pacífica para expresar nuestras preocupaciones y aspiraciones. Somos parte de una marea de opinión que aprecia y defiende la democracia… Ocho reformas electorales se llevaron a cabo entre 1988 y 2014 y los resultados están a la vista… de manera paulatina, pero sistemática nos acostumbramos a la diversidad, a las contiendas competidas, … a la alternancia constitucional y pacífica, subrayo, pacífica, del poder presidencial”.


El aplaudido pontífice de la burocracia electoral, tomó aire y enfatizó: el relevo del poder ejecutivo, “ocurrió por primera vez en México, gracias a ese proceso democratizador. El Poder Legislativo ha recogido los cambios en las preferencias políticas de millones de mexicanos; las minorías de ayer son las mayorías de hoy; y en todo el país, ese proceso se repite”, agregando: “No llegamos a una estación final. Tampoco a un paraíso. Apenas a una germinal democracia…” Luego, con su propia reflexión, sabemos que si hace falta una reforma electoral. Advirtiendo: “El problema mayúsculo, el que nos ha traído aquí, el que nos obliga a salir a las calles, el que se encuentra en el centro de la atención pública, es que buena parte de lo edificado se quiere destruir desde el gobierno.” Y con redoblado esfuerzo, subraya: “Es necesario insistir en eso, porque significa no solo una agresión a las instituciones existentes, sino a la posibilidad de procesar nuestra vida política en un formato democrático”. La idea es desconsiderada, pues la potencial reforma no agrede, solo plantea un proyecto transformador que está sujeto a lo que acuerden los legisladores.


Crecido por su reputación, Woldenberg da por hecho un planteamiento, al decir que “México no puede destruir las destrezas profesionales, los conocimientos...” para acto seguido enarbolar un seudo federalismo: no -se- puede centralizar todos los procesos electorales en dos instituciones descomunales, no solo porque somos una república federal, sino porque ni el INE ni un solo Tribunal podrán resolver con eficiencia lo que hoy encuentra cauce y solución en 32 entidades soberanas”. Sin embargo, todo eso no lo hizo valer cuando en 2014 se destruyó el IFE (que si era respetuoso de los Estados) para crear el INE, que este si nació antifederalista y costosísimo.





Ya para terminar su discurso, el mensajero de la caminata profusa, aseveró: “México no merece una reforma constitucional en materia electoral impulsada por una sola voluntad por más relevante que sea… México no puede ni debe trasladar el padrón electoral a otra institución porque el INE ha cumplido con creces en la elaboración de un listado confiable… Las próximas citas electorales deben contar con las mismas garantías que las del pasado inmediato: padrón confiable, equidad en las condiciones de la competencia, imparcialidad de los funcionarios profesionales, conteo pulcro de los votos, resultados preliminares en la noche de la elección”. Diera la impresión que el sabelotodo de comicios, ignora que las iniciativas del ejecutivo, necesariamente son de un solo sujeto, pues ordena la Carta Magna, ese poder sea unipersonal; y en cuanto a los fundamentos de los procesos electorales, sencillamente, nadie los ha cuestionado.


Voz en cuello, del ronco pecho del orador, vinieron los clamores: “¡No a la destrucción del INE! !¡No a la destrucción de los institutos locales! ¡No a la destrucción de los tribunales locales!


¡No a la pretensión de alinear a los órganos electorales a la voluntad del gobierno! ¡No al autoritarismo! ¡Sí a la democracia! ¡Sí a un México democrático!”.


La prensa se dio vuelo alrededor de la marcha. Una exclamación de Woldenberg inspiró la primera plana del diario Reforma: ‘Si por la democracia’. Otra proclama del susodicho orador, la usó El Universal: “Exigen miles en el país, no destrozar al INE”. Por su lado, Milenio publicó que “cientos de miles de personas salieron a la calle en defensa del INE en 29 entidades, incluida la ciudad de México”, aunque “El Economista” reduce lo anterior: ‘Decenas de miles marcharon’, lo que complementó el vetusto Excelsior: ‘Claman por la democracia’. El periódico Crónica, hizo suya la consigna marchista: ¡El INE no se toca!, lo cual replica el rotativo “24 Horas”. Más escueta, “La Jornada” bosquejó: según Woldenberg “México no necesita una reforma electoral”. Y parco, El Heraldo, esboza: “Marchan miles en defensa del INE”, en tanto que El Sol de México, aludiendo a esos marchistas, interpretó: “Rechazan al autoritarismo”; por su lado El Financiero apunta: ‘Ola ciudadana sale a defender democracia’.  Agrega una idea el impreso “La Razón de México”: la marcha sumó oposiciones.


En cuanto a los diarios tapatíos, los que realzaron la marcha fueron El Informador, con una cabeza de primera plana que pregona: “México retumba para frenar Reforma Electoral.” El Diario NTR, dice: “Por el INE. Llaman a legisladores a defender lo ‘edificado’. Los demás solo fueron eco de la prensa metropolitana azteca.


Desde luego que los comentaristas de todos los colores, emitieron versiones disímbolas, pero en su mayoría anticuatroteístas. Carlos Loret de Mola (El Universal), sugiere al primer mandatario que, si tiene más inteligencia que rencor, debe retirar la iniciativa de reforma electoral. Javier Solórzano (La Razón) testifica que el Presidente pasará a la marcha de largo o la descalificará. Héctor Aguilar Camín (Milenio) no solo derrumba la absurda cuantía que dijo Martín Batres sobre el número (12 mil) de marchistas, sino que dogmatiza: Woldenberg es “emblema de la transición democrática de México”, con lo que se conduce como Batres - exagerando- al ungir como ‘santón’ al susodicho portavoz de la marcha. Sergio Sarmiento, en Reforma, escribe con dolo o rabia: “La iniciativa del Presidente, como tantas otras que ha impulsado hasta la fecha, es una simple colección de ocurrencias”. Sin comentario, por lo ramplón.







Una advertencia importante hizo Julio Hernández “Astillero” de La Jornada: la iglesia católica tomó el caso de la defensa del INE tilda de regresiva cuanto dañosa la probable reforma multicitada, para asumir un peligroso activismo, que nosotros, además, vemos como flagrante transgresión de la ley. Otro periodista sesudo y certero (Álvaro Delgado) calificó a los organizadores: Entre mapaches y oligarcas.


Como sostiene Jorge Zepeda Patterson (Sin Embargo):Hay razones para protestar o pedir aclaraciones a la propuesta de Reforma Política que plantea el Gobierno, pero habría que asegurarnos que sean las razones correctas y no simplemente producto de la ignorancia o la mala fe, a partir de la propaganda de sus adversarios.


Salir a protestar porque López Obrador intenta destruir la democracia o desaparecer al INE sólo puede ser esgrimido por aquellos que lo repelen o no han leído la propuesta. La mayor parte de los planteamientos que ha hecho el Gobierno de la 4T tienen que ver con la posibilidad de tener un Poder Legislativo, partidos políticos y órganos electorales menos onerosos. Rasgarse las vestiduras para defender al INE, un organismo tan cuestionable es, de entrada, algo para revisar. La pregunta es si lo que propone ahora Morena es mejor o peor. Un régimen democrático tiene, al menos, dos desafíos por delante: uno, asegurar que el poder refleje los intereses de la mayoría y dos, que se respeten y estén representados los intereses de las minorías”.


Es por todo lo anterior, que como expresó Ricardo Monreal, siendo la marcha una expresión de una parte de la república, que debemos respetar, afirmamos nosotros y muchísimos más: ‘No tocar al INE’ como invoca la oposición, que fue su usufructuaria por décadas, o no mover ninguna coma a la iniciativa de reforma electoral, conforme sostiene radicalmente la Cuatro T, nos estrecharía a un deplorable todo o nada, posición que claramente, no es buena para los mexicanos, y mucho menos, para la democracia.

 

 

 

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