Zacoalco
festeja, el 4 de octubre, a su santo patrón, Francisco de Asís y ese mismo día
inicia la Festividad de la Cofradía de Los Moros de san Francisco.
Cada
año, por la tarde del día 4, pasadas las cinco, inicia el tradicional desfile
de carros alegóricos por las calles de la población. Antaño representaban
estampas bíblicas; desde hace décadas están dedicados a la reflexión de un
problema social. Esta vez el tema fue el cuidado de la Madre Tierra “nuestra
casa común” como lo indicaba una pancarta.
La Cofradía la conforman cuatro
moros y cada uno de ellos tiene su encargado. Del 5 al 11 de octubre se le
hace, cada día, una ermita al santo de Asís en distinta casa. Los moros
coronados ellos y montados cada uno en su caballo acompañan el traslado en
andas de la imagen de santo de Asís. Los
alegra la música de la chirimía.
La casa que recibe a la Cofradía
invita a comer principalmente al barrio, no sin antes pedir una cooperación
para la fiesta. Así, año con año, la Cofradía maneja un fondo económico que
asegura la continuidad del festejo. En la comida se sirve, todos los días:
picadillo rojo, pan tachigüal, atole de anís, y a la discre, ponche de granada.
Se calcula que cada día asisten más de trescientas personas a la comida.
El traslado de regreso de san
Francisco a la capilla de La Milagrosa es impresionante. Sale de su última
ermita y las personas se arriman para colgarle cuelgas, dinero, flores, aplausos
y llantos. Poco a poco se hace la multitud. El recorrido se hace lento. Los
Moros resguardan la imagen. La música y el confeti abundan; es un recorrido
barroco.
No se tienen datos sobre su origen.
El más lejano, hasta ahora, lo escribió Eduardo Luquín (Académico de la Lengua),
en su libro (1967) Autobiografía. Él vivió en Zacoalco siendo niño, a finales
de la primera década del siglo XX. Registró: “Por los días navideños [Los
Moros], se les veía dirigirse hacia el templo parroquial, al paso lento y cansino
de pobres cabalgaduras, precedidos de tambores y chirimías que hacían sonar un
grupo de hombres en huaraches. Un gigantesco y estrafalario cimborrio revestido
de lentejuelas y plumas de colores oscuros, les impedía hasta el más
insignificante movimiento de cabeza…” Dos observaciones al texto. La Fiesta de
la Cofradía siempre ha sido en octubre. Otra, la chirimía se compone del tambor
y la chapetilla.
El 12 de octubre, último día, se
celebra por la noche una kermés con castillo y baile. La Cofradía no descansa.
Entre los alegres buscan a uno o varios, para que “agarren” el castillo para el
próximo año.
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