Fernando G. Castolo*
Elucubrando
sobre la vida y la muerte, llegamos a la conclusión de lo que decretó Ortega y
Gasset: "tú y tu circunstancia". La charla es amena en medio de un
ambiente animado y vitalizado... Se detiene para explorar un poco de lo que ha
vivido, las experiencias que aportaron los hilos que, entretejidos, son parte
del hermoso textil que luce en todo su esplendor.
El saber que se tiene una encomienda de tanta trascendencia y llevarla a cabo con ese entusiasmo es parte de esa lealtad al compromiso consigo mismo. No se puede dar nada a medias, porque eso sería mediocridad.
De
por sí lo ocre es nefasto, lo medio ocre es doblemente nefasto. No se puede
andar por las vías de los destinos humanos sin un objetivo que nos permita
avanzar, crecer, creer que podemos lograrlo. Eres "tú y tu
circunstancia".
Eres inspiración a lo que se aspira en este
mundo mancillado por inseguridades y sometido al materialismo; donde la
sociedad se ha entregado sin menoscabo a lo desechable. Tienes razón; a la
distancia se observa que el año 85' es un parteaguas que define esa
circunstancia generacional.
Ese
sacudimiento estremeció, no únicamente los suelos, sino la conciencia de lo
inconsciente que nos dejó aturdidos. Un sonido agudo que no logramos acallar, y
que nos ha ensordecido tremendamente. Solamente tú logras salvarte de esta
inundación profética de la que hablaron nuestros ancestros.
Solamente
tú haces evidente aquel pasaje bíblico del que camina sobre las aguas sin
hundirse; porque has llegado a tu propia conclusión: la vida pronto llegará a
su muerte y, eso, ahora lo comprendo: Eres "tú y tu circunstancia".
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